La conclusión de la novena Cumbre de las Américas muestra que, una vez más, esta instancia de diálogo entre los países del continente quedó nuevamente en un rosario de buenas intenciones con escasas propuestas concretas de los países más poderosos para los acuciantes problemas de la región. También por las divisiones y la escasa capacidad de coordinación entre los países de centro y Sudamérica, que acudieron a la cita más bien para defender sus agendas particulares que para sostener una voz en c