Emprendedores de Cipolletti fabricaron un snack de manzana que conquista el mundo
Dos jóvenes locales idearon un alimento a base de rodajas de manzana, que se destaca por su dulzura, acidez y crocancia. Con un atractivo packaging, el producto creció en plena pandemia, enamora los paladares de todo el país y se proyecta como exportación a los EEUU.

“La suerte es lo que ocurre cuando la preparación coincide con la oportunidad”. La frase pertenece al filósofo, político y orador Lucio Anneo Séneca y si bien tiene más de 2.000 años, sigue siendo un precepto vigente en nuestros días.
Abundan las historias de emprendedores que lograron trascender la barrera del buen proyecto para convertirse en un producto exitoso. Esas historias se hacen mucho más reales cuando pertenecen y se encarnan en personas que viven y transitan la misma realidad regional.
Gastón Arcucci y Manuel Pucheta son dos primos cipoleños, protagonistas de una historia que ya se escribe con éxito, pero que promete todavía muchos capítulos más de cara al futuro. Juntos crearon “FRUCH”, un snack a base de manzana que lentamente ha conquistado los paladares de la región, de las grandes ciudades argentinas, y que ya viaja fronteras afuera de Argentina.

Por diferentes motivos, se trata de un producto verdaderamente innovador. Tiene la crocancia y la textura de un snack de papa frita. Pero es en realidad una rodaja de manzana, que conserva al momento de ser saboreada, la misma acidez y dulzor que las del fruto fresco.
A ello se suma el hecho de ser elaborado sin aditivos ni conservantes, que lo convierte en un producto saludable, ideal para un desayuno liviano, para acompañar un yogurt, una fruta fresca, o incluso una picada de quesos y cerveza artesanal.
Sueño emprendedor
Como suele suceder, la idea nació como un alocado proyecto de amigos. Ambos primos estudiaban tecnología de los alimentos en Villa Regina, y soñaban en generar algún producto innovador en base a manzanas. “Queríamos lograr un producto en base a manzana, entendiendo la abundancia de esa fruta en la región. Luego a lo largo de 15 años le fuimos dando forma hasta llegar a la idea del snack”, relata Manuel.
“Una señora probó el snack y rompió en llanto. Los sabores tienen esa capacidad de despertar las emociones y los recuerdos”.
Manuel Pucheta – Socio y fundador FRUCH
“Fuimos probando distintas formas para producir lo que queríamos lograr. En ese camino usamos desde caloventores hasta hornos hogareños y hornos adaptados. Finalmente en 2018 lo logramos”, agrega.
Ese año se dio el puntapié inicial al sueño, cuando lograron adquirir su primer horno y se emplazaron en un lugar emblemático de la zona rural de Cipolletti, la “despensa de Mastrocola”.
“Nunca creímos en realidad que íbamos a lograr el producto que soñábamos. Pero cuando comprobamos que era posible, no nos quedó otra que avanzar”, cuenta Gastón.
Ambos trabajaban en Bodegas del Fin del Mundo, y utilizaban los tiempos libres, días de vacaciones, francos y fines de semana, para experimentar y dar forma al producto, junto a sus esposas e hijos.
“Necesitábamos validar el producto. Que alguien extraño lo pruebe y nos diga la verdad acerca de su experiencia. Y lo que nos pasaba es que nuestras esposas lo llevaban al trabajo y volvían con un ‘me encargaron 20 paquetes’”, recuerda Gastón.

Por mucho tiempo se manejaron con solo cuatro empleados, y en 2019 incorporaron a la sociedad a un tercer primo, Nicolas Olleac, radicado en Buenos Aires, lo que les permitió empezar a soñar con una fábrica más amplia y acorde a las necesidades de la producción. En enero de 2020 dejaron sus trabajos y decidieron aventurarse 100% al emprendimiento. No contaban con que un par de meses después llegaría la pandemia.
“Ninguna máquina funcionó de entrada. A cada una de las máquinas con las que trabajamos hubo que adaptarla, reacondicionarla y/o hacer una puesta a punto especial, y eso también fue todo un desafío”, recuerda Manuel.

