El desarrollo forestal, una alternativa estratégica para Bariloche
Bariloche tiene la producción maderera en su historia, pero nunca la desarrolló a una escala que genere trabajo y riqueza. La zona tiene todas las condiciones para hacerlo.
La producción maderera tiene un potencial que le permitiría aportar contribuciones importantes a la economía local y a la esperada “diversificación” extraturística, pero aun así continúa reducida a un espacio marginal, del que participan apenas un puñado de productores.
Las condiciones naturales de suelo y clima, el apoyo del Estado con planes de crédito y una demanda estable para desarrollos asociados (por ejemplo) a la actividad constructiva están al alcance de la mano, aseguran los que conocen el rubro. Lo que falta, agregan luego, es una “cultura” de la producción forestal. Otros también reclaman “una política más decidida” por parte de la provincia, que equipare por ejemplo las aplicadas en Neuquén o en la cuenca mesopotámica.
Si hay algo que todos los actores tienen claro es que no se trata de arrancar de cero ni internarse en territorio inexplorado. “No nos olvidemos que la génesis del aprovechamiento de la madera está en el nacimiento mismo de Bariloche, en 1890 y 1900, cuando era un insumo fundamental”, recordó el productor Rodrigo García Cano.
En esa época el uso de los árboles nativos fue determinante como fuente de energía y material de construcción. La creación de Parques Nacionales puso freno a esa explotación y surgieron entonces los intentos de aprovechar el área de ecotono para forestación con coníferas exóticas, a partir de la década del 70, con resultado muy desigual.
Otro productor es Gerardo Waidelich, quien se dedica al rubro industrial pero hoy también presta servicios para terceros en manejo y raleo. Dijo que aquel espíritu inicial no se perdió del todo, pero “falta política forestal” por parte del Estado para darle a la actividad un empujón que la ponga en movimiento.
Waidelich dijo que hay campos disponibles para la plantación de bosques y “no se necesita dedicarles todo el año”. Señaló que la inversión inicial requerida es el principal escollo, pero existen subsidios y planes de financiamiento del Estado. Dijo también que la producción forestal requiere entre 12 y 20 años de espera para lograr los primeros retornos comerciales, «pero mientras tanto se puede combinar perfectamente con ganadería”.
La especie dominante en la zona es el pino ponderosa, que se mostró como el más apto para los campos que van desde el borde del bosque nativo hasta la isohieta de 500 milímetros anuales. Esto abarca cuencas como Arroyo del Medio, Ñirihuau hasta El Foyel y hacia el norte Pichi Leufu y Villa Llanquín hasta Confluencia.
Dimensión
- 4.000
- hectáreas forestadas con pino conforman el complejo forestal de Bariloche. 1.200 están en Arroyo del Medio.
El ponderosa crece sin mayor tutela y lo mismo ocurre con el pino murrayana, pero también hay algunas plantaciones de pino oregon, que ofrece una madera de mayor calidad, pero debe crecer “en dosel”, protegido por ejemplares de otra especie, porque de otro modo no prospera.
Waidelich dijo que “hay análisis económicos que demuestran que la actividad forestal puede dar hasta diez veces lo que da la oveja, y es además una gran generadora de mano de obra de baja calificación”.
Señaló que las primeras podas y limpiezas, después de los ocho años, son utilizables “para energía y biomasa”, como ocurre en Bariloche en los últimos inviernos, cuando el municipio comenzó a comprar a los forestadores locales la leña para el plan Calor. Este año fueron alrededor de 8.000 metros cúbicos.
En la pandemia hubo un resurgimiento de la madera, con más actividad y más demanda”.
Gonzalo Caballé, del INTA.
Ese acuerdo surgió en la comisión de promoción del sector foresto industrial generada por el municipio, de la que participan productores, el INTA, Bosques de la provincia y el ministerio de Agricultura de Nación.
Waidelich aseguró que la aptitud natural de los campos de la Norpatagonia para el desarrollo forestal “es insuperable” y que en otros países con larga tradición como Estados Unidos, Canadá o Finlandia necesitan el doble de tiempo para lograr el mismo rendimiento.
“Cuando vienen los extranjeros no lo pueden creer –explicó–. En otros países tardan 100 años lo que aquí nos toma 20. En el peor sitio el árbol crece en la mitad de tiempo que en Finlandia, que produce millones”.
Dijo incluso que en esta zona “hay ventajas respecto del cluster forestal del litoral (Corrientes/Misiones), porque la tierra está libre y no hay que deforestar”. A su juicio “falta lo más difícil que es generar una cultura”.
García Cano dijo que desde la mesa intersectorial se proponen instalar a la foresto industria “como un posible pilar de la diversificación de la matriz productiva de Bariloche”. No solo existe la posibilidad del uso de la madera en construcción, muebles y carpintería. García Cano se dedica, específicamente al aprovechamientos de ramas de raleo y poda, chipeo y reprocesamiento de viruta de los aserraderos.
