Análisis: avanza el calendario, pero no despeja las incógnitas

Igual que en Neuquén, los resultados en Río Negro y Chubut les dan la espalda a las dos ofertas que polarizan el escenario nacional. Macri festeja una derrota K.

Para los que imaginaban que el avance del calendario electoral iba a empezar a despejar la incertidumbre sobre octubre, Río Negro y Chubut sumaron ayer una nueva decepción. Aún no hay señales sobre si se consolidará el escenario de polarización o si el electorado se dividirá en tercios. Mucho más difícil es hacer pronósticos sobre un ganador. Pero las elecciones de ayer acaso dejen una única certeza: el alto nivel de rechazo que despiertan las dos principales ofertas para gobernar el país a partir de diciembre. Allí estará la clave de lo que viene.

El resultado en Río Negro reproduce el escenario de la reciente elección en Neuquén: un contundente triunfo del oficialismo local (Juntos) aliado y socio táctico del oficialismo nacional (Cambiemos), sobre su principal opositor (PJ-FpV). Igual que en Neuquén, el electorado de Río Negro relega además a un tercer puesto a los candidatos de la alianza entre el Pro y la UCR, que en las últimas semanas llamó resueltamente a un “voto útil” que impidiera una victoria kirchnerista. Solo un análisis del voto ganador podrá decir si ese llamado era necesario. Como sea, el resultado muestra las serias dificultades de Cambiemos para hacer pie en la provincia.

Macri parece resignado a este tipo de fracasos provinciales con tal de no perderlo todo. No parece que esto sea hoy una prioridad para el gobierno nacional: al presidente lo acecha un calendario que anticipa un largo tramo de victorias peronistas, tanto en internas como en elecciones locales, algunas victorias aisladas y la incógnita mayor de las primarias nacionales y bonaerenses en agosto.

Frigerio tuiteó un mensaje de felicitación y la arrobó a Arabela Carreras. Oscar Parrilli la llamó y le transmitió las felicitaciones del cristinismo.

El avance del cronograma electoral instalará una expectativa. Pero tampoco será predictivo de la elección nacional. Aún quedan muchas incógnitas por develar antes de junio, cuando venza el plazo de presentación de listas. ¿Será candidata Cristina Kirchner? ¿Sergio Massa resignará su lugar ante la aparición de Lavagna? ¿Seguirá cayendo la imagen del presidente?

La incertidumbre genera una sensación dual: las elecciones nacionales están muy cerca y muy lejos a la vez. Las urgencias del gobierno hoy son otras: que no se dispare el tipo de cambio, que aparezcan algunas señales de recuperación de la actividad, cuándo la inflación va a tomar nota de la depresión económica y va a empezar a bajar, que pare el viento de frente global que debilita a las monedas de los emergentes.

Todas siguen siendo dudas para el presidente.


Para los que imaginaban que el avance del calendario electoral iba a empezar a despejar la incertidumbre sobre octubre, Río Negro y Chubut sumaron ayer una nueva decepción. Aún no hay señales sobre si se consolidará el escenario de polarización o si el electorado se dividirá en tercios. Mucho más difícil es hacer pronósticos sobre un ganador. Pero las elecciones de ayer acaso dejen una única certeza: el alto nivel de rechazo que despiertan las dos principales ofertas para gobernar el país a partir de diciembre. Allí estará la clave de lo que viene.

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