Fito Páez edita Novela, la ambiciosa ópera rock que esperó 37 años
Pensado originalmente como una película, en 1988 comenzó a escribir las canciones de la banda sonora. Por distintas circunstancias, el proyecto se guardó durante décadas hasta que lo retomó el año pasado. Finalmente, el jueves pasado vio la luz.
En los pueblos, los circos siempre se instalaban en el mismo lugar. Un predio enorme vacío que cada tanto ocupaba una enorme carpa rodeada de camiones y trailers . Nos enterábamos de su llegada cuando lo veíamos instalarse. Después comenzaría el marketing circense: propaladora andante con un megáfono infernal , publicidad gráfica entregada en mano en las esquinas céntrica del pueblo y, a veces, muy pocas por cierto, una avioneta surcando el espacio aéreo del pueblo con mejor audio -créase o no- que e vehículo callejero.
¿Qué pasaba cuando un circo llegaba al pueblo? Pasaba que queríamos ir, por supuesto. Pero, ¿por qué? El circo siempre me resultó un lugar inquietante donde no la pasaba bien. Me ponía nervioso. Tenía miedo de que le pasara algo a los trapecistas, que los motociclistas del globo de la muerte se la peguen, que a los malabaristas fallaran. Aún así, quería(mos) ir.
¿Por qué? Porque todo alrededor del circo (nos) daba curiosidad. Queríamos ver, de eso se trataba. Esa vida errante y nómade. ¿De verdad vivían en trailers? ¿Tenían una vida fuera del circo? Más de una vez, de día, intentamos ver a través de los trailers que rodeaban la gran carpa. Pero nunca llegamos, no nos animamos a hacerlo. No quisimos hacerlo.
A cada pueblo, su circo. Y a mi pueblo, chico y demasiado alejado de la gran ciudad, llegaban, salvo contadísimas excepciones, circos más o menos . Bastante menos que más. Aún así, todo era misterio a su alrededor. Nada brillaba, todo deslucía. Aún así, funcionaba para nosotros. Domadores, magos, malabaristas, equilibristas, faquires, hombres y mujeres experimentando rarezas para asombro del público. Sea en Cipolletti como en Villa Constitución.

Este jueves, a las 20, Fito Páez publicó Novela, un disco que es mucho más que eso. Es una joya de la música popular argentina que esperó más de 35 años para ver la luz. Una ópera rock dirá el propio Páez. Y lo es, pero también es una inspirada opereta criolla que hunde sus raíces en el circo criollo argentino, aquel de los Hermanos Podestá, entre otros.
Novela, que Páez comenzó en 1988 mientras trabaja en las canciones de Ey!, es un trabajo conceptual de poco más de una hora conformado de 25 composiciones del propio Páez, entre canciones y relatos breves que conectan el relato, producido por el músico rosarino, junto a Gustavo Borner y Diego Olivero y grabada entre Abbey Road, Londres y los estudios de Sony Music 5020 Madrid.
Como parte de los 25 tracks que componen la obra, se encuentran los textos lucidos por la maravillosa interpretación de la actriz, dramaturga y directora de cine, Lorena Vega.
Novela es una obra necesaria. Extensa para estos tiempos , nos exige sentarnos a escucharla de principio a fin. Por supuesto que cada canción funciona por separado. De hecho, tuvo dos cortes, “Cuando el circo llega al pueblo” y “Superextraño”, y un tercero, “Sale el sol”, el mismo día de la publicación del disco. Pero la riqueza de Novela está en la obra, su historia, las letras y una narrativa que oscila entre el realismo y lo fantástico.
Las historias de Novela
Novela es la historia de un circo, el Circo Beat, que llega a Villa Constitución con su troupe y una historia trágica que se irá revelando a lo largo de las canciones. Paralelamente, en una galaxia muy muy lejana, está la Universidad Prix, una prestigiosa casa de estudios dedicada a la brujería.
Se ubica en TON 618, el agujero negro súper masivo más grande del universo. Posee sesenta mil millones de masas solares en su estómago interior. El monstruo de todos los monstruos. Se encuentra a diez mil millones de años luz de la Tierra, unas cien mil veces el diámetro de la Vía Láctea. En otras dimensiones.
