La puja de poder lentamente se convierte en hastío social

La política dirime sus diferencias en público. Mientras la sociedad empieza a manifestar cansancio por el deterioro de la economía y a señalar su preferencia por propuestas extremas.

Desatada. La interna del oficialismo ya es inocultable y alcanza a la gestión económica.

“Mi función es enfocarme en la gestión y no inmiscuirme en disputas de poder”. La frase del ministro de economía Martín Guzmán durante la Jornada Pulso la semana pasada en Neuquén, resonó con fuerza en los medios nacionales, pero principalmente golpeó a la política.


Consciente del calibre y la profundidad de las críticas hacia su persona en el seno del oficialismo, Guzmán buscó abstraerse de la discusión interna y mostrarse concentrado en el programa económico que tiene entre manos. Sin embargo, en su intención de soslayar la polémica, el ministro no hizo más que azuzarla.


La respuesta no tardó en llegar desde el núcleo duro del kirchnerismo, que dos años después de haber retornado al poder aún no admite que la economía nacional esté en manos de un economista del perfil de Guzmán. Fernanda Vallejos, Hugo Yasky, Andrés Larroque y Máximo Kirchner hicieron fila durante los últimos días para criticar al ministro. La Vice Presidenta Cristina Fernández acudió primero a su habitual sutileza en twitter para diferenciar “legitimidad de origen y legitimidad de gestión”. Luego durante su reaparición pública en Chaco, aludió de forma directa a Guzmán (aunque sin nombrarlo), y refirió a la metáfora de las «disputas de poder» que el ministro realizó en Neuquén.


No obstante y más allá del chiquitaje de la politiquería, la definición de Guzmán deja abierto más de un interrogante. ¿Puede acaso un ministro de economía abstraerse de las disputas de poder? ¿La función que ocupa el ministro no es precisamente aquella que se ocupa de mediar en las disputas de poder que atañen a la economía nacional? ¿El solo hecho de ingresar a la función pública no implica por sí solo el involucrarse en la discusión política?

Interdependencia


Atrás quedaron los días en que los teóricos proponían un modelo económico aséptico y sin relación alguna con la política. La relación intrínseca y la interdependencia que existe entre la política y la economía, es a estas alturas inocultable.


Cuesta creer que exista forma alguna de aislar la gestión económica de la gestión de la política.
Sobran los ejemplos. Todo lo que sucede en la política, impacta de lleno en la economía. Todo lo que sucede con la economía, tiene más tarde su correlato en la política.


Cualquier medida económica surge desde el seno de la política y toda decisión, rumor o polémica política luego moldea las expectativas y las elecciones de los agentes económicos. De la misma forma, los datos que arroja el tablero de la economía en materia de inflación, crecimiento, desempleo o pobreza, luego repercuten de inmediato en el juego de la política.


Pero quizá el punto más álgido en la definición de Guzmán, es que al trazar un programa económico, cualquiera sea el tenor y el enfoque ideológico del mismo, es inevitable que emerjan las tensiones y que lidiar con las disputas de poder entre aquellos intereses y sectores a los que el programa económico afecta, sea natural, habitual, e incluso imprescindible.

La puja de poder de la que pretende desentenderse entonces Guzmán, es precisamente aquella que pretende llevarse puesto el programa de ordenamiento fiscal y racionalidad que se impone hacia adelante.


Lo sabe Guzmán. En el mano a mano, el conductor de la economía nacional elige minuciosamente sus palabras y es muy consciente de a quién van dirigidas. En otro pasaje de la conferencia en Neuquén, el ministro sentenció “hemos definido un rumbo…” y a continuación remarcó con énfasis “…y vamos a avanzar por ese rumbo”.


La afirmación y el tono de la misma no deja lugar a dudas para la interpretación: mal que le pese al kirchnerismo duro, el presidente Alberto Fernández ha empoderado a su hombre de confianza para implementar el programa económico acordado con el Fondo Monetario.


La puja de poder de la que pretende desentenderse entonces Guzmán, es precisamente aquella que pretende llevarse puesto el programa de ordenamiento fiscal y racionalidad que se impone hacia adelante, por la necesidad de cumplir con el organismo.

Hastío

Es dato. Las pujas de poder no solo son reales, sino que son parte de la forma en que la sociedad moderna se construye a sí misma y evoluciona.
Empero existen momentos cruciales en que las sociedades manifiestan agotamiento, y emerge el malestar para con la clase política en su conjunto. Fue un signo evidente en la crisis del 2001, bajo la consigna “que se vayan todos”.

Vuelve a ser palpable en 2022. La deleznable y violenta reacción de Alfredo Casero y su reclamo explícito a políticos y periodistas, no deja de ser un emergente que representa el sentimiento de miles que tal vez reaccionarían igual, pero no tienen el privilegio de visitar asiduamente los estudios de televisión.


El síntoma generalizado pareciera ser el hastío. La grieta llevada al extremo de la exacerbación no solo ha generado cansancio sino que se ha demostrado estéril a los fines de mejorar la calidad de vida de la población.

Polémico. El sector del libertario Javier Milei se fortalece frente a la grieta.


Tres relevamientos de opinión de alcance nacional publicados esta semana por consultoras privadas dan cuenta de dos datos esenciales: el primero es que la economía es percibida como el principal problema que reviste hoy el país. El segundo es que al momento de las preferencias políticas comienza a surgir con fuerza una tercera alternativa que promete mediar de cara a las elecciones de 2023.


El primer estudio de opinión pertenece a la consultora Management & Fit (M&F), y fue realizado en la segunda mitad de abril sobre 2.200 casos a nivel nacional. Al indagar sobre “cuál es el principal problema del país”, el 60% señala a la economía. En efecto, en el top five de las respuestas la inflación ocupa el primer lugar con el 43,4%, la pobreza el cuarto con el 10,4% y la desocupación el quinto con el 6%. En el gráfico adjunto puede apreciarse además la evolución de esas percepciones en relación al mes de diciembre del año pasado. Allí resalta que la preocupación social respecto de la dinámica de la economía ha crecido en los últimos meses.


Un segundo relevamiento publicado por Raúl Aragón y Asociados realizado sobre 1.500 casos a nivel nacional en abril, confirma la misma tendencia. El 35,1% de los consultados refiere a la economía como el principal problema del país, señalando en segundo lugar al gobierno (24,2%) y en tercer lugar a los políticos (20,2%).


Mientras la clase política se entretiene hurgando sobre si misma dejando a la vista miserias propias y ajenas, el termómetro social es elocuente: la economía es el principal nudo a resolver. Incluso la valoración social ubica hoy a la economía por encima de tópicos que históricamente ocupan los primeros lugares en el ideario, como la corrupción o la inseguridad.


Ese mismo hastío es el que empieza lentamente a reflejarse en las preferencias de los electores de cara a la carrera presidencial de 2023.
Los desencuentros evidentes dentro de la coalición de gobierno, y también dentro de la principal coalición opositora, dejan al desnudo la impotencia de la política para ofrecer una alternativa que luzca viable de cara al desarrollo del país en lo inmediato.


Es en ese marco que emerge cada vez con más fuerza la versión más radicalizada de la derecha. Disfrazado de “anti política”, el espacio libertario se vale de los más rancios artilugios de la rosca de los partidos tradicionales para incorporarse a esa misma política que dice denostar, y aprovecha la incapacidad manifiesta de ambos lados de la grieta para crecer en preferencias y posicionamiento.


Así lo reflejan los relevamientos de opinión. El estudio de M&F indaga acerca del espacio político que escogerían los encuestados si las elecciones PASO de cara a la presidencia se realizaran hoy mismo. El resultado arroja que pese a la crisis un 27,3% de los electores votaría al Frente de Todos, mientras que un 26,6% optaría por Juntos por el Cambio, y un 22,8% lo haría por los libertarios en cualquiera de sus vertientes.


En la misma línea y confirmando la tendencia, el relevamiento de Aragón indaga de forma directa acerca de cuál sería el candidato elegido si las elecciones PASO se realizaran hoy. En este caso Horacio Rodríguez Larreta resulta el candidato más votado con el 24,3%, seguido por Cristina Fernández con el 20,1% y en tercer lugar por Javier Milei con el 18,3%. Lejos y muy desde atrás corren Mauricio Macri con el 10,9%, Alberto Fernández con el 9,1% y Patricia Bullrich con el 7,2%.


Un tercer relevamiento realizado sobre 2.500 casos a nivel nacional en el mes de abril y dado a conocer esta semana por la consultora Julio Aurelio-Aresco, revela un panorama muy similar. Ante la misma consulta la encuesta muestra a Juntos por el Cambio agrupando el 34,6% de las preferencias frente al 31,8% del Frente de Todos, y al 20,7% de La Libertad Avanza.


No obstante en la medición individual, Javier Milei aparece como el candidato más votado con el 20,7% de las preferencias, seguido por Cristina Fernández con el 19,9% y Horacio Rodríguez Larreta con el 16,5%.

La disputa hegemónica que desde hace al menos una década y media se dirime entre mitades, empieza a transformarse en una puja de tercios.


En proyección, la conclusión que surge de los datos es sorprendente y a la vez sumamente relevante en cuanto a los análisis de escenario político y económico para 2023.
El evidente traslado del hastío social a las preferencias políticas empieza a significar que la disputa hegemónica que desde hace al menos una década y media se dirime entre mitades, empiece a transformarse en una puja de tercios. El malestar y el cansancio de una sociedad de bolsillos agotados y hartazgo con la clase política, comienza a canalizarse peligrosamente hacia una tercera alternativa. No ya hacia la “tercera vía” de capitalismo progresista que alguna vez impulsara Sergio Massa, sino a una tercera vía radicalizada y ortodoxa.

Dato

60%
El porcentaje de la población que señala a la economía como el principal problema a resolver hoy en Argentina.

Desatada. La interna del oficialismo ya es inocultable y alcanza a la gestión económica.

“Mi función es enfocarme en la gestión y no inmiscuirme en disputas de poder”. La frase del ministro de economía Martín Guzmán durante la Jornada Pulso la semana pasada en Neuquén, resonó con fuerza en los medios nacionales, pero principalmente golpeó a la política.

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