Hijo del Hombre
Alberto Suertegaray, DNI 14.169.481
General Roca
He aquí a mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido, el preferido de mi corazón. He puesto mi Espíritu sobre él, y por él las naciones conocerán mis juicios.
No clamará, no gritará ni alzará en las calles su voz. No romperá la caña quebrada ni aplastará la mecha que está por apagarse.
Con toda seguridad llevará a cabo mis juicios. No se dejará quebrar ni aplastar, hasta que reine el derecho en la Tierra. Los países lejanos esperan sus ordenanzas.
Yo, Yavé, te he llamado para cumplir mi justicia, te he formado y tomado de la mano, te he destinado para que unas a mi pueblo y seas luz para todas las naciones.
Por lo tanto, para el bien de la humanidad, con fe, hay que darles un anclaje ético-moral a las vivencias socioculturales de las naciones. Con esta referencia universal, las conciencias particulares, deben abocarse al juicio espiritual valorativo, y confirmar si sus motivaciones, sus intensiones y sus acciones son puras, justas, sabias y santas. Entonces, que el amor sea la última regla…
“Así que ahora les doy un nuevo mandamiento: ámense unos a otros. Tal como yo los he amado, ustedes deben amarse unos a otros.” ¡Dice el Señor!
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