Lo que en principio parecía un avance social que le otorgaba una voz a los oprimidos se está convirtiendo en infierno de intolerancia, delirio y persecución al que piensa distinto. Después de 250 años de lucha por el derecho a la libertad de pensamiento -derecho que figura en cada Constitución del mundo democrático- estamos frente a una escena que hace poco tiempo nadie hubiera imaginado: los movimientos feministas, de los gays, de la gente trans y de los negros hoy son los más firmes