Rectitud Martirius es la rectora dura e implacable de la Universidad Prix. Clásica bruja de manual. Un sombrero de bruja cachavacha, una escoba sucia siempre a su lado, como bastón imperial, y un traje marrón que oculta sus largos pies y su cola de rata.
Había circos todo el tiempo de mi infancia. En Rosario, en Villa Constitución, eran circos pobres de provincia algunos, otros no tanto. Cuando venía el Circo Tiahny era monumental. Pero había otros que no. Y el circo lo era todo.
Fito Páez.
Maldivina y Turbialuz son las brujitas estrellas de la universidad Prix. Las envidiadas por todos por sus excelentes notas, a pesar de su pésimo comportamiento. Son dos jóvenes desenfadadas. Bellas e inteligentes. Tiernas y despiadadas.
Maldivina es una muchacha rubia de ojos azules, y Turbialuz , una jovenzuela morocha de ojos negros. Pendencieras como las peores. Son la pesadilla de Rectitud Martirius. Harta de tolerar sus malos hábitos y comportamientos, Rectitud Martirius, con la anuencia del concilio superior de brujos, decide que va a asignarles el examen más difícil de la Universidad Prix: la formación de un romance perfecto en parajes lejanos.

Volvamos a la Tierra. Loka, una adolescente de dulce mirada e irresistible belleza, es la protagonista del romance y principal heroína junto a Jimmy, un adolescente tierno y salvaje que toca la guitarra y es el cantante de la banda de rock del pueblo, “Los James Dean”, el otro protagonista de esta historia de amor.
Jimmy vive en Villa Constitución en la provincia de Santa Fe. Es el joven héroe guitarrista, huérfano de madre y padre. Convive con su simpática tía Charito en una típica casa chorizo de fines del mil ochocientos, ubicada frente a la plaza del pueblo. Charito: es una mujer de casi cincuenta años, adicta a las pastillas que le provee su amante, don Ignacio Chantoni, farmacéutico y “siquiatra” del pueblo.
Por otro lado, está Jok , dueño del Circo Beat y padre de Loka. Un hombre rudo, de unos cincuenta años, bigote finito de rufián de película, corpulento, ojos afilados y negros .
El Circo Beat es un antiguo organismo pleno de viejas historias y rencillas de todo tipo. Se encuentra parado en el medio de una tormenta de dimensiones bíblicas en la ruta 9 de la provincia de Santa Fe, en la localidad de Arroyo Seco.
Dentro del circo de Jok, habita Julius, el domador de tigres famélicos. Es un hombre guapo, de rostro anguloso y semibarbudo marcado por surcos que han envejecido a golpes de ginebra.

Julius tiene una vieja rivalidad con Jok. Los dos estaban enamorados de la misma mujer: la mamá de Loka, quien termina decidiéndose por Jok en su coqueteo entre los dos hombres. Una noche, en un desafortunado episodio, la madre de Loka muere aplastada por los elefantes del circo.
Muchos personajes no son lo que aparentan ser. Así en el cine como en la vida. La historia transcurrirá en el lapso de una hora, aproximadamente, para el oyente, apunta la prensa del disco. Entre un gallinero que oficia de sala de ensayo, una iglesia trasformada en un edificio de la inquisición moderna, una carpa desvencijada, la Universidad Prix, excéntricos personajes de circo de diferentes extracciones sociales y nacionalidades, un prostíbulo bien hechor, rufianes de toda calaña, una tormenta inasible y dos chicos que quieren escapar de sus designios familiares y dejar una pequeña ciudad de provincia cuyos habitantes pueden transformarse en una salvaje jauría humana en lo que canta un gallo.
La música de Novela
Dice Fito Páez que Novela remite a Tommy y Quadrophenia, las célebres y aclamadas ópera de The Who. “Es una idea que surge en el año 88, más o menos, paralelo a Ey! y creo que tenía inyectado ya el gen de Quadrophenia y Tommy. Los Who habían contado dos historias diferentes, y esas dos historias fueron adaptadas al cine”.