El ingeniero forestal del INTA Gonzalo Caballé trabaja en investigación aplicada con la mira puesta en la construcción. Explicó que un paso adelante fue la certificación otorgada por el INTI al pino ponderosa en julio pasado para el uso en estructuras, lo que podría abrirle un vasto mercado por ejemplo en la construcción de viviendas sociales. “Hasta ahora no podía incluirse la madera en las licitaciones, pero ahora sí”, dijo Caballé.
Dijo que existe un atraso tecnológico en los aserraderos locales (no superan la media docena), que sería necesario revertir para darle sustento al proyecto maderero para viviendas.
Señaló que ese material “es muy superior al aluminio, para el uso en aberturas, por ejemplo” y señaló que las viviendas enteramente de madera “no son sinónimo de precariedad o baja calidad, como la gente cree”.
Caballé dijo que la necesidad de “tecnificar” la industria maderera para asociarla a la construcción de viviendas “está hablada con el intendente Gennuso y con el ministro de Obras Públicas Carlos Valeri”, hasta ahora sin mucho resultado.
Lo que hay y lo que podría hacerse con un plan de expansión
El polo forestal con epicentro en Bariloche (que Caballé circunscribió en un radio de 50 kilómetros) tiene alrededor de 4.000 hectáreas forestadas con pino, de las cuales 1.200 están en la cuenca Arroyo del Medio. La antigüedad promedio es de 25/30 años. De modo que ya están en tiempo de un primer corte industrializable. El punto de máximo valor comercial se alcanza a los 40/45 años. El aprovechamiento es muy escaso porque las tierras aptas en la zona para el desarrollo de la actividad no bajan de las 100.000 hectáreas.
Las forestaciones son privadas en su mayoría, aunque también hay de la estatal Emforsa. La CEB también cuenta con plantaciones.
Los productores independientes en la zona no son más de una docena, con plantaciones de 80 a 100 hectáreas en promedio.
El raleo “energético” para leña se puede practicar sobre ejemplares más jóvenes y rinde unos 100 m³ por hectárea. Este año el sector vendió 8.000 metros cúbicos al plan Calor.
En Bariloche existen “entre seis y siete aserraderos importantes”, dijo Caballé. Agregó que además operan 23 aserraderos móviles, aunque habría otro tanto que trabajan sin mayor control del Estado.
García Cano subrayó que “el potencial es altísimo”. Lo que falta “es salir de la mirada cortoplacista y que la provincia tenga un plan en serio, que hoy no lo tiene”.
La polémica por la explotación del bosque nativo
En su mirada sobre el futuro de la foresto industria regional, el productor Rodrigo García Cano subrayó la necesidad de apostar tanto a la forestación con coníferas exóticas de rápido crecimiento como al aprovechamiento “sustentable” del bosque nativo.
Consciente de que es un tema controvertido, García Cano dijo que en la planificación de esa actividad deberían participar Parques Nacionales, Bosques de la provincia y también “los movimientos ambientalistas”.
Señaló que “por supuesto habría áreas intangibles que no se modificarían en lo más mínimo”, pero a su juicio existe “una franja intermedia, que si no se realiza un manejo sustentable se va a perder por incendios”. Aseguró que “en todos los países con actividad forestal se aprovecha el recurso nativo”.
Según García Cano, “todo el daño que hay en los alrededores de Bariloche sobre el bosque nativo no es por aprovechamiento forestal” sino por impactos de otro tipo.
“Tengo a la vista la ladera sur del cerro Otto, también el Ventana, otros cerros de la zona y yo pregunto ¿dónde hay un parche por faltante de masa forestal porque haya intervenido un aserradero? No hay. Todo es incendio, incendio, incendio y choreos. Y caminos de motocross que suben y bajan. O como en Catedral, un gran parche para un centro de esquí –apuntó–.
Entonces lo que falta es una política forestal activa y diseñada. Se podrían sacar árboles muertos o torcidos y dejar los de mayor calidad. A la vista no cambia. Lo que queda es un bosque intervenido, pero sustentable”.
Dijo que la producción forestal “es ideal como complemento porque es una cadena de mucho valor agregado. Ponés una semilla que cuesta centavos y en 50 años esos centavos rinden muchos millones, y mucho empleo”.
Gonzalo Caballé, técnico del INTA, dijo que está de acuerdo en lo conceptual pero el aprovechamiento del bosque es complejo porque el parque Nahuel Huapi “no tiene una política de manejo” y fuera del parque “se pueden presentar proyectos productivos, pero el financiamiento está atrasado”.
La producción maderera tiene un potencial que le permitiría aportar contribuciones importantes a la economía local y a la esperada “diversificación” extraturística, pero aun así continúa reducida a un espacio marginal, del que participan apenas un puñado de productores.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite desde $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios