Las urgencias del Plan Milei: El atraso que se niega y el apuro por llegar a un acuerdo con el Fondo
El Banco Central realizó compras netas de divisas millonarias en 2024, pero las reservas netas son negativas y el programa económico pende del hilo de los desembolsos del FMI. Mientras, el gobierno insiste que el dólar no está atrasado, y niega cualquier posibilidad de devaluación.
El sentido de urgencia parece haber abrazado a la gestión Milei. Más bien, la certeza de que las tensiones financieras y cambiarias son más evidentes que nunca, y de que resulta cada vez más difícil negarlas o intentar desestimarlas.
El apuro que se advierte en los últimos días por cerrar la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y en comunicar que el acuerdo “es inminente”, no hace más que certificar el delicado estado en el que se encuentra el programa económico, que pende hoy del hilo de los desembolsos que puedan llegar desde Washington.
Ante la Asamblea Legislativa, el presidente volvió sobre sus propias palabras, y anticipó que el cepo cambiario se terminará “en los próximos meses”, dejando a la vista la tensión que existe con el organismo, que no admite la intervención del Estado en el mercado cambiario.
Al mismo tiempo, el gobierno parece decidido en 2025 a esquivar el contralor del Congreso de la Nación. Al igual que con la designación de los jueces de la Corte Suprema, el presidente anunció esta semana que el acuerdo con el FMI saldrá por decreto.
A contra mano de los datos
Todos los indicadores señalan que existe una tensión cambiaria que no deja de crecer, al ritmo del descalce acumulativo entre la tasa mensual de devaluación (crowling peg), y la tasa mensual de inflación en pesos. Al respecto, la obstinación oficial en negar el atraso que reviste el tipo de cambio, luce a estas alturas más como un capricho dogmático, que como un dato cierto del tablero macroeconómico.
La advertencia no surge desde el arco ideológico opositor, sino desde las propias entrañas del liberalismo vernáculo. Esta semana, Domingo Felipe Cavallo volvió a publicar un duro artículo en su blog personal en el que se pregunta: “¿Por qué el equipo económico insiste en usar divisas de exportación para acotar la brecha del dólar oficial con el CCL?”.
Como contra cara, el ministro de economía Luis Caputo disertó el jueves en el Foro de Inversiones y Negocios en Mendoza, y desde el estrado insistió en la negación. “Aunque parezca alocado lo que voy a decir, en algunos meses van a faltar los pesos, y la moneda fuerte va a ser el peso. No va a pasar nada (con el dólar), porque no va a haber pesos”, anticipó Caputo.
"En algunos meses van a faltar los pesos"
— Corta 🏆 (@somoscorta) March 6, 2025
Luis Caputo afirmó que el país irá a "una competencia de monedas y el peso será fuerte" y aseguró que "hay un orden fiscal y monetario que hace que no vaya a pasar nada con el tipo de cambio". pic.twitter.com/NVFfjPt7wC
Al escuchar al ministro hablar sobre la fortaleza del peso, es inevitable remitirse al presidente Javier Milei, que en campaña afirmaba de forma vehemente que “el peso es excremento”.
Lo cierto es que los pesos que el ministro dice que faltan, en realidad están, y se encuentran gozando de las mieles del carry trade, con tasas de interés mensuales del 2,58% frente a una devaluación mensual del 1%.
Pero frente a la inverosímil estrategia oficial de intentar tapar el sol del atraso cambiario con la mano, y fingir que el resto de los mortales no percibe la inconsistencia, valen cuatro interrogantes tan sencillos como elocuentes.
El primero: si en verdad no existe el atraso cambiario ¿Cuál es el motivo por el que aún no se levanta el cepo cambiario? Si el tipo de cambio real no presenta inconsistencias severas, cuesta entender la razón por la que el gobierno se ha enamorado de una herramienta propia de la economía kirchnerista.
Segundo: si el atraso cambiario no es real ¿Para qué existe el dólar blend? Cuál es el motivo por el que un gobierno que predica libertad de los mercados mantiene la intervención estatal en el tipo de cambio financiero. Un reciente informe de JP Morgan, señala que en 2024 se destinaron u$s 19.000 millones al dólar blend. Equivale al doble de la suma que se supone, el gobierno espera recibir en un primer desembolso del FMI.
Si en verdad no existe el atraso cambiario ¿Cuál es el motivo por el que aún no se levanta el cepo cambiario? Una pregunta sencilla que no encuentra respuesta.
En tercer lugar: si el tipo de cambio no está atrasado ¿Cuál es la razón por la que el Banco Central compra miles de millones de dólares y sin embargo no logra acumular reservas?
Por último: ¿Existe acaso en el gobierno la idea de que levantar el cepo cambiario puede interrumpir la dinámica de inflación a la baja que se construyó desde 2024? Si ese es el caso ¿Dicha premisa no contradice el dogma respecto a la emisión monetaria como única causa posible del flagelo inflacionario?
Un breve repaso por los datos que arroja el propio tablero macro del gobierno, echa por tierra el empecinamiento oficial en la negación del atraso.
Si se toman como referencia los catorce meses comprendidos entre enero de 2024 y febrero de 2025, el Indice de Precios al Consumidor que publica el Indec, registra una inflación acumulada del 128%. En el mismo lapso, el tipo de cambio oficial avanzó apenas un 29,7%.

