El oficio de brindar una mano solidaria al barrio
En Puente Cero, en la estepa de la barda norte, Natividad y su grupo de colaboradores les facilitan la vida a niños y adultos con distintas actividades comunitarias.
En un principio Natividad Vilche vivía en Roca pero con el paso de los años se radicó en Puente Cero. Fue en medio de la pandemia que tuvo que decidir entre cerrar o seguir con las puertas abiertas de Las Lumbreras, un espacio para chicos y adultos mayores donde se da la merienda, reparten módulos de alimentos y se los ayuda con asistencia educativa y recreativa a los “purretes”.
“Hoy batallamos como se puede; acá a los niños le sacamos una sonrisa. Los vemos felices, no solo los atendemos con una asistencia de comida”, le confesó Natividad a LA COMUNA.

Llegar al merendero Las Lumbreras -que ella misma comenzó a hacer funcionar hace tres años- no es tarea simple para quienes no conocen el barrio. Entre la estepa de la barda norte, por la huella que los propios vecinos llaman el “camino de la alta tensión”, hasta donde el barrio parece llegar a su fin, florece el oficio del trabajo comunitario.
“Y a veces se hace difícil mantener el ritmo de asistencia”, coinciden puertas adentro del merendero.
Uno dice martes y jueves, pero trabajamos todos los días porque los chicos vienen y los atendemos».
Natividad, Merendero Las Lumbreras
Las Lumbreras no le escapa a la falta de sintonía que el Estado evidencia o a la falta de propuestas, ayudas, para los sectores comunitarios.
La historia dio inicio con un puñado de chicos que llegaban al lugar a tomar una tasa de leche y a comer un pan con dulce, si había. Luego, el grupo se fue ampliando y a Natividad le nació llevar adelante la tarea de dar asistencia; se lo planteó a su esposo y hoy están funcionando como merendero.
3 años tiene Las Lumbreras; comenzó con la atención a chicos. Por donaciones al 2984359167
En la actualidad se encuentran con reparto de módulos de alimentos, brindan clases de internet y otras actividades para un grupo de unos 90 vecinos, entre niños y adultos mayores.

“Estamos asistiendo con módulos por ahora, es difícil llevar adelante un comedor porque la necesidad es mucha y no se cuenta con la mercadería necesaria como: carnes, verduras. Estamos repartiendo alimentos; tenemos una sala para apoyo de internet y muchos vienen a tomar clases y a realizar tareas de la escuela. Los chicos no dejan de venir y últimamente se han sumado muchos adultos”, comentó Natividad.
En Las Lumbreras los chicos expresan sonrisas, se integran y reciben una gran ayuda que a veces en los hogares no se da con frecuencia por distintas situaciones, económicas sobre todo. Si hay donaciones ellos mismos pueden trasladarse a buscar alimentos, leche, ropa, juegos.
Natividad conoce bien las miradas de los niños. “Hemos vivido cosas que nos afecta en lo sentimental y eso nos da muchas más fuerzas para seguir teniendo las puertas abiertas”, dijo.
Julio (que cursa el 2° año del nivel medio) aportó: “a mí me ayudan mucho acá y me gusta venir, no tengo internet en mi casa y para las clases virtuales vengo acá. Me gustan las Ciencias Sociales, acá me dieron hasta útiles escolares y quiero seguir viniendo, quiero ser Paleontólogo”.
En la mesa, ante la mirada atenta del grupo de voluntarias (Morena, Isabel, Galdys y Alejandra) los chicos reparten juguetes y libros. Otros se inclinan por pegarle unas patadas a una pelota de fútbol que sus gajos demuestran un uso desde hace un tiempo largo. En el inmenso patio de Las Lumbreras también hay hamacas y un trepador de hierro.
Tiempo atrás los chicos visitaron el museo, fueron al cine y para septiembre esperan estar en la carrera solidaria (con el atleta Jorge Suárez como padrino) que tienen planeado realizar para recibir más aportes.
Las ayudas de las instituciones existe pero también notan que algunas fallan pero prefieren no entrar en detalles. “No buscamos politizar el espacio. Sí buscamos un buen servicio de internet (alguna máquina o celular que se pueda donar) para que los chicos no queden excluidos”, coincidieron los mayores.
“Vengo a la casa desde antes que sea merendero porque soy amigo de uno de los hijos de Natividad. Vivo en zona de chacra; acá jugamos, nos ayudan en las tareas y comemos”, contó Tomás.
En un principio Natividad Vilche vivía en Roca pero con el paso de los años se radicó en Puente Cero. Fue en medio de la pandemia que tuvo que decidir entre cerrar o seguir con las puertas abiertas de Las Lumbreras, un espacio para chicos y adultos mayores donde se da la merienda, reparten módulos de alimentos y se los ayuda con asistencia educativa y recreativa a los “purretes”.
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