8 de marzo: Mirta, guardiana del comedor de miles de estudiantes en la Universidad del Comahue
Quienes necesitaron un plato de comida para sostener las cursadas en Neuquén, contaron con ella durante más de 30 años. Una trabajadora estatal, amante del fútbol y de sus nietos.

Tímida, pero popular entre los recovecos de «la Barda», Mirta Bastías saluda a todos como cada jornada. Ahora con un dejo de nostalgia, al final de sus días de servicio en la Universidad Nacional del Comahue (UNCo).
Hace más de tres décadas trabaja en el comedor, pero hace 28 ocupa el cargo de responsable de ese espacio universitario, en la sede central. A sus 62 años, puede decir que su tarea, fue clave en el engranaje educativo y garantizó una parte fundamental del bienestar estudiantil.
Para varias generaciones de estudiantes, docentes y graduados, ella es una entrañable trabajadora no docente. De esas que están en el cotidiano, siempre en los pasillos, con la experiencia y sabiduría justas para resolver problemas impensados.
Mirta está en el desenlace de su carrera como trabajadora estatal. Se le infla el pecho y dice: “33 años en este comedor”. No puede evitar que la vida y las anécdotas pasen como clip en cámara rápida por su mente. Recuerda todo lo que dejó por hacer crecer el comedor, por resolver problemas edilicios, por sacar de donde no había, como cuando se cortó el gas por varios días y tuvo que llevar garrafas y anafes, con sus compañeros.

De un total de 945 no docentes empadronados en la Asociación de Personal No Docente de la Universidad del Comahue (Apunc), 478 son mujeres, es decir, la mitad. Ella es parte del 50,5% de trabajadoras que ocupan estas tareas.
Si bien su rol no está en la cocina propiamente dicha, ella es quien maneja toda la administración de un espacio que supo alimentar a más de 1000 personas en sus mejores épocas. Mirta está detrás de la elaboración de menús, gestión de compras e insumos, venta de tickets o bonos.
“Cuando ingresé en el año 97 al comedor, repartía 190 almuerzos para estudiantes y para toda la comunidad universitaria en general, pero paulatinamente fuimos aumentando la cantidad de comidas, llegando a entregar diariamente entre 800 y 1.000 almuerzos”, cuenta.
En 2015, fue parte del avance en el cual se logró sumar una franja horaria más extensa para incorporar la merienda, para que los estudiantes pudieran tener un espacio más de alimento, para hacer trabajos en grupo y socializar. En ese entonces, también se recibían alumnos de colegios secundarios.
Trabajadora, con alma de familia y hogar
Nació en el mes de mayo, en el corazón de una familia numerosa del norte neuquino. Mirta es una de seis hermanos por parte de madre y padre, aunque por parte de su papá, tiene otros tres más. Ella reivindica a su amado pueblo, El Cholar: “Un lugar de gente de buen corazón, generosa, del trigo, la trilla, el queso artesanal, donde se producen las quintas familiares, la trashumancia”, dice con orgullo.
Su infancia está repleta de hermosos recuerdos, a pesar de que se mudó varias veces por los traslados de su padre, un empleado policial de la provincia. Su mamá era bañera de las termas de Copahue y aún hoy vive para contarlo. En temporada se iban todos a Copahue, pero cuando empezaba el ciclo lectivo, volvían a su casa.

