El saldo de ese día es nefasto. Pero sería un error asumirlo como una derrota de la ciudadanía, porque quedó sembrado el germen de la lucha pacífica por la libertad. Hace un año me detuve en el corazón de La Habana, en la intersección de las calles 23 y L del barrio Vedado, saqué mi teléfono del bolsillo e intenté grabar los gritos de “libertad” y “abajo la dictadura” de un grupo de jóvenes que eran lanzados por los aires hacia un camion de basura por agentes de la Seguridad del Estad