Adiós a Horacio Licera, el inventor que nunca dejó de soñar
Falleció a los 68 años. Durante tres décadas fue diagramador e infografista de RÍO NEGRO y logró importantes reconocimientos de Adepa en 2004 y 2012.
Un sombrero panamá siempre encajado en la cabeza. Una barba entrecana. Una sonrisa. Una carcajada. Horacio Licera fue durante 30 años diseñador e infografista del diario RÍO NEGRO. Pero no era alguien que se pudiera colocar en un molde apretado. Culto, informado, creativo, Horacio desbordaba de imaginación, de buenos modales y de alegría. Y todo eso lo volcaba no sólo en sus infografías sino en memorables columnas llenas de chispa, como las que luego quedaron impresas en su libro “Mojar la medialuna en café con leche y otras incorrecciones”, en sus notas sobre el asado, sobre el mate, o sobre la conquista del espacio.
La imaginación era su planeta. Tenía en su casa un espacio dedicado a sus inventos. Sí, Horacio Licera era también un inventor. Ahí tenía pequeños robots, cables, cablecitos, motores a vapor, otros a energía solar. Y jugaba. Sus amigos recuerdan el ingenio que volcaba a las navidades para que sus hijos, aun pequeños, vieran descender por ejemplo, la bolsa de regalos de “papá Noel” a través de un sistema que él había inventado en silencio para sorprender a todos.
Horacio Licera siempre pensaba fuera de los márgenes. Pensaba en cosas como los “sentidos digitales”. Decía, por ejemplo, que “vivimos en época de imágenes, y que tenemos máquinas para captar imágenes congeladas en el tiempo, en movimiento o en 3D pero por algún motivo dejamos de lado los sonidos como método para almacenar nuestros recuerdos. No tenemos un álbum de voces de nuestra familia”, se lamentaba, y soñaba con que exista, por ejemplo, la máquina de registrar y reproducir olores para viajar con nuestra memoria.
Amaba las pinturas de Hopper, llevaba una libretita siempre a mano para anotar esas ocurrencias tan suyas que luego formaban parte de sus columnas.
Horació trabajó en el diario hasta el 31 de octubre de 2018. Ese día, se despidió de sus compañeros diciendo que él se bajaba “en esta estación donde no existen los horarios y los domingos y feriados dejan de tener importancia. Un territorio desconocido pero lleno de posibilidades”.
“No sé si he podido enseñar algo a alguien, pero hice mi mejor esfuerzo para diseñar e infografiar con profesionalidad. Escribir aportando información y tratando de honrar el valor literario de la palabra. Valoré el sentido del humor y si de algo estoy persuadido es que pude dibujar una sonrisa en muchos de ustedes y en muchos de nuestros lectores. Y una sonrisa, aunque no cotice en bolsa, no es poca cosa, lo cual me hace sentir muy honrado”, se despidió aquel día.
De Mendoza a Roca
Licera llegó hace tres décadas a Roca desde Mendoza con su familia, integrada por su esposa, Susana Vidal y sus hijos. Durante los primeros años, compartió el equipo de diseñadores del diario junto a otro Horacio, y artista como él: Horacio García. Cuando la computadora fue reemplazando al lápiz negro y la escuadra, dejó más tiempo también a su labor creativa. Y así conocimos al ilustrador sutil, al infografista que generó innumerables piezas periodísticas geniales, e incluso al escritor de humor tan delicado como su trazo. Lector infatigable, Horacio sabía de más cosas y no alardeaba de eso. Al contrario, compartía sus descubrimientos en materia de ciencia, naturaleza, literatura o filosofía con la alegría de quien avanza descubriendo rayos de luz.
«En sus ratos libres, trabajaba en su casa convirtiendo cosas en apariencia inútiles en bellos objetos de uso o adorno», contó una de sus compañeras de trabajo. Esa habilidad innata y su ecologismo lo convirtieron pronto en “reciclópata” y más adelante, su sentido estético le permitió generar máquinas extrañas y esculturas hermosas con materiales de desecho. Mucho público admiró sus obras en la exposición realizada en Casa de la Cultura.
Mientras tanto, sumaba a sus tareas la de docente en la carrera de Diseño Gráfico de la Universidad Nacional de Río Negro.
Durante su trayectoria como infrografista fue premiado dos veces por la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas en 2004 y 2012.
«Soy muy curioso»
Esa era una de sus frases preferidas para contar lo que le pasaba cada vez que entraba a su taller y comenzaba a imaginar o a dibujar sus motores eléctricos o a vapor. En una entrevista relató que sus inicios estuvieron ligados a la electrónica pero que en realidad desde chico su pasión era el dibujo y luego la tecnología. En mayor o menor medida fue transitando durante su vida profesional por esos dos caminos.
Horacio no sólo fue un excelente infografista y artista, sino que además fue una buena persona que derrochó optimismo y transfirió todos sus conocimientos entre sus compañeros y amigos.
Un sombrero panamá siempre encajado en la cabeza. Una barba entrecana. Una sonrisa. Una carcajada. Horacio Licera fue durante 30 años diseñador e infografista del diario RÍO NEGRO. Pero no era alguien que se pudiera colocar en un molde apretado. Culto, informado, creativo, Horacio desbordaba de imaginación, de buenos modales y de alegría. Y todo eso lo volcaba no sólo en sus infografías sino en memorables columnas llenas de chispa, como las que luego quedaron impresas en su libro “Mojar la medialuna en café con leche y otras incorrecciones”, en sus notas sobre el asado, sobre el mate, o sobre la conquista del espacio.
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