Rolando Figueroa y el daño

Redacción

Por Redacción

* Alejo Pasetto

Durante el año 2016, con la Doctora en Ciencia Política María Esperanza Casullo, produjimos una serie de artículos académicos. Desde la teoría política y el análisis del discurso, indagábamos sobre los orígenes y creación de la identidad neuquina –neuquinidad- en los primeros años de la provincialización.

Avanzamos en cómo dicha estrategia significó un caso exitoso implementado por Felipe Sapag, en la construcción de un mito populista que contrapuso el federalismo de los neuquinos al gobierno central como factor clave en la conformación de un “nosotros” políticamente inclusivo y orientado al futuro.

Entre los varios autores citados que introducen categorías de análisis propias de la literatura sobre el populismo, me interesa señalar aquella desarrollada por Julio Aibar en referencia al daño. La conectaré con la reciente carta de Rolando Figueroa en la que argumenta los motivos por los cuales no va a participar de la interna partidaria, sino que será candidato a gobernador por fuera del Movimiento Popular Neuquino.

¿Por qué retomábamos a Aibar? Porque, como explicábamos en dichos artículos: “otro aporte que abona a la construcción identitaria provincial es aquella que entiende al populismo en su función de catalizador, activador y reelaborador de necesidades, resentimientos, malestares y descontentos sociales para ingresarlos en el campo de la política (Aibar 2007:26).

El daño se presenta entonces como una sensación, sentimiento o vivencia experimentados por alguien (sujeto o grupo, el pueblo de Neuquén en nuestro caso) que considera que no es reconocido en su ser.

El populismo supone entonces la postulación de un pueblo al que se le ha hecho un daño y que debe ser redimido por la acción política, le otorga un carácter social y político (Aibar 2007:47).

En ese período histórico tomado como caso de análisis, el pueblo dañado era la totalidad del pueblo neuquino y quien realizaba este daño era el gobierno nacional.

Si leemos con detenimiento la carta de Figueroa, nos encontramos algunos pasajes que resignifican las implicancias actuales de un daño que sería ejercido por la misma conducción partidaria. “Me siento orgulloso de ser parte del MPN, pero me incomoda no sentir orgullo en el presente cuando tenemos una provincia rica con mucha pobreza. No cierra nunca.  Es intolerable la desigualdad cuando lastima y daña. Neuquén está anudada. Tanto pujé por desatar el nudo y no he podido, que me di cuenta que es más conveniente cortarlo”, describe.

 La identificación con el daño, al momento de asumirse como dañado, pasa a constituirse como un valor y hasta un derecho.

En la reconstrucción de este relato que no es nuevo sino que es una readaptación de la estrategia que, desde sus inicios hasta hoy, entre otras cosas aseguró la supremacía electoral del MPN, Rolando Figueroa resignifica y se reapropia de la construcción identitaria neuquina.

¿Cómo explicamos sino la utilización del mapa provincial y el “neuquinizate” como pilares de campaña? La identidad neuquina, la neuquinidad, ya no sería potestad exclusiva del partido de gobierno.

La hegemonía electoral del MPN es algo que nuevamente, va a entrar en el enorme terreno de las incertidumbres. De lo que sí tenemos seguridad es que hay fórmulas y estrategias discursivas que –como algunas doctrinas- nunca cambian, sino que se retoman y actualizan.

* Analista político. Asesor en comunicación estratégica.


* Alejo Pasetto

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite desde $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora