Amazonia: ¿estamos cerca? Una historia de fuegos que se repite

Juan H. Gowda


Si queremos que los bosques del continente vuelvan a expandirse debemos cambiar el modo actual de cultivar la tierra, aprendiendo las ventajas de convivir con ellos.


Hoy todo el mundo se preocupa por los incendios de la Amazonia. Nos llegan imágenes inimaginables, columnas de humo que tapan pueblos, llamas que devoran bosques “prístinos” de un valor “incalculable”. Sin embargo, lo que sucede no es una historia nueva sino la repetición de un modo de relacionarnos con la naturaleza que tiene raíces muy fuertes en nuestra sociedad.

A escala regional, Brasil es hoy el principal productor y exportador de ganado del mundo. La expansión de esta actividad es una de las principales causas de los incendios forestales que hoy nos preocupan. Lo que nos muestran las imágenes satelitales es, desgraciadamente, el modo más común de manejo que damos al bosque nativo, tanto en Brasil como en Bolivia, Paraguay, Colombia, Perú, Ecuador y Argentina: quemarlo para cultivar la tierra o introducir ganado. En la Argentina hemos perdido más del 70% de nuestros bosques los últimos 100 años y no menos de 5 millones de hectáreas desde el 2007, cuando quedaron protegidos a nivel nacional… la mayoría en el Noroeste, para dar paso a la ganadería y producción sojera.

Desde el punto meramente económico, el bosque vale hoy menos que una tierra desmontada. Esa es la principal causa de la expansión de la frontera agrícola de nuestro país, que avanza hoy sobre los bosques del Gran Chaco, para producir soja y ganado. Se adquiere tierra barata, se la “limpia” quemándola o simplemente amontonando sus árboles con topadoras, y se siembra soja o pasturas. El modo más común de mantener abiertas las pasturas es mediante la quema, que impide la regeneración de especies arbóreas. Hoy, al igual que hace 100 años, la economía de nuestro país se sustenta en los ingresos del sector agrícola, cuya expansión o retracción está definida por los precios internacionales de “commodities”. Ayer trigo y cueros, hoy soja y carne. Desgraciadamente, para nuestra sociedad, los bosques solo existen cuando se queman.

Poco sé de la Amazonia, apenas pude verlo desde aviones y caminar unas pocas fincas colombianas el año pasado. Lo primero que aprendí de ellos es que, al igual que los bosques de lenga, coihue y en cierta medida los de ciprés, sus árboles son sensibles al fuego pero también difíciles de quemar. Con una corteza delgada y sin capacidad de rebrote, muchas especies amazónicas tienen que recolonizar las áreas quemadas luego de un incendio.

Ayer trigo y cueros, hoy soja y carne. Desgraciadamente, para nuestra sociedad, los bosques solo existen cuando se queman.

Proceso interrumpido mediante quemas regulares. Lo segundo que pude notar es que, a diferencia de los bosques patagónicos, muchos de sus árboles son dispersados por aves, monos y hasta por el mismo ganado, lo que haría mucho más rápida la recuperación de bosques tropicales que la del andino.

Lo tercero es que gran parte de lo que se quema anualmente es, al igual que en el bosque andino, algo que ya se había quemado antes. En ambos casos la mayoría de los fuegos son iniciados por el hombre en ambos sistemas, y solo se convierten en grandes incendios cuando las condiciones climáticas lo permiten, o sea durante períodos de sequía y calor. El incendio de la Amazonia es la suma de miles de pequeños incendios, en un año que no es extremadamente seco… o sea que podría ser mucho peor.

Una selva habitada

7 millones
de personas vivían en la Amazonia a la llegada de los españoles, que cultivaban en claros y recolectaban especies como el maíz y el tomate, y otras tantas que se han perdido.

Esto no implica que el principal problema del bosque sean los fuegos ni que antes de la llegada de españoles y portugueses los mismos no se hayan quemado, todo lo contrario. Los bosques amazónicos se queman desde mucho antes de la expansión de la frontera agrícola y gran parte de los bosques del norte de la Patagonia también.

Cuando llegaron los Españoles al Amazonas, hace ya 500 años, lo encontraron densamente poblado por comunidades que cultivaban la tierra abriendo pequeños claros y rotando sus cultivos cuando el sitio perdía fertilidad, dejando que el bosque ayudara a recuperar su productividad.

Si bien no sabemos cuánta gente vivía en el amazonas entonces, se estima que no había menos que 7 millones de habitantes en esas selvas, cultivando en claros y recolectando especies que aún consumimos hoy, como el maíz y el tomate, y otras tantas que se han perdido.

También al sur del Bio Bio vivían comunidades que cultivaban en el bosque, criaban chillihueques (una domesticación del guanaco que ya se perdió), gallinas y gansos (¿tal vez cauquenes?). No menos de 1.5 millones de habitantes habitaban estos bosques, quemando pequeños claros para cultivar papa, maíz, garbanzos y ajíes.

Estos agricultores, que luego de 250 años de lucha se unificaron formando la nación mapuche, no querían vivir amontonados, sino que preferían la vida rural, en bosques abiertos, cerca de algún río que les permitiera pescar y viajar.

Si queremos que los bosques de nuestro continente vuelvan a expandirse necesitamos empezar por cambiar nuestro modo de cultivar la tierra, aprendiendo las enormes ventajas de convivir con ellos. Su principal enemigo es el modo en que concebimos nuestra agricultura, cada día más industrializada para alimentar a un grupo creciente de seres urbanos.

Así, mi sueldo, proveniente de los impuestos agrícolas como el de la mayoría de los académicos y funcionarios públicos, me permite llevar comida cultivada industrialmente a la mesa de mi familia.

El fuego es un instrumento desde que aprendimos a encenderlo. Si queremos proteger a nuestros bosques, tenemos que empezar por revisar el modo en el cultivamos nuestros suelos, repartimos la tierra, qué paga nuestros sueldos y dónde vivimos… Apagar el fuego nunca será una solución duradera.

*Ingeniero forestal y doctor en Ecología, investigador de dinámica de bosques (Conicet)



Si queremos que los bosques del continente vuelvan a expandirse debemos cambiar el modo actual de cultivar la tierra, aprendiendo las ventajas de convivir con ellos.

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