River, Demichelis y la paradoja del espejo

El entrenador del Millo, que quiso tener a Javier Gandolfi en su cuerpo técnico cuando llegó como reemplazante de Gallardo, perdió la batalla táctica ante un DT que conoce muy bien las virtudes y por sobre todo las debilidades del líder de la LPF.

Quizás en el pasado de Martín Demichelis y Javier Galdolfi se encuentre la explicación de este presente de River y Talleres, dos de los equipos más vistosos del campeonato que anoche en Córdoba confirmaron tal calificativo.

River y Talleres se parecen. Son los dos conjuntos más efectivos del campeonato, pero por esas cosas del fútbol en el primer tiempo el marcador quedó en blanco a pesar de la media docena de posibilidades que tuvieron para romper el cero antes del descanso.

Al Millo, puntero de la Liga Profesional, siempre dominante y altivo, le llegaron mucho más de lo acostumbrado. Como si sus secretos de invulnerabilidad hubieran quedado al descubierto en Córdoba. Talleres corrió el velo del líder y quizás la ligazón de Galdolfi con su amigo Demichelis haya influido en ello. A partir de ahí podría comenzar a explicarse la caída de River en estadio Mario A. Kempes por 2-1.

El hoy entrenador de Talleres estuvo a punto de sumarse al cuerpo técnico de Micho cuando éste llegó a River. Se conocen desde las inferiores del club de Núñez y desde mucho antes también. De hecho ambos zagueros centrales son producto de la cantera de Renato Cesarini, tienen la misma edad y llegaron juntos a la Primera de River en la temporada 2002/03.

La amistad perduró a pesar de que sus carreras como futbolistas fueron en distintas direcciones: Demichelis brilló en la elite europea junto al Bayern Múnich, mientras que Gandolfi, si bien tuvo una extensa carrera de 22 años como futbolista, sólo se movió a Sarandí para jugar en Arsenal y a México (Jaguares y Tijuana) para terminar su carrera en Córdoba jugando en Talleres.


Lo que siguió siempre en el mismo sentido fue la amistad entre ambos, además de compartir información calificada en sus roles como entrenadores. Casi como en un alter ego reversible, Demichelis y Galdolfi se identifican en su modo de actuar del otro lado de la línea de cal, pero en el juego de las semejanzas el que prevaleció fue el DT de equipo cordobés.

Anoche, Talleres tuvo recuperación, salida rápida y la intención imponer superioridad numérica en cada réplica. Con esta fórmula casi llega al gol a 5’ aunque Armani estuvo atento y en segunda instancia, Sosa le cometió falta a Barco y no al revés como había interpretado el árbitro Ramírez y que el VAR revirtió invitando al juez a ver el monitor.

Lo volvió a hacer promediando la primera etapa pero Armani le sacó el gol a Michael Santos, el artillero del equipo cordobés. Ese fue el plan y le funcionó. River, que tuvo como chance más clara un tiro libre de De la Cruz que dio en el palo, se sintió incómodo, con Beltrán muy solo arriba y sin el acompañamiento de Rondón, ocupándole el lugar a algún volante que al Millo le faltó para equilibrar el medio.

La etapa inicial terminó sin goles pero la batalla táctica la ganaban los cordobeses. Y sí, por algo Demichelis lo quería a su amigo en el cuerpo técnico.

Demichelis intentó reversionar su libreto y River corrigió sus errores al comienzo del segundo tiempo. No dio espacios para la réplica y dominaba a su rival. Hasta que llegó la ráfaga de efectividad de ese gran jugador que es Rodrigo Garro, pampeano de nacimiento pero de la factoría del Instituto cordobés.

Primero para darle destino de red a una gran jugada personal de Ramón Sosa cuando se jugaban 28’ y cinco minutos después para meter un zurdazo a lo Dybala, inatajable para Armani.

Demichelis buscó soluciones en el banco y puso en cancha a Pablo Solari y a Matías Suárez, que 5’ después del 2-0 metió un cabezazo para el descuento, mandando a callar a la multitud. El delantero con pasado en Belgrano avisaba que aún no estaba todo dicho.

River no negoció su amor propio y fue por la heroica pero era la noche de Talleres, que ganó un partido vital para quedar tercero a 7 puntos de su vencido. En el reflejo de los entrenadores que se reconocen afines a una misma idea, el que devolvió una imagen más nítida esta vez fue Galdolfi, que supo cómo ganarle a su amigo y ocasional rival, y que por algo lo quería tener a su lado en el banco.


Quizás en el pasado de Martín Demichelis y Javier Galdolfi se encuentre la explicación de este presente de River y Talleres, dos de los equipos más vistosos del campeonato que anoche en Córdoba confirmaron tal calificativo.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite desde $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora