Cómo los piojos han migrado con los humanos por el mundo
Un científico nacido en Neuquén participó en el primer estudio que reconstruye las rutas que hicieron los piojos desde hace miles de años
Un científico nacido en Plaza Huincul, Neuquén, el biólogo Ariel Toloza, participó en el primer estudio que detalló el mapa de las migraciones de los piojos sobre las cabezas de los seres humanos por el mundo a lo largo de miles de años.
Con colegas de Estados Unidos y México, reconstruyó las rutas y descubrió que hubo dos corrientes migratorias de entrada de los piojos en América. La primera ocurrió hace 30 mil años y la otra después de la llegada de Cristóbal Colón.
Los resultados de la investigación fueron publicados recientemente en la revista científica PLOS ONE, y uno de los coautores fue Toloza, investigador del Conicet en el Centro de Investigaciones en Plagas e Insecticidas, que es colaborador de la Organización Mundial de la Salud. Trabajó con científicos de la Universidad de Florida, en los Estados Unidos, y de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Los piojos de la cabeza son pequeños insectos parásitos con 6 patas y sin alas. Miden entre 2 y 4 milímetros. Viven exclusivamente sobre la cabeza de los humanos y se alimentan de sangre. Se alimentan entre 4 y 5 veces por día y solo pueden sobrevivir 24 horas fuera de la cabeza de los humanos.

Ariel Toloza, investigador del Conicet, participó en un estudio global sobre las migraciones de los piojos
Antes de empezar, los investigadores tuvieron en cuenta que al existir esa íntima relación entre el parásito y el huésped humano, hubo una co-evolución. Por eso, sabían que una investigación podía arrojar luz sobre aspectos de la evolución que son difíciles de interpretar utilizando otras pruebas biológicas.
Hicieron análisis genéticos a 274 piojos humanos de 25 sitios geográficos de 19 países como Nepal, Tailandia, Camboya, Croacia, Holanda, España, Estados Unidos, Honduras, México, Perú, Argentina y otros. Además, esa información se cruzó con datos arqueológicos y biológicos relacionados con eventos migratorios humanos, el ciclo de vida de los piojos, sus niveles diferenciales de parasitismo y otras variables para simular escenarios estadísticamente probables.
En diálogo con Diario Río Negro, Toloza contó que se pudo inferir que “los piojos han seguido a los humanos, en sus movimientos migratorios, a través del mundo desde hace muchísimo tiempo.
Los piojos llegaron entonces a América en dos ocasiones u olas migratorias. Una que ocurrió hace aproximadamente 30 mil años, cuando los primeros Homo Sapiens arribaron a América, provenientes de Asia del este, a través del Estrecho de Bering”, refirió.
El segundo ingreso ocurrió más recientemente: “Fue cuando los primeros europeos llegaron a América”, después de 1492, en el período posterior a Cristóbal Colón, señaló. “Poseen historias de vida compartidas: los piojos han acompañado a los humanos desde el principio de nuestra existencia”, resaltó.
Cómo se hizo el estudio
Si los humanos se movieron por tal o cual región, queda “registrado” en el ADN de sus parásitos formando una “huella genética”, que contiene la información de esas migraciones, explicó. A través de herramientas de la biología molecular y la genética, “los científicos podemos estimar por dónde anduvimos los humanos a lo largo de la historia”, aclaró Toloza.

“Es importante señalar que los piojos analizados son actuales -colectados en colegios y centros y no antiguos o fósiles. A ese material se le extrajo el ADN y al usar marcadores llamados microsatélites y secuencias de ADN mitocondrial se pudieron inferir diferentes patrones genéticos”, señaló.
Los análisis se hicieron en las instalaciones de la Universidad de Florida, ubicadas en la ciudad de Gainesville. El estudio reveló la presencia de dos grupos de piojos diferentes. “Estuvieron genéticamente aislados bastante tiempo y hallamos híbridos casi exclusivamente en América, reflejando la colonización de América en dos grandes oleadas”, comentó.
La primera de ellas, detectada en piojos de Honduras y México, con “huellas genéticas”, provenientes de los primeros grupos de aborígenes que llegaron a América.La segunda se detectó en piojos de Estados Unidos y Argentina. Es un indicador de la llegada de europeos con Colón.
¿Sacarse una selfie aumenta el riesgo de tener piojos?
Los piojos han estado en contacto con los antepasados de los seres humanos desde hace más de 2 millones de años. “Se han encontrado muchos peines finos diseñados en madera y marfil, en sitios arqueológicos que indican que se tomaban medidas de control para eliminar a estos insectos parasitarios”, dijo el biólogo del Conicet Ariel Toloza.
Esa “convivencia” con los piojos ha estado acompañada de la circulación de mitos. Por ejemplo, uno de ellos cuenta que “saltan o vuelan” de una cabeza a otra. Sin embargo, eso es falso, porque los piojos no poseen alas ni patas saltadoras, como sí ocurre en el caso de las pulgas.
Los piojos sólo pueden caminar y en los pelos son muy rápidos. Por eso aprovechan a pasar cuando las cabezas están juntas. Si una persona con piojos se toma una foto “selfie” con otra es muy probable que se contagie por la cercanía, pero no por el supuesto salto del piojo.
Otro de los mitos es que bañarse en la pileta, en especial las infancias en épocas de colonias de verano, es una situación que aumenta el riesgo de tener piojos. Eso tampoco es cierto. Esos insectos están muy agarrados al pelo mientras la persona se mete en la pileta. Pueden aguantar la respiración por más de ocho horas. No les gusta el agua para nadar.
Algunas familias ponen vinagre en el cabello de las personas con piojos. Creen que es un método para combatirlos. Pero se sabe que el vinagre de alcohol que se usa como condimento en las comidas no mata ni repele a los piojos.
Toloza y colegas del CIPEIN del Conicet han creado una página en la que se mencionan más mitos y los tratamientos adecuados (www.sobrepiojos.com.ar).
Un científico nacido en Plaza Huincul, Neuquén, el biólogo Ariel Toloza, participó en el primer estudio que detalló el mapa de las migraciones de los piojos sobre las cabezas de los seres humanos por el mundo a lo largo de miles de años.
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