Vilker: “La frustración que acumula la sociedad genera apertura a las políticas de shock”

Entrevista con Shila Vilker, politóloga

La crisis estructural que hace años acecha a la economía y a la política en nuestro país, luego de una pandemia y habiendo cerrado un nuevo acuerdo con el FMI, genera un escenario quizá inédito de cara a las elecciones de 2023 y al rumbo que el país elija hacia el futuro. A ello se refirió la politóloga Shila Vilker en diálogo con PULSO. La especialista indicó que la desconfianza de la sociedad en la política genera un escenario mucho más factible para políticas de shock.

PREGUNTA: ¿Cómo evalúa el escenario socio-político actual en Argentina?
RESPUESTA:
Es un contexto muy difícil, sobre todo por el contexto inflacionario. Estamos en un momento en que algunos indicadores económicos se muestran positivos al cierre de 2021, y pese a ello el gobierno no logró capitalizarlo. Hay ciertos desaciertos en materia comunicacional, y la inflación termina tragándose cualquier logro en materia económica del gobierno. La inflación tiene un correlato directo con la vida cotidiana, que la convierte en un agente sistémico del mal humor. A su vez, el gobierno es una coalición, que cada vez que debe tomar decisiones trascendentes entra en zona errática. El cierre del acuerdo con el FMI puso en blanco sobre negro las tensiones internas en el oficialismo, que tienen correlato en dos miradas distintas acerca del país, que conviven dentro de la coalición.

P: ¿Fue una utopía la unidad?
R:
Las promesas de síntesis que había en 2019 fueron difíciles de concretar. Quizá fueron una ilusión. Quizá esperar una síntesis de parte de dos ADN políticos, ideológicos y de lecturas de la realidad tan distintos, es un camino que conduce al fracaso. Tanto es así, que la tensión interna del gobierno hoy acapara la escena política. Caída la ilusión de la síntesis, la identidad que se consolida es la kirchnerista, y deja en un lugar muy difícil al Presidente.

P: ¿A qué atribuye los recurrentes problemas de comunicación del gobierno?
R:
Hay cierto grado de impericia y de falta de trabajo sobre el discurso presidencial. La palabra presidencial es una joya, un bien único. Si se desgasta eso, se pierde uno de los principales capitales que tiene un gobierno. Los problemas de comunicación derivan también de las diferencias de ADN. Al inicio, incluso desde la campaña en 2019, la palabra del Presidente se colocó en un lugar de equilibrio. Ese equilibrio luego comienza a verse como errático, y en un ambiente de desconfianza como el que prima hoy, cualquier palabra es motivo de crítica. La figura de la vocera Gabriela Cerruti, fue valiosa en tanto quitó presión a la sobre exposición del discurso presidencial.

Hay que tener en cuenta que hay un electorado joven que tiene tres elecciones encima y no vivieron la convertibilidad. Para los mayores en cambio, la convertibilidad sigue siendo un cuco.

P: ¿Puede ser Massa una figura que represente esa síntesis de cara a 2023?
R:
Es una figura que ha crecido mucho, que conoce de la administración del ámbito público. Goza de una gran consideración en los círculos cercanos al poder, pero aún tiene un problema de opinión pública. Debe trabajar todavía la confianza de los electores. Tiene muchos atributos, pero también varios límites. Lo más valioso es que él junto a figuras como Horacio Larreta, encarna una idea de grandes consensos, como podría ser el acuerdo sostenido respecto a un núcleo de políticas públicas básicas que no se tocan más allá de la alternancia en el gobierno.

P: Las mimas tensiones internas se observan en la oposición ¿Puede quebrarse Juntos por el Cambio?
R:
La impresión es que puede suceder cualquier cosa. Puede que se llegue a 2023 con un escenario de híper fragmentación, o que se llegue con ambas coaliciones intactas, con una novedad que es un tercero fuerte que podría dirimir en un ballotage. El escenario es extraño, hay outsiders con gran potencialidad. La fractura siempre es una posibilidad, porque hay más de un aspirante para una sola silla. Desde la oposición no obstante, la alta probabilidad de disputar con éxito la elección en 2023, es un enorme incentivo para permanecer unidos.

P: ¿La UCR puede tener alas propias?
R:
Hay dos figuras muy importantes en ese espacio, como Morales y Lousteau. Manes es un actor con buena imagen. Naturalmente la imagen no se traduce linealmente en votos, pero mantienen una voz disruptiva al interior de su propio espacio. No creo que el radicalismo tenga vocación de pelear la presidencia, pero sí de poner en valor su rol, que en los últimos años ha sido muy vapuleado. Fueron los artífices de que el PRO llegue al poder, y luego se han sentido “mal pagados” por ese logro. La penetración y la capilaridad territorial de Juntos por el Cambio, en gran parte pertenecen a la UCR.

P: ¿Hay margen social para políticas como la dolarización o la convertibilidad?
R:
Cuando hay una sociedad con un nivel de frustración como el que existe hoy respecto a la política, se abre la posibilidad de que las medidas de shock sean más digeribles. El propio Mauricio Macri refiere al gradualismo como un error de su gestión. Ello habilita a pensar una gestión futura signada por medidas de shock. Dentro de una política de ese estilo puede ingresar una dolarización, la convertibilidad, o las reformas estructurales que pide el FMI. Hay que tener en cuenta que hay un electorado joven que tiene tres elecciones encima y no vivieron la convertibilidad. Para los mayores en cambio, la convertibilidad sigue siendo un cuco, pero si empieza a tener lugar en la mente de las personas mayores la posibilidad de políticas de shock.

PERFIL

Shila Vilker es Lic. en Ciencias de la Comunicación, Mg. en Cultura y Comunicación y Doctoranda en Ciencias Sociales (UBA).

Es Directora Ejecutiva de la consultora Trespuntozero.

Es docente de “Medios de Comunicación: Control Social Informal” en la Maestría en Criminología (UCES), y Directora del Área de investigación en Comunicación y Opinión Pública de la Carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA).


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