El maestro que sueña con plantar dos millones de árboles
Emilio es un docente rural oriundo de Los Menucos, que quiere cumplir un particular sueño: reforestar Stroeder (en Patagones) y zonas aledañas mediante la plantación de dos millones de árboles. Una misión difícil, pero no imposible.
Emilio Fabio Solaimán Alí vive en Stroeder y lucha para cumplir un sueño: plantar 2 millones de árboles para ayudar al medio ambiente y terminar con las sequías en la zona. Stroeder es una pequeña localidad del partido de Patagones (provincia de Buenos Aires), situada a 80 km. al norte de la capital; y cuenta con una población de poco más de 2.000 habitantes. La producción del lugar es netamente agrícola-ganadera, y desde hace varios años atraviesa una de las crisis de sequía más grande de su historia, registrando en los últimos tres años muy poco porcentaje anual de precipitaciones.
Este desafío se hizo viral hace apenas unos días a través de las redes y mucha gente apoyó la convocatoria, que también se hace extensa a las demás regiones, incluyendo a su amado pueblo natal de la línea sur.
Toda la familia de Emilio es de Los Menucos. Allí nació y pasó toda su infancia y adolescencia cosechando amigos y afectos, y es el lugar donde se encuentran sus padres y hermanos. Antes de dedicarse a la ganadería, Emilio se recibió de docente rural y ejerció su profesión en zonas muy inhóspitas de Río Negro, como Comicó, el Caí y Barril Niyeu, casi al límite con Chubut.
En esa zona la realidad es otra. Allí, los chicos llegan a caballo a la escuela, otros caminan por horas y algunos pocos van en bici, sin importar las adversidades climáticas. El docente no es solo un maestro o la “seño”: ser docente rural significa mucho más que eso, porque el docente lo es todo para los alumnos. “No solo enseña, también suele ser enfermero, psicólogo, padre y madre”, describe Solaimán Alí; y cuenta también que los años que ejerció la docencia fueron “una experiencia linda y muy gratificante”.
Luego llegó a su vida una propuesta política, dando un giro a su destino. Con apenas 32 años, se desempeñó como secretario de gobierno en su pueblo. Años más tarde se convirtió en Legislador y posteriormente ocupó diferentes cargos como funcionario de la industria en la provincia de Río Negro, y fue Presidente Federal de Seguridad Vial. Pero en 2011 se retiró de la política y regresó a sus raíces ganaderas, infundadas por su familia materna.

Emilio cuenta con emoción la historia de su abuelo Jatar Alí, que llegó del Líbano a principios del siglo, cuando todo era un desierto al pie de la meseta Somuncura, en un paraje llamado Comicó. En ese lugar, su abuelo construyó una hermosa chacra con cientos y cientos de árboles a la vera de un arroyo, y convirtió el desierto en un oasis natural. Cultivó papas, alfalfa y las mejores hortalizas. “Por mi pasión por la cultura de mi familia materna, donde pasé toda mi infancia aprendiendo de la ganadería, terminé trabajando en la zona de Stroeder”, dice.
Allí no fue fácil. Explica que llegó alquilando campos en la zona de Viedma escapando de la sequía del 2008, después de las cenizas del volcán el Chaitén. “Hace dos años pude adquirir un pequeño campo donde encontré mi destino, para dedicarme a mi pequeña producción” acota y agrega que “no busco la aprobación de la gente en esta etapa de mi vida”.
El asunto es que, a sus 50 años, Emilio lucha por concretar su sueño de cambiar las cosas aportando al medioambiente y a la reforestación. En sus momentos libres, Alí se dedica a su hobbie: “soy titrador deportivo de long range. Soy absolutamente respetuoso de las leyes”, aclaró.
Este proyecto de forestación, comenta Solaimán Alí, nace “partiendo de un diagnóstico que todos sabemos: es una zona desertificada, pero que con lluvias normales responde muy bien a los sembrados. No quiero referirme al desmonte y herir susceptibilidades, pero es necesario concientizar a productores que tienen campos limpios o chacras, y a nuestra generación y también a las venideras”, explica. Además suma que “nuestra generación es cortoplacista y debemos hacer un mea culpa. No podemos permitirnos no tener ideas o medidas absolutamente sustentables. No podemos trabajar sin tener en cuenta la sustentabilidad”.

