40 años de «Luz de luna», la serie que rompió todas las reglas y le mostró al mundo a un tal Bruce Willis

Protagonizada por Cybill Shepherd y un desconocido Bruce Willis, fue una de las series más populares e irreverentes de los ‘80. Combinaba lo detectivesco con la comedia romántica. Su primer episodio se emitió el 3 de marzo de 1985.

¿Quién se acuerda de Luz de Luna? Porque fue allí donde conocimos a Bruce Willis, por ejemplo. Pero deberíamos recordarla por más que eso: por haber roto todas las reglas sobre cómo hacer una serie de tevé en los 80, al punto de desafiarse a sí misma (y no superarlo) y por haber reformulado géneros a partir de un productor audaz y de una química imbatible entre sus protagonistas.


Creada por Glenn Gordon Caron, Luz de Luna fue un fenómeno que marcó una época, también en la tevé argentina. Hayes, interpretada por Shepherd, era una ex top model arruinada por su contador, un empresario sin escrúpulos que había generado decenas de negocios a sus espaldas.


Arruinada por las sucesivas estafas, Hayer se encarga de cerrar personalmente los negocios hasta que llega al último de ellos, una agencia de detectives de floja reputación llamada Blue Moon, a cargo de Addison (Willis), un pseudodetective tan irreverente como poco efectivo resolviendo casos, pero con un carisma imbatible. Addison, ante el temor de quedarse sin trabajo, convence a Hayer de mantener abierta la agencia y de trabajar juntos. Y funcionan ambas, la agencia de detectives y la serie.


La canción de Moonlighting», interpretada por Al Jarreau, una de las joyas de la serie


Luz de Luna, cuyo título original era Moonlighting, se emitió por primera vez el 3 de marzo de 1985. Le siguieron cinco temporadas hasta su inevitable final el 14 de mayo de 1989. Para entonces, muchas cosas habían cambiado. Por caso, que Bruce Willis filmara Duro de Matar, lo lanzara al estrellato cinematográfico definitivo y dejara de interesarle seguir haciendo tevé.


La salida de Glen Gordon Caron, al final de la temporada tres, fue otro de los golpes que la serie no logró resistir, aunque haya seguido dos temporadas más. Si algo caracterizó a Luz de Luna fue el excelente manejo de la tensión sexual entre sus protagonistas. Pero Caron fue más allá: contra todas las reglas y acaso porque de eso se trataba Luz de Luna, de ir contra todas las reglas, decidió que aquella tensión sexual finalmente dejara de ser tal: en el episodio trece de la temporada tres que no por nada se llamó “Im curious… Maddie”.

Emitido el 31 de mayo de 1987, él y ella finalmente se acuestan. O algo así: la escena fue realizada en vertical, con ambos, actor y actriz, parados y con decorado de fondo ya que Shepherd estaba embarazada y Willis aún padecía los efectos de su clavícula rota mientras esquiaba.


¿Cómo seguir una serie cuyo combustible era la tensión sexual entre sus protagonistas si ya no existe tal cosa? A través de una sucesión de malas decisiones que deterioraron el rating de la serie hasta su final ya para entonces inevitable, en 1989. Aun así, fue un gran final, uno en el que se rieron de sí mismos.

El casting de Bruce Willis: uno entre tres mil


Tres mil actores pasaron por un casting que buscaba quién hiciera de David Addison Jr., el personaje que acompañaría a Maddie Hayes, personaje que hacía rato ya tenía quien lo interpretara: Cybill Shepherd, una actriz para entonces algo venida a menos, luego de buenos papeles en filmes como The Last Picture Show, The Heartbreak Kid y, sobre todo, Taxi Driver, de Martin Scorsese.


Pero aquello había sucedido en los ‘70. Para mediados de los los 80, Shepherd era una actriz en busca de un papel que la devolviera a los primeros planos. Y ese papel iba a ser el de Maddie. La actriz vio en ese personaje un evidente alter ego suyo: una exmodelo -ella lo era- queriendo reinventarse. Por eso dijo que sí inmediatamente. Pero ¿quién la acompañaría?


Bruce Willis era a mediados de los 80 un perfecto desconocido y eso, entre otras cosas, lo hicieron perfecto a los ojos de Glenn Gordon Caron, a pesar de que los ejecutivos de la cadena de tevé ABC exigían que fuera un actor conocido. Querían al actor Harley Venton (Durmiendo con su enemigo) para el personaje. Otros nombres en los que pensaron fueron los de Robert Blake (Carretera perdida) o Rick Dees (La bamba), pero Caron lo apostó todo por Willis, y ganó.


El día que Willis audicionó era nadie en el mundo del espectáculo: había sido un hombre cenando en El primer pecado mortal” (1980), un observador sentado en la sala de una corte en “Será Justicia” (1982) y una participación indefinida en “El príncipe de la ciudad” (1981). Y nada más.


En 1984, Bruce Willis no era más un barman de la ciudad de Nueva York que protagonizaba obras de teatro off Broadway, mientras esperaba algo que cambiara el rumbo de su carrera de actor. Ese algo pudo haber sido cuando lo llamaron de Los Ángeles para el casting de Desperately Seeking Susan, pero no fue elegido.

De todos modos, se quedó un día más en la ciudad para asistir a otro casting en que competía con otros tres mil actores. Cuando le tocó su turno para audicionar el papel de David Addison Jr.. Willis, que lucía ropa militar en modo punkie, la cabeza rapada y las orejas perforadas de piercings, convenció de inmediato a Caron, quien a su vez tuvo más trabajo para convencer a los ejecutivos y a la propia Cybill Shepherd, que dio el okay.

Pero nunca se llevaron bien. La relación entre ambos siempre fue mala y con el correr de la temporada fue peor. Al punto que muchos años después, en 2018, un poco en broma, pero bastante en serio, la actriz llegó a decir que “los personajes de la serie no eran exagerados. Yo hacía de una exmodelo y lo había sido. Y Bruce a un idiota, y lo era. No hemos hablado en estas últimas tres décadas, pero siempre permanecerán vestigios de lo que pasó”.

«Luz de luna»: una vuelta de tuerca al género

Luego de pegarla con una serie llamada “Taxi” y de encontrarle la vuelta a “Remington Steele”, Caron, en estado de gracia, recibe un encargo: tres pilotos de series para la cadena ABC. Sin embargo, los dos primeros pilotos no fueron aprobados para su desarrollo en formato de serie, acaso porque eran ya demasiado personales y arriesgados. Los ejecutivos le fueron al grano: querían otra serie de detectives y ya.

«Atomic Shakespeare», el capítulo en que la serie parodió «La fierecilla domada», del dramaturgo inglés.


Pero Carson, que en realidad quería escribir para cine, no le veía la gracia: ¿repetir una fórmula gastadísima de pareja de detectives resolviendo casos inverosímiles? En fin, si eso quieren, eso tendrán. O más o menos. En cuarenta y cinco segundos, Caron le contó a Lew Erlicht, director de la cadena, en qué estaba pensando: una modelo estafada por su contador que tiene que hacerse cargo de una agencia de detectives. Caron salió de la reunión con el okay de los ejecutivos y se puso a trabajar… a su modo.


Caron se propuso encontrarle la vuelta a un género que se repetía una y otra vez hasta que es vuelta apareció en su cabeza. La serie podía ser eso que quieren los ejecutivos, los publicistas e incluso el público, pero en una clave diferente: Caron pensó una parodia. De los personajes para con los tópicos propios del género detectivesco, pero también de él mismo parodiando las reglas del género.

Con Luz de Luna, Carson, sin dejar de darle a los ejecutivos el producto que querían, experimentó con el formato, aplicó todo tipo de técnicas de metalenguaje, se autoparodió al extremo y creó nuevas maneras de narrar en tevé, como romper la “cuarta pared” para mirar a cámara y hablarle al telespectador o directamente ir hasta detrás de las cámaras y mezclar a los protagonistas con los técnicos y todo el personal de detrás de cámara.

Bruce Willis y Cybill Shepherd: ellos eran todo

A Caron no le importaban los asesinatos, robos, los criminales y las resoluciones, las pistas y los interrogatorios. Para él todo eso era la excusa para que Maddie y David hicieran su magia. Y para ello le dio todas las herramientas necesarias: humor, parodia y todo tipo de ruptura de reglas sobre todo lo que tuviera que ver con el género detectivesco clásico de la tevé.


En esa tesitura, Caron se permitió todo: filmó un capítulo en blanco y negro que contó la participación del mismísimo Orson Welles y que remitía al los clásicos del cine negro de los años ‘40; en “Big Man on Mulberry Street”, homenajeó la comedia musical con una secuencia de baile coordinada por Stanley Donen. El director y coreógrafo de Bailando bajo la lluvia; en “Atomic Shakespeare”, Caron adaptó “La fierecilla domada”, del dramaturgo inglés.


Las dos primeras temporadas fueron un éxito rotundo. También lo fue la tercera hasta que Caron decidió que entre Maddie y David pasara algo. ¿Cómo seguir si la tensión sexual no resuelta, combustible necesario de la serie, finalmente se resuelve? Había formas de hacerlo, pero parece que ya a nadie le importaba.


Embarazada de mellizos, Shepherd estaba cada vez más enfocada en su maternidad y encumbrado como actor, Willis ya no estaba interesado en la serie. Por su parte, harto de la mala relación entre Shepherd y Willis y de la actriz con él mismo, Caron se fue presionado por los ejecutivos, presionados a su vez por Shepherd, quien le había dejado en claro que era ella o él.


Tras la salida de Caron, los guionistas y directores hicieron lo que pudieron, pero fallaron una y otra vez. Una de ellas fue darles protagonismo a los dos personajes secundarios, la secretaria de la agencia Agnes Dipesto, y el detective ayudante, Herb Viola. Pero a nadie le importó lo que sucedía entre ellos. El punto era que para entonces tampoco sucedía nada entre Maddie y David.


Agnes y Herb fueron el marco para el cierre de la serie, un cierre que como dijimos estuvo a la altura de la serie que (se) despedía. En el último episodio, después de resolver el caso de turno y de presenciar la fracasada boda de DiPesto y Viola, David y Maddie vuelven a la oficina y se la encuentran vacía. Un ejecutivo de la cadena les dice que el show ha sido cancelado. Entre desesperados y sorprendidos, ambos corren a buscar a otros actores, personajes y al supuesto dueño de la cadena para intentar salvar la serie, pero ya no hay nada que hacer. Maddie y David se sientan a los pies del altar –vaya lugar-, y la pantalla se funde a negro.


Luz de Luna no está en ninguna plataforma de streaming. Tampoco en You Tube. A comienzos de los 2000 fue lanzada en DVD, pero ya nadie reproduce DVDs. Alguna vez fue repuesta en la señal de TCM. ¿Quién se acuerda de Luz de Luna?


¿Quién se acuerda de Luz de Luna? Porque fue allí donde conocimos a Bruce Willis, por ejemplo. Pero deberíamos recordarla por más que eso: por haber roto todas las reglas sobre cómo hacer una serie de tevé en los 80, al punto de desafiarse a sí misma (y no superarlo) y por haber reformulado géneros a partir de un productor audaz y de una química imbatible entre sus protagonistas.

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