Diálogo político
En un país de líderes políticos respetuosos y tolerantes, el diálogo político es un instrumento habitual para dirimir posiciones extremadamente antagónicas y, sobre la base de argumentos, establecer principios de convivencia pacífica y las leyes necesarias para sacar del pozo a la República.
La convocatoria al diálogo la debe hacer el gobierno, pero un Ejecutivo sobre el cual haya confianza, uno que cumpla su palabra, que no mienta ni agreda.
No parece ser el caso de este gobierno que -bajo el permanente impulso de su vicepresidenta- hace permanentes señalamientos de enemigos, ataca a los jueces y fiscales que osan investigarlos y se indigna con la prensa que informa o investiga. Y, pese a que la fustiga, contribuye a instalar la cultura del odio que tanto mal nos hace a los ciudadanos.
Es hora de dirimir las diferencias ideológicas de forma civilizada, pero con políticos, legisladores y funcionarios que estén a la altura.
Ernesto Javier Domínguez
En un país de líderes políticos respetuosos y tolerantes, el diálogo político es un instrumento habitual para dirimir posiciones extremadamente antagónicas y, sobre la base de argumentos, establecer principios de convivencia pacífica y las leyes necesarias para sacar del pozo a la República.
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