¿Bailamos?: Los colores de la danza
El mundo de la danza, estereotipos, prejuicios y rupturas.
Casa de la Cultura de Roca, 1985. Son las 20. En un rato nomás, subiremos al escenario. Frente al espejo iluminado jugamos con pinturas de colores que lucirán en nuestros rostros pequeños. Me pregunto por qué mi compañera, a quien el maestro llama “negrita candombera”, intenta ocultar su tez trigueña con una crema blanca. ¿En qué momento de la danza, la vida social e institucional, experimentamos la culpa y la vergüenza o la necesidad de diferenciarnos del otro por sus rasgos físicos, sus capacidades, sus creencias o limitaciones?
Me vienen a la memoria los poemas fundantes de la Argentina tradicional del “Martín Fierro” describiendo algunos personajes bajo conceptos aún vigentes en el imaginario colectivo: “A los blancos hizo Dios; a los mulatos, San Pedro; a los negros hizo el diablo para tizón del infierno; el indio por donde dentra roba y mata cuanto encuentra”. La Campaña al Desierto de 1878 y “la nueva Campaña al Desierto, pero no con la espada, sino con la Educación”, aquella desafortunada expresión dicha en 2016 por el entonces ministro de Educación Esteban Bullrich. Todos reafirman un modo de dominación material y simbólica y validan prácticas de apropiación y control social pretendiendo legitimar viejos paradigmas. Por otro lado, la invisibilización de la población afroargentina y la dominación de la mujer de clase y de género confirman que negros, indios y mujeres, siguen considerándose soporte residual del entramado social.
La danza teatral muchas veces adhiere a ese discurso hegemónico con sus estereotipos de mujer y hombre blancos, “actuando” otras razas. A contramano de esta tendencia, Alvin Ailey (Estados Unidos, 1931-1989) fundó la primera compañía de danza moderna de bailarines negros, “American Dance Theater” (1958), en un momento muy difícil para los afroamericanos. Sus obras se inspiraron en la dura experiencia de vida de los negros y su capacidad para celebrar, a pesar de ello. Su maestro, L. Horton (1906-1953), estableció la primer escuela de danza estadounidense multirracial. Ailey visitó el país en 1981. Con esta iniciativa, abrió una ventana a la igualdad y un frente contra la discriminación en el arte.
María Laura Balmaceda (*)
marialaura.balmaceda@yahoo.com
(*) Bailarina y coreógrafa. Profesora Nac. Sup. de Danza Clásica y Contemporánea. Especialista en Comunicación y Culturas Contemporáneas.
Casa de la Cultura de Roca, 1985. Son las 20. En un rato nomás, subiremos al escenario. Frente al espejo iluminado jugamos con pinturas de colores que lucirán en nuestros rostros pequeños. Me pregunto por qué mi compañera, a quien el maestro llama “negrita candombera”, intenta ocultar su tez trigueña con una crema blanca. ¿En qué momento de la danza, la vida social e institucional, experimentamos la culpa y la vergüenza o la necesidad de diferenciarnos del otro por sus rasgos físicos, sus capacidades, sus creencias o limitaciones?
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