Asfalto urbano: errores a repetición que indignan
Si lo poco que se hace en materia de repavimentación o bacheo se hace mal o a destiempo, el gasto termina siendo un despilfarro para el municipio que no dispone de fondos para obras mayores.
Aquellos que siguen con algún interés los comunicados que informan cada tanto sobre arreglos de calzadas, obras de bacheo y planes de repavimentación se han transformado en especialistas inesperados. Hoy pueden hablar de igual a igual sobre “paquetes estructurales”, mezclas asfálticas y temperatura de vertido.
Los que tienen menos paciencia ya no quieren saber de explicaciones y se suman periódicamente a las quejas que caen sobre los funcionarios municipales por el pésimo estado de las calles.
Episodios de “ensayo y error” en secuencia interminable dejaron a las arterias más transitadas del área céntrica en estado de colapso. Y ese panorama se agrava en invierno, cuando el hielo rompe lo que queda y las condiciones climáticas desaconsejan cualquier nueva reparación.
El secretario de Obras Públicas del municipio, Alfredo Milano, dijo que son múltiples las razones que conspiran contra la eficiencia y la calidad de los bacheos. Además de las condiciones climáticas, también suele haber problemas con el material y filtraciones de agua que acortan la vida útil de los arreglos.
Uno de los que más enervó a los barilochenses (aunque no el único) fue el bacheo fallido de la avenida 12 de Octubre, ejecutado en mayo último por la empresa Hidraco, a un costo de 2,14 millones de pesos. Dos ingenieros consultados aseguraron que en ese caso “se veía lo que iba a pasar porque colocaron el asfalto con demasiada humedad”. Otro profesional opinó que la mezcla tenía mucha arena y poco asfalto, de modo que el desgranamiento casi inmediato era inevitable.
Esa clase de errores técnicos son moneda común en las obras viales encargadas por el municipio y Milano en parte lo reconoce, al aceptar que el sistema de inspección deja mucho que desear.
Otra calle con graves problemas es Elflein, que también el municipio esperaba rebachear la pasada semana, en caso de hilvanar una seguidilla de días secos. Algo que, aun así, está desaconsejado por los especialistas, quienes señalan que en invierno este tipo de obras no deberían hacerse en ningún caso.
“El primer problema es que no respetan las vedas. En eso las normas de Vialidad son muy severas”, afirmó el secretario local del Consejo de Ingeniería, José Repossini. Pero es evidente que el municipio tiene otros criterios. Y otras urgencias.
Los planes, escritos en el papel, seguramente deben decir que la mejor época para una obra de asfalto es el período octubre/mayo. Pero las licitaciones suelen atrasarse y las decisiones políticas son muy permeables a las protestas airadas de los vecinos, que se retroalimentan en los llamados a las radios y los comentarios en las redes.
Tiempos fatales
Milano dijo que en la gestión pública es frecuente que las obras no se puedan hacer en la época ideal, a veces por atrasos vinculados con la burocracia y otras veces por falta de presupuesto. Dijo por ejemplo que el municipio tiene contratada a Codistel para realizar una obra de pavimento en hormigón de 25 cuadras, que abarca calles como Rolando, Morales, Campichuelo, Tronador, Neuquén y La Paz.
Los sobres de la licitación se abrieron en octubre pasado, el contrato se firmó recién en marzo y la obra -invierno de por medio- tiene un plazo de ejecución de 365 días. Todo muy lento y tortuoso.
Otro proyecto en marcha es el que comprende la repavimentación y bacheo de las calles Los Ñires y Namuncurá, que se financian con fondos del plan Castello y serán complementarias de un nuevo puente sobre el arroyo Ñireco.
Pero las grandes obras de asfalto que necesita la ciudad por ahora siguen ausentes. Milano dijo por ejemplo que la Costanera (una de las que más irritación genera), necesita una repavimentación a nuevo, que debería incluir el retiro de las capas superpuestas de “flexible” (agrietadas y deshechas en muchos puntos) y su reemplazo por paños de hormigón. Desde el semáforo de Ñireco hasta el monolito a San Martín. “El costo sería de 150 millones de pesos y el municipio no lo puede hacer”, admitió Milano.
Evitar riesgos tiene un costo
En relación con la época de los trabajos, el secretario de Obras Públicas dijo que los costos también influyen, porque “hay aditivos que permiten trabajar con temperaturas bajo cero, pero cuestan cuatro veces más”. El municipio opta por usar un aditivo más barato.
El ingeniero Wálter Luzzardi, que es titular de Codistel y acumula larga experiencia en el tema, dijo que “cuando se trabaja sobre el límite pasan estas cosas” y señaló que el bacheo en 12 de Octubre, realizado por la firma Hidraco “estuvo mal hecho porque se colocó con humedad y bajas temperaturas”.
Según Luzzardi, la infraestructura vial de Bariloche “está colapsada por muchos años de abandono” y necesita un plan integral de reconversión que empiece “por un buen estudio de tránsito”.
Señaló que el hormigón dura 30 años y el pavimento asfáltico 10 años, aunque este último requiere un mayor trabajo de base y garantía de que no haya vertientes ni caños rotos, porque si no se rompe de inmediato.
Las obras de bacheo en invierno son totalmente desaconsejadas por los ingenieros viales.
Marcelo Martínez
Si se tratara de pasar en limpio los tropiezos acumulados y planificar a futuro, el panorama es desalentador. Según Milano, la mayoría de las calles de Bariloche “ya cumplieron su vida útil y no dan más”. Señaló que Juramento, España y Elflein son algunas de las más comprometidas.
El funcionario admite problemas con los controles” y señaló como ejemplo el asfalto de Los Ñires, que duró muy poco y ahora se va a rehacer. En la Costanera, además del atraso de los trabajos en días muy fríos, “hubo una falla en el dosificador de la mezcla”, dijo Milano. Los baches volvieron a abrirse con la primera lluvia. Aseguró que el trabajo “está con garantía” y el municipio no pagará sobrecostos.
Dijo como ejemplo que hay ciudades que tienen plantas hormigoneras propias y “trabajan las 24 horas sin interrupción”. Dijo que esa modalidad la vio por ejemplo en Buenos Aires, en la construcción del Metrobus. “Acá culturalmente no lo aceptamos. Estamos atrasados en tecnología y en lo cultural”, dijo Milano.
Aceptó que las inspecciones del municipio muchas veces no son las ideales. Dijo que el personal trabaja hasta las 15, después de ese límite hay que pagar horas extras, y también “faltan vehículos”, porque el inspector deberían tener capacidad de controlar todo el proceso del asfalto, desde la planta hasta la obra.
“El primer problema es que no respetan las vedas. En eso las normas de Vialidad son muy severas”.
José Repossini, secretario del Consejo de Ingeniería.
Presupuesto simbólico
Más allá de las obras de envergadura que contrata con otras empresas, el municipio cuenta con una cuadrilla propia de bacheo en hormigón, que tiene una capacidad de trabajo de 1.200 metros cuadrados por mes.
El material lo compran a proveedores privados. Hay cuatro plantas habilitadas en Bariloche. La capacidad de acción es modesta, en relación con el tamaño de la ciudad, admitieron desde el municipio. Por todo concepto el presupuesto para obras públicas con recursos propios es de 70 millones de pesos, de los cuales 20 millones se gastan en combustibles y 7 millones en lubricantes.
Para lograr mejores resultados sería importante trabajar sólo en días de temperatura y humedad ideales (lo cual casi no ocurre en otoño e invierno), pero la presión de los vecinos muchas veces juega en contra.
Uno de los proyectos en danza, dijo Milano, es comprar un “fusor de asfalto”, que permitiría trabajar en reparaciones pequeñas con equipamiento propio, sin la demora administrativa que impone la contratación de un tercero.
Datos
- “El primer problema es que no respetan las vedas. En eso las normas de Vialidad son muy severas”.
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