Día Universal de las Personas con discapacidad: “Lenguas diferentes”
El hablar entre niños y adultos puede verse entorpecido por la dificultad del adulto para comprender la lógica infantil y desde el niño por los inconvenientes para entender la lógica del adulto.

Hace pocos días atrás hemos leído un hermoso artículo acerca de ejercer la paternidad en la actualidad y de ser niños hoy, escrito por el colega Gabriel Ianni.
En este artículo abordaremos algunas particularidades de ser niño y de ser padre cuando el niño muestra algún tipo de inmadurez.
Escribir sobre padres e hijos es escribir sobre nosotros mismos, ya que fuimos hijos, somos padres, somos abuelos, padres de padres, aprendices en la vida.
En esta época en que la defensa de los derechos del niño se ha reafirmado ya dos veces, y seguirá haciéndose porque nunca alcanza, ser padres representa aprender nuevas formas de estar con los hijos, de ejercer una sana autoridad, de leer los conflictos vitales y accidentales con una mirada benévola, intuitiva, que se centre en lo que una conducta expresa como necesidad y no en buscar el castigo que la revierta.
Entonces lo central desde esta perspectiva es el proceso de comunicación donde puede ocurrir que padres e hijos hablen lenguas diferentes, porque tienen diferentes lógicas y sentidos en sus intencionalidades.
Proponemos para comunicarnos mejor invertir la vieja propuesta de “los niños deben respetar al adulto” por la nueva propuesta de que “sea el ser más desarrollado el que ejerza respeto hacia el ser en desarrollo”.
Entonces el niño contará con un modelo de respeto para identificarse, ya que en el encuentro e intercambio interhumano los estilos de comunicación esgrimidos se convierten en modos que se introyectarán y dejarán huella en el mundo interno y en la relación con los otros.
Niños con dificultades madurativas y adultos cuidadores
El hablar entre niños y adultos puede verse entorpecido por la dificultad del adulto para comprender la lógica infantil y desde el niño por los inconvenientes para entender la lógica del adulto.
Esto leído desde algunas ideas de Ferenczi produce una especie de confusión de lenguas, en la que el niño corre el riesgo de sentirse raro, diferente, alienado, porque otro humano no lo capta en su esencia e incluso su experiencia interior si no es reconocida por el otro como una experiencia humana, puede perderse como en una hoja mojada.
En el caso de los niños con dificultades madurativas, se presenta junto a la cuestión de lenguas diferentes un agregado al respecto porque conocer la manera de sentir o de pensar de un ser en infancia y con dificultades madurativas no es fácil ni está suficientemente estudiado.
Lo que transmitiremos son conclusiones de una investigación sobre lo que sienten estos niños y los padres de estos niños.
Se pudo apreciar que el dolor de los padres ante la noticia de una dificultad en su hijo los lleva a deambular por muchos consultorios en busca de la palabra que los consuele.
Con el paso del tiempo la noticia vivida como terrible puede tener diferentes evoluciones: aceptación/rechazo en diferentes proporciones, sobreprotección o exigencias de normalización, miedos paralizantes vs. conductas adecuadas para acompañar el crecimiento “posible”.
¿Qué factores influyen en el desarrollo general de estos niños?
Algunas personas tienden a pensar que es la dificultad madurativa la responsable de la evolución del niño, pero afortunadamente hemos visto el gran peso de la aceptación de ese niño en el ambiente, para su futuro desarrollo.
En esa aceptación se incluye otro factor que es la conexión afectiva desde un inicio de la vida con dicho niño. En esa conexión se vive y se crece como miembro de la especie, de la institución familia, escuela, de la comunidad.
Entonces es la aceptación del niño y el contacto afectivo adecuado con sus necesidades lo que indica que es el ambiente tanto o más importante que la marca orgánica. Más allá del grado de inmadurez del niño, el desarrollo depende de la calidad vincular con el medio físico, psíquico y social en el que transcurre su vida.
¿Por qué nos parece una buena noticia?
Porque si las cosas dependen del medio podemos contribuir de muchas maneras, desde los profesionales, docentes, padres, amigos, para el acompañamiento, la solidaridad y la proyección de un futuro posible para el niño y la familia.
Todo vínculo interhumano que incluya la incomprensión se torna violentador para el desarrollo, mucho más en personas con algunas desventajas para poder defenderse.
La detección temprana de cuestiones de inmadurez, la aceptación genuina del niño y de la familia por parte de la sociedad y de sus instituciones, así como el no transformar al niño en el centro único de atención en su familia, y no profundizar su dependencia, colaborarán con una forma de liberar su evolución en términos de lo posible y del respeto al niño.
El mayor obstáculo suele ser la necesidad del adulto de intentar “normalizar” a ese niño, allí reside entonces el trabajo colaborativo de profesionales y de la comunidad.
Otro obstáculo puede ser que los diferentes tratamientos que el niño requiera sean tomados como una sobrecarga para la vida familiar, y no como un camino necesario para que el niño evolucione lo mejor posible.
Es muy importante que los padres y hermanos puedan elaborar sus duelos por lo que no fue, para que no se estructuren lamentos que arrastran todas las potencialidades y que pueden desembocar en perturbaciones emocionales sobreimpuestas a la dificultad orgánica.
Crear un ambiente adecuado para cada desarrollo humano propicia un crecimiento en salud para todos los implicados.
* Licenciada y magister en Psicología. Integrantes de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, miembros de Fepal e IPA, docentes e investigadoras
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