No es necesario ser especialista para identificar la distorsión resultante en los precios relativos.
El agravante es que no se trata de un precio cualquiera, sino de uno que resulta determinante a la estructura de una economía como la argentina.
El efecto progresivo del atraso es la pérdida de competitividad. El precio de los productos argentinos se encarece en el exterior, y el de los productos importados se hace cada vez más barato. Naturalmente, existe una discusión pendiente acerca de costos internos y de impuestos distorsivos. Pero si el descalce entre el tipo de cambio y la inflación se acerca al 100% en 12 meses, es bastante claro que el emergente inmediato en relación a la competitividad, es el dólar.
Como muestra basta un botón: las kilométricas filas registradas el fin de semana de carnaval, con miles de argentinos queriendo ir de compras a Chile releva de la necesidad de cualquier tipo de prueba.
El drenaje de reservas resultante, está a la vista, y es inevitable.

Según los datos que ofrece la propia entidad, desde que Javier Milei es presidente, el Banco Central realizó compras netas de divisas por un total de u$s 25.018 millones. Sin embargo, las reservas netas de la entidad se encuentran literalmente en el mismo nivel en que las dejara Sergio Massa al salir del ministerio de economía.
Al día de hoy, las reservas netas del Banco Central son negativas por u$s 9.947 millones. Es decir que incluso si el Fondo Monetario otorgara un desembolso de u$s 10.000 millones, las reservas netas quedarían en cero.
De apuro y sin Congreso
El argumento al que apeló el presidente para anunciar el inminente acuerdo con el FMI, no solo incurre en dos contradicciones discursivas (dos más), sino que además desnuda una maniobra extremadamente gravosa a largo plazo.
En un video grabado luego de finalizar la Asamblea Legislativa y publicado en su perfil de twitter, el presidente refirió al acuerdo con el Fondo. “Va a implicar un desembolso de fondos para sanear las cuentas del Banco Central, es decir para que el Tesoro le cancele deuda al Banco Central. No va a aumentar la deuda bruta, pero además al sanear el activo del Banco Central, se va a terminar de una vez por todas con la inflación y definitivamente abriremos el cepo y podremos vivir en libertad”, afirmó Milei.
"El acuerdo con el FMI va a implicar un desembolso para sanear las cuentas del BCRA"
— Corta 🏆 (@somoscorta) March 2, 2025
Javier Milei dio detalles sobre el nuevo acuerdo con el Fondo, aseguró que "no va a aumentar la deuda bruta" y afirmó que sanear "el activo del Banco Central va a terminar con la inflación". pic.twitter.com/Yvve308RSb
Fuerte paradoja la de reducir el concepto de “libertad” hasta el mínimo de apenas una restricción con el tipo de cambio.
No obstante, la primer contradicción que queda a la vista, es la decisión de capitalizar la entidad monetaria, siendo Javier Milei un presidente que llegó al poder con la promesa de “prender fuego el Banco Central”.
La segunda contradicción, radica en la necesidad de sanear el activo del Banco Central, como paso previo a la apertura del cepo cambiario. De dicha afirmación se desprende un reconocimiento tácito del atraso cambiario que tanto perturba al presidente: si se abre el cepo (se elimina un precio máximo artificialmente establecido por el Estado), se deriva un exceso de demanda natural y el Banco Central necesita tener reservas para hacerle frente.
Desde que Javier Milei es presidente, el Banco Central realizó compras netas de divisas por u$s 25.018 millones. Aún así, las reservas netas son negativas por u$s 9.947 millones, un nivel similar al que dejó la gestión de Sergio Massa.
Pero las palabras del presidente, dejan a la vista una gravosa decisión de largo plazo. “No aumenta la deuda bruta”, es el latiguillo con el que justifican en el gobierno los nuevos desembolsos del FMI. La traducción equivale a decir que el gobierno está a punto de tomar nueva deuda externa en dólares para cancelar deuda interna intra sector público en pesos.
O lo que es lo mismo, el gobierno ha decidido que es mejor deberle en dólares a los países miembros del Fondo Monetario Internacional, y someterse a sus condicionalidades, que deberle en pesos al propio Estado Nacional. La decisión trasciende por lejos a la gestión Milei.
Es sin lugar a dudas, uno de los principales cuestionamientos que debería sortear el gobierno si el acuerdo se sometiera a la aprobación del Congreso de la Nación como establece el artículo 65 de la Ley de Administración Financiera. No es extraño entonces que al igual que al momento de designar jueces en la Corte Suprema, el presidente haya optado por prescindir del Poder Legislativo estructurando el acuerdo con el Fondo por decreto.
La decisión tiene un costo político que puede agravarse si los resultados no son los esperados.
En Washington están muy conscientes de la necesidad de contar con el apoyo de todo el arco político, previo a la firma de un nuevo acuerdo. En el organismo tienen muy presente la secuencia que tuvo lugar en 2018, cuando los desembolsos se drenaron en la compulsa cambiaria, en un contexto de atraso cambiario similar, y con un ministro de economía que también se llamaba Luis Caputo.
El sentido de urgencia parece haber abrazado a la gestión Milei. Más bien, la certeza de que las tensiones financieras y cambiarias son más evidentes que nunca, y de que resulta cada vez más difícil negarlas o intentar desestimarlas.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite desde $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios