La insólita cadena oficial de Alberto Fernández y el tuit del ministro Soria, asentados en diálogos privados de divulgación ilegal, revelan el triunfo del espionaje y el fracaso del combate del "sótano de la democracia". La denuncia de dos concejales y el reporte del viaje eran suficientes datos para abrir una causa. Urge la investigación -sin amiguismo ni corporativismo judicial- de una estadía soñada que se regalaron los jueces y que nunca debieron aceptar.