De El Cholar se radicaron en Loncopué y de ahí se mudaron a Neuquén Capital. Con nueve años, Mirta empezó tercer grado en la escuela 132. Del secundario egresó en el CPEN 12 e intentó estudiar la carrera para ser contadora pública, pero no terminó.
“Me incliné por trabajar”, cuenta. “Trabajé en un estudio jurídico, en una gestoría hasta que empecé en una mueblería como administrativa. Desde el año 1992 estoy trabajando acá en la Universidad de Comahue”, resume.
“Soy mamá de Tamara y de Kevin, y la feliz abuela de mis mellis, Santiago y Bautista”, se autodescribe. Su historia la delata: trabajadora incansable y familiera hasta los huesos. Dedica su día a día al trabajo y a la familia, casi sin más.
No es ella sino se levanta temprano, de lunes a lunes. Trabaja en el comedor de 8 a 15 horas y desde la universidad se va “a casa” donde vive con uno de sus hijos. Es el lugar donde le gusta estar. “Cuando llego a mi casa, si no almorcé en el comedor, me pongo a realizar el almuerzo. Después hago vida de hogar”, comenta.
No se imagina sus días sin la visita a sus nietos y sin pasar tiempo con su mamá, que hoy está sola. “Siempre acompañé a mis hijos cuando eran adolescentes a los deportes que ellos hacían, handball y fútbol femenino”, recuerda. Ahora lo hace con sus nietos que practican bádminton.
“Soy bastante futbolera y voy a Pacífico a ver todos los partidos cuando puedo”, expresa la mujer, hincha fanática de River.
Defensora de derechos y testigo del deterioro en educación
“A lo largo de todos estos años tuvimos varios inconvenientes con cortes de agua, de gas y luz, pero nosotros como trabajadores del comedor universitario nos arreglamos como para salir siempre con comida”, aseguró y agregó: “El hecho era brindarles a los estudiantes una comida”.
Durante la pandemia, el edificio se deterioró y precisó refacciones para brindar el servicio. «En el 2022 retomamos el servicio de almuerzo y merienda, pero ya no eran 500 comensales, ahora eran 300, 350”, contó. En 2024, antes del receso de invierno, había problemas edilicios graves y no se podía seguir funcionando como bromatológicamente se necesita trabajar en una cocina, “entonces exigimos reparaciones urgentes”, sintetizó.
En el comedor ella es líder, pero trabaja en conjunto con el jefe de cocina para elaborar los menús y con el coordinador de la tarde para gestionar las compras para los dos turnos.
Así, Mirta es una trabajadora que no solo se aboca a lo técnico sino que también interviene en el espacio gremial. Es militante sindical, ya que desde su participación en Apunc, “vela” por los derechos de los trabajadores y también por las obligaciones de cada uno, donde se incluye.
“En todas las marchas que hubo por la universidad pública, en las concentraciones de los no docentes dentro de la universidad por algún derecho de los trabajadores o de la universidad pública, nosotros nos hemos involucrado, pero todo el personal completo, haciendo tortas fritas o la chocolatada. Ahí siempre estoy yo y estoy a la par de mis compañeros, pero como una trabajadora más”, recalcó Mirta.
Siendo no docente, también integró la Comisión Directiva de la mutual de la Universidad del Comahue (AMUC). Estuvo en el área fiscalizadora, y luego integró la parte de la secretaría.
A un paso de jubilarse: sus proyectos
Tantos recuerdos van llegando a su final en la vida de la trabajadora y abren paso a una nueva etapa donde ella, como jubilada, espera ansiosa poder hacer «cosas nuevas», todo lo que postergó por el trabajo y la familia.
«Me gusta pasar mucho tiempo con mis nietos, pero ahora que ya no voy a tener la actividad de mi trabajo, me gustaría aprovechar el tiempo que tengo para viajar, para conocer otros lugares, realizar alguna otra actividad como pintura, música», contó. Se proyecta.
La mitad de las «no docentes» son mujeres
Según datos de María Julia Barsotelli, secretaria general del gremio Apunc; la representatividad en varones y mujeres está repartida en las áreas administrativa, técnica y profesional en la Universidad Nacional del Comahue.
Mujeres no docentes
- 50,5%
- del claustro no docente afiliado a Apunc (80% del total de la UNCo) está compuesto de mujeres. Son 478 de 945 en total.
“Ahora en el área de resguardo patrimonial, que son las serenas y los serenos, se han incorporado varias compañeras mujeres, en el área de servicios son más bien varones, en las áreas administrativas hacen más la diferencia las mujeres. Entre los profesionales, está bastante repartido”, indicaron en un informe a Diario RÍO NEGRO.

Tímida, pero popular entre los recovecos de "la Barda", Mirta Bastías saluda a todos como cada jornada. Ahora con un dejo de nostalgia, al final de sus días de servicio en la Universidad Nacional del Comahue (UNCo).
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