“El punto de inflexión se basó en ese contexto: hay una sequía atroz, temperaturas altísimas, vientos y un calor que nunca había vivido. Y a todo esto se suma las atípicas tormentas de arena que no conocía y que son horrorosas”, relata el hombre que además asegura que “un pulmón verde nos va a generar cielos azules y campos verdes”.
Emilio comenta que “nunca imaginé que el video que hice iba a tomar una gran repercusión. Muchas fueron las personas y vecinos de zonas aledañas que se contactaron ofreciendo todo tipo de plantas: desde Luro hasta Villalonga, pasando por La Boca y también Idevi. Diferentes profesionales como ingenieros, agrimensores y algunos productores ofrecieron asesoramientos sobre propuestas de diferentes modos de riego y para sacar cotas de niveles. Es importante el asesoramiento, y como docente hay que saber capacitarse para no improvisar, sino planificar con un equipo interdisciplinario, con personas que sepan y asesoren”.
Al referirse a la falta de pulmones verdes como consecuencia del calentamiento global, relata que “me di cuenta de que un sector de la sociedad, no necesariamente productores, está preocupado por la desertificación y el impacto ambiental”.
Para el riego existen 3 alternativas: un sector de riego por goteo; otro sector en el que deben llevar el agua 3 veces por semana porque, según los ingenieros, la planta debe fortalecerse el primer año; y otro son los riegos alternativos con materiales descartables, como se está implementando en África.

“Se trata de un factor exógeno que no podemos manejar porque requiere claramente de políticas macro, pero podemos aportar nuestro granito de arena desde una región que se desertificó y que ahora necesitamos reforestar. Esto arranca de una idea individual que necesito hacer pública para socializarla, y sería bueno contar con el apoyo de muchos productores. Por eso decidí este año plantar 1.000 árboles y así todos los años venideros”, dice.
Si cada productor plantara 1.000 árboles, aclara Solaimán Alí, inclusive aparecerían otras cuestiones como generar mano de obra: los jóvenes que no tienen trabajo y salen a sembrar árboles para productores por ejemplo a $100 por árbol, tendrían un crecimiento. Con una hoyadora se pueden sembrar 1.000 mil árboles en 5 días, o sea, una ganancia de $100.000 pesos por semana que (obviamente en una cuenta general y por encima) significan $400.000 pesos al mes. “Si todos nos ponemos de acuerdo se generaría un efecto colateral positivo en los próximos 3 años: 2 millones de árboles, generando además una acción social, ambiental, productiva y económica maravillosa”, expresa Alí.
Según Emilio, la zona de Stroeder tiene un régimen pluvial entre 400 a 600 milímetros máximo, y si se lograra recuperar esos regímenes pluviales normales con un pulmón verde de 2 millones de árboles sería un gran logro. “La pregunta es ¿somos conscientes de que debemos cambiar? Porque como objetivo personal puedo cambiar mi unidad productiva, pero no puedo cambiar la de toda la región, se debe hacer en conjunto”, afirma.
Solaimán Alí también enfatizó en relación a su anhelado proyecto que generaría mano de obra, la intervención del INTA, convenios con diferentes universidades de mutua cooperación, participación de escuelas tanto primarias como secundarias… “Mas allá de la ardua tarea de los docentes de concientizar sobre el medio ambiente, sería importante que se sumen productores a esta cruzada no solo para salvar a Stroeder, sino también a Patagones, ya que somos una zona agrícola ganadera muy grande y el esfuerzo debe ser colectivo. No se trata de un sueño personal. Tengo mi afectos y corazón en la línea Sur de Río Negro, donde se debería hacer lo mismo”, afirma contundente.
Por otro lado, también opinó que el estado, al contratar empresas para las obras viales, debería exigir que dejen forestadas las veras de las rutas. “El estado es el primer desinteresado en crear pulmones verdes y es una vergüenza cómo se dejan estas rutas maravillosas que tenemos, en medio de una desolación, sin forestación”, asevera.
Por último, Emilio se refirió a la importancia de internalizar el concepto de sustentabilidad. “El campo se caracteriza por tener actores absolutamente individualistas, donde no existen las decisiones en conjunto, salvo excepciones, pero es cultural”, comenta.
Emilio Fabio Solaimán Alí vive en Stroeder y lucha para cumplir un sueño: plantar 2 millones de árboles para ayudar al medio ambiente y terminar con las sequías en la zona. Stroeder es una pequeña localidad del partido de Patagones (provincia de Buenos Aires), situada a 80 km. al norte de la capital; y cuenta con una población de poco más de 2.000 habitantes. La producción del lugar es netamente agrícola-ganadera, y desde hace varios años atraviesa una de las crisis de sequía más grande de su historia, registrando en los últimos tres años muy poco porcentaje anual de precipitaciones.
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