El salto de escala y el desafío de exportar
El municipio de Fernández Oro les abrió la puerta, y les cedió un predio en el complejo agroindustrial de la ciudad, donde a principios del año 2021 comenzaron emplazar la nueva fábrica, que hoy cuenta con 400 m2 cubiertos en una locación total de 2.000 m2. Allí conviven con otras tres empresas, una dedicada a las hierbas aromáticas, otra de dulces y conservas, y la cámara de apicultores.
“Hemos realizado un salto de escala enorme sin financiamiento externo. La realidad es que estamos en un plan en el que cada peso que entra vuelve a reinversión, y así será al menos por tres o cuatro años”, relata Gastón.
En los últimos meses el emprendimiento sólo recibió como fuente de financiamiento externo un crédito para capital de trabajo del CREAR de la Provincia de Río Negro, que les permitió proyectar la nueva etapa de crecimiento, pero ha logrado avanzar sin acudir al crédito privado.
“Realizamos un salto de escala enorme sin financiamiento externo. Cada peso que entra vuelve a reinversión, y así será por tres años”
Gastón Arcucci – Socio y fundador FRUCH
La rémora es inevitable: quienes son de la zona viajan de inmediato en su mente al sachet de “Jugos Cipolletti” un emblema de la ciudad hasta los años ’90. Sin dudas el snack de manzana de FRUCH transita ese mismo andarivel. El de un producto 100% regional que se propone generar agregado de valor a partir del principal fruto de la zona, y generando encadenamientos económicos. En ese sentido, desde el estudio gráfico que diseño el packaging, hasta la empresa que fabrica los envases y las cajas, todos los eslabones del producto son locales.
Acaban de lanzar un nuevo packaging 100% reciclable, lo que implica que otras ramas de la industria pueden reutilizar el material del paquete una vez descartado. “Estuvimos más de un año ensayando para el cambio de packaging, dado que el producto es muy hidropónico, y se humedece rápidamente. «Teníamos que garantizar los doce meses de crocancia que caracterizan al snack”, explica Gastón.

Los snack de manzana de FRUCH ya están en las góndolas de una de las cadenas de supermercados más importantes del país y en una cadena de farmacias de alcance nacional, lo que les ha dado presencia en Buenos Aires. También hay dietéticas y distribuidores del interior del país que ya comercializan en 20 provincias. Pero la principal ruta hacia el cliente siguen siendo las ferias, donde el contacto con quienes consumen el producto es directo. Las experiencias que allí se recogen, son invaluables.
“Hace poco se acercó una señora al stand. Al probar el snack rompió en llanto. No sabíamos como contenerla o que hacer. Contó que el sabor traía a su memoria una receta de su abuela. Los sabores tienen esa capacidad de despertar las emociones y los recuerdos”, cuenta Manuel.
El desafío por delante es exportar. Ya han logrado colocar la marca en Chile y acaban de cerrar su primer embarque rumbo a los Estados Unidos. Entienden que por sus características, su diseño, y por el vínculo directo a la alimentación saludable, se trata de un producto con todo el potencial necesario para conquistar el mercado europeo y norteamericano.

“Lo más difícil en el comercio exterior es la ecuación de costos. Como le haces entender a un cliente en EEUU que alguno de tus insumos aumentó de precio un 200% en ocho meses. A ello hay que sumar que uno vende en dólares, pero cuando llega el pago, el Banco Central se da vuelta y te entrega pesos”, explica Gastón.
Con todo ese panorama, el aroma que se respira al conocer FRUCH no solo es el de la manzana, sino el de un emprendimiento que solo piensa en crecer.
Hay 16 personas que trabajan hoy en la empresa de forma permanente. La intención es culminar con la instalación del nuevo horno y llevar la producción al máximo que permite la capacidad instalada. Con el nuevo horno, apuntan a una producción mensual de 120.000 paquetes.
Se prepararon por años para crear valor regional. La oportunidad parece tocar a la puerta. La suerte ya no puede hacerse la distraída.
Dato
- 2018
- El año en que comenzó a tomar forma el snack de manzana que hoy se proyecta como un producto de exportación.

“La suerte es lo que ocurre cuando la preparación coincide con la oportunidad”. La frase pertenece al filósofo, político y orador Lucio Anneo Séneca y si bien tiene más de 2.000 años, sigue siendo un precepto vigente en nuestros días.
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