Honrar la tierra desde Valle Medio

Desde Choele Choel, el proyecto “PaSaMar” se enfoca en concientizar sobre el consumo de alimentos saludables. Además, la pareja a cargo de la iniciativa brinda sus conocimientos de forma abierta a la comunidad.

La búsqueda de una vida más saludable y conciente, y la apertura al universo. Así se resume el proyecto “PaSaMar”, a cargo de la familia Bongioanni-Navarro, que desde Choele Choel y después de años de búsqueda interior lograron cumplir un hermoso sueño colectivo. Y es en ese sueño que buscan honrar la tierra en todos sus sentidos, con todo lo que ella nos brinda, valorando y respetando la relación con la naturaleza y sus ciclos. Esto se logra empleando una agricultura biodinámica, pero también complementada con otros conocimientos como la permacultura, un sistema de diseño agrícola, económico, político y social basado en los patrones y las características del ecosistema natural para compartir equitativamente.


Todo este recorrido, cosechando experiencias en pareja, también los condujo hacia la antroposofía (una filosofía fundada por Rudolf Steiner, que postula la existencia de un mundo espiritual objetivo, intelectualmente comprensible y accesible a la experiencia humana). El proyecto se instaló en octubre de 2021 en la chacra PaSaMar, pero en realidad es el resultado de una trayectoria de búsqueda de alternativas y herramientas con colegas de otros lugares como chefs, nutricionistas, médicos, naturistas e ingenieros agrónomos que coincidían en encontrar una forma de alimentación sana.

Patricia Bongioanni (43 años, profesora de yoga terapéutica y Taichi-chi) y Mariano Navarro (44, Chef naturista) unieron sus conocimientos y dedican su vida a la agricultura biodinámica, enfocada en una alimentación saludable y en brindar un espacio abierto para compartir con la gente. El proyecto, que nació hace 15 años, cuenta con un largo recorrido de aprendizaje sobre las diferentes formas de cultivos, pero sin dejar de lado el valor a la tierra y todo lo que en ella se cultiva, haciendo hincapié del aprovechamiento medido y cuidadoso de todos los recursos naturales, sin la intervención de agroquímicos.

“Nuestro proyecto es ofrecer un espacio para que sea un lugar de producción de alimentos sanos, nobles y vitales, destacando el cuidado de la tierra y el medioambiente”, aclara Patricia. “Es un espacio de encuentro y de compartir saberes y experiencias, respetando el valor de la tierra y sus cultivos en todos sus aspectos. Por eso abrimos la casa para ofrecer diferentes talleres: de alimentación saludable, de plantas medicinales, el espacio de huertas para ofrecer a la comunidad, y también los productos”, agrega.

Según comenta Bongioanni, “en 2006, con nuestro hijo de meses, decidimos regresar a la chacra para mantener la conexión con la naturaleza, porque la disfrutamos y sentimos que nos sana y nos equilibra. Además aquí encontramos todo lo que necesitamos para estar bien: elaboramos huertas, recolectamos y realizamos todo tipo de conservas compartiendo todo nuestro conocimiento con la gente”.

Patricia Bongioanni y Mariano Navarro, cultivando algunos de los vegetales que se producen en su chacra. Tienen sabores distintos.


Por otro lado, se enfocan en la tarea de inculcar la importancia de conocer sobre el consumo de una alimentación saludable, promoviendo huertas escolares y urbanas a través de la enseñanza en diferentes escuelas, en distintos Ministerios o trabajando con el INTA. “La idea es revalorizar el consumo de verduras”, explica Patricia, que además promueve su labor en ferias de productores del Valle Medio, Alto Valle y Neuquén.

“Cuando fui madre decidí profundizar mi conocimiento con plantas medicinales y conocí a Sara Itkin, una médica naturista radicada en Bariloche, donde compartí talleres con otras personas. Allí pude elaborar cosmética artesanal, o fitopreparados de distintos tipos, siempre de plantas que se recolectan acá”, relata Patricia.

“El objetivo, como parte del proyecto PaSaMar, es crear un centro educativo en donde la producción sea el foco para interactuar con personas, productores, instituciones o escuelas, y en donde puedan venir y enriquecernos mutuamente”, explica Mariano. Ambos agradecen y valoran la ayuda de biodinámicos del Alto Valle y Viedma, que están atentos a las necesidades en la orientación y formación. Además han logrado crear lazos importantes, como la colaboración activa del ingeniero agrónomo Manuel Vera, del Alto Valle, que les generó una relación con “La Brocoli”, un espacio donde se preservan y reproducen semillas de variadas especies y que permitió tener una diversidad enorme de producción.

No solo eso: un grupo de productoras de Río Colorado apoyó el emprendimiento con plantines y semillas sin tratamiento químico, y también se sumó “Jeen”, de padres orientales, aportando sabiduría y también semillas de su familia de diferentes variedades. Entre otras cosas podemos encontrar cinco variedades de tomates cherry, tomates perita, ajíes de diversos estilos, legumbres y mucho más. “No estamos acostumbramos a ver los cultivos rodeados de flores, plantas aromáticas y girasoles”, acota Patricia; y añade que se mantiene la biodiversidad del entorno conservando las “buenezas” o plantas espontáneas (muchas de ellas comestibles) para que allí habiten todo tipo de insectos y no invadan la huerta.

En números

15
años lleva el proyecto PaSaMar, que cuenta con un largo recorrido de aprendizaje sobre formas de cultivo.
10.000
años tienen algunas de las alternativas de producción que se plantean en PaSaMar.


Pero no solo es huerta: es una expansión de otras actividades como el cultivo de gírgolas, que data de hace varios años. Las cepas de gírgolas se compran en Neuquén y se inoculan en troncos de álamos frescos, son conservadas y en otoño se desarrollan en invernaderos. Se consumen frescas o secas para conservarla más tiempo. “El sector de aromáticas se aumentará para la elaboración de preparados medicinales y cosmética artesanal y sustentable, una actividad a la que me aboco personalmente”, dice Patricia.

Hay también una pequeña diversidad de frutales, con manzanas verdes que Mariano aprovecha para producir vinagre a partir de la fermentación natural. Con esos frutales también se hace conservas de peras, ciruelas, duraznos, manzanas y membrillos; y el excedente se envasa al vacío para el invierno. Además, permite la elaboración de jugos y dulces y la deshidratación de hierbas como albahaca, melisa, orégano, romero, y plantas medicinales de todo tipo para la temporada invernal.

En cuanto al componente animal, solo hay aves, criadas a espacios abiertos y sueltas entre alfalfa. De hecho, solo se encierran por protección durante la noche. Se alimentan de bichitos y plantas del entorno. “Nunca les damos alimento balanceado. Las acompañamos desde pequeñas. Incluso los pollos conocidos comercialmente como parrilleros son criados con el maíz de la chacra y en libertad, para que caminen y no se pongan excesivamente obesos. Notamos ampliamente la calidad en los huevos y la carne -en su sabor y color-. Pensamos incorporar un ovino y bovino para acompañar y equilibrar la diversidad y el aporte a la tierra”, comenta Patricia.

Mariano Navarro es nieto de productores, que vinieron de Italia en la década del ´60 y se radicaron en la zona con gran desarrollo productivo. “Como padre de familia, tenemos la responsabilidad de seguir buscando alternativas en la producción y dejar de envenenar el alimento y nuestra tierra, para que nuestros hijos conozcan que existen otras alternativas que no podemos obviar. Son alternativas que tienen más de 10.000 años, es producción sin ningún agroquímico ni fertilizante artificial, porque la producción convencional química tiene casi 70 años y nos daña mucho. Como adulto, como padre y como educador, es mi tarea dejar una semillita y decir ‘vamos por este camino”, explica Navarro.


La importancia del compost y preparados



El compost tiene un rol esencial en la agricultura orgánica y ecológica. Se trata del mantenimiento que le va a aportar a la planta. Para poder preservar su salud, lo primero que se hizo fue preparar la tierra dejándola descansar correctamente. Luego se la abona con el compost que se había elaborado en la temporada anterior. “Es un compost que genera una sustancia, como un humus de una tierra muy fértil, y se aplica en micro dosis para revitalizar la vida interior de la tierra”, explica Patricia.

Ese compost biodinámico tiene agