Tarifas y precios
Dr. José Brunetta DNI 4.180.958
No es necesario ser economista para saber que cuando un bien resulta barato, su uso o consumo aumenta sobre lo normal, habitual, necesario o imprescindible. Quien no lo sepa es porque no recuerda la época de los argentinos viajando a Miami y pidiendo “déme dos”. O personas de bajos ingresos, que dicen ser pobres, utilizando en sus casas equipos frío-calor. O algunos propietarios de casas en country- clubs con sus piletas al aire libre climatizadas. El consumo excesivo de los servicios de gas, energía eléctrica y otros, que son bienes escasos, originan faltantes y necesidad de importar y el uso de divisas que son más que escasas. Ergo, subsidiar aún a una parte de la población, por su supuesta o verdadera condición de pobres, origina, en cascada, problemas de derroche de bienes escasos.
¿Y en qué consiste la ciencia económica más que en administrar la escasez? Y las escaseces adicionales que se originan en la aparición de nuevos servicios y productos que todos los seres humanos, preferentemente los de menores ingresos, creen que tienen derecho a tener o consumir. Hasta que no nos convenzamos de que las tarifas y precios deben ser necesariamente superiores a sus costos de obtención, producción y transporte a sus lugares de consumo, no podremos eliminar el déficit fiscal, el resultado de éste que es la inflación y las consecuencias aún peores que son la falta de inversión y de trabajo. Agravado por los subsidios a personas que no hacen ninguna tarea para compensar.
Como me contaba mi madre, que decían los socialistas italianos: “Chi non lavora non deve mangiare”. Como opinión adicional, si lográramos evitar un exceso de dinero originado por el déficit fiscal (por el costo de los subsidios de planes y tarifas y por el excesivo costo de la política) y los precios manejados por debajo de sus costos, habría menor demanda de servicios y productos.
Eso originaría la necesidad de competir entre los proveedores de bienes y servicios y, ergo, la transparencia en los precios relativos y la eliminación de la inflación (que es el mayor y peor de los impuestos, con el agravante que no es aprobado por el Poder Legislativo como corresponde constitucionalmente).
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