En Desvelando Novela, la entrevista con Cristian Alarcón disponible en su canal de YouTube, sigue contando Páez: “Entonces, ya había empezado a hacer las primeras canciones de Novela en un departamentito en Calle Santa Fe y en una sala de ensayo en Caballito. Pero justo estaba haciendo Ey! también. Entonces, me entusiasmaron las músicas, sabía que iban a ser ideas de tiro largo”. Muy largo, por cierto: 37 años.

Es cierto, lo primero que viene a la mente es la ópera rock de los Who. Pero no hay tanto Who en la música de Novela, hay recién al final, cuando aparece “El triunfo del amor, vigésimo primer track y todo allí se hace muy Quadrophenia, los chicos en moto y todo un pueblo sumido en una batalla campal: Villa Constitución en modo Brighton.
Novela también exuda beatle. Sobre todo el beatle del Sargento Pepper. La orquestación, bellísima por cierto, no podía sonar de otro modo que no sea beatle habiéndose grabado en ese enorme estudio de Abbey Road que alojó a Los Beatles de principio a fin.
Hay más, pero dos ejemplos:en “Cruces de gin en sal” resuena los arreglos de “She’s leaving home” y en “Jimmy Jimmy”, un rap furioso que antecede a los Kuryaki que no por nada por aquel entonces, 1988, andaban cerca de Páez, se cuela Sargent Pepper, la canción.
Pero la sorpresa está al comienzo: Novela suena a Prince. ¿Sorpresa? En realidad no, si pensamos en la influencia decisiva que ejerció a partir de la segunda mitad de los 80 el genio de Minneapolis en la música y la estética de Fito.
“Universidad Prix”, primera canción del disco abre con una escena: la de Maldivina atravesando, apurada y a las puteadas, el pasillo de la universidad tratando de no llegar tarde a la clase. Cuando la música comienza suena disco, muy de fines de los 70, y el ambiente se parece más a los pasillos de la escuela de artes de Fama que a los de una escuela de brujería.
“Los prixis queremos divertirnos/ No tenemos miedo al poder/ Ansiamos la libertad /La que no es para cualquiera/ La única, la que no se puede tocar/ La única, la que no se puede nombrar/ Mucho menos vos”, canta Páez al final de la canción. Decí que todo esto viene de lejos porque podríamos pensar que…
Muchas cosas vienen de lejos en esta Novela. Pero no todas. Algunas quedaron en el camino, otras fueron a parar a otras canciones y otras nos fueron dadas sin saberlo. Veamos.
Circo Beat, sin ir más lejos, el nombre del circo de Novela le dio nombre, canción y letra al disco que sucedió a El Amor Después del Amor. De hecho, “Circo Beat”, la canción era “As de Póker”, una de las composiciones que aquella primera Novela del 88. Y algo más: el “uh-juh/uh-juh” de “Circo Beat” cierra “Cuando el circo llega al pueblo”.
“La brujitas”, escrita originalmente a fines de los 80, fue a parar a Piojos y Piojitos, un disco de música para las infancias de 1991. “Novela”, la canción, se convirtió en la música de “Nada es para siempre”, el hitazo que Fabiana Cantilo grabó en Sol en Cinco (1995), su quinto disco. Una parte de su melodía cierra la mencionada “El triunfo del amor”. Una parte de su melodía cierra la mencionada “El triunfo del amor”.
Por último, “Jimmy Jimmy”, octava canción de Novela, sonaba en los shows de Fito de los últimos años de la década de los 80, a veces como introducción a “Tercer mundo”.
Originalmente, Novela iba a ser una película cuyo guion había escrito en su momento Páez junto a Horacio González. Aquel proyecto, por ambicioso en lo artístico se tornó inviable: Fito no tenía un mango y nadie estaba interesado en ponerlo por él.
A su modo, su banda sonora, al igual que su creador, surfearon el tiempo. Y (nos) llegaron. No es poco.
En los pueblos, los circos siempre se instalaban en el mismo lugar. Un predio enorme vacío que cada tanto ocupaba una enorme carpa rodeada de camiones y trailers . Nos enterábamos de su llegada cuando lo veíamos instalarse. Después comenzaría el marketing circense: propaladora andante con un megáfono infernal , publicidad gráfica entregada en mano en las esquinas céntrica del pueblo y, a veces, muy pocas por cierto, una avioneta surcando el espacio aéreo del pueblo con mejor audio -créase o no- que e vehículo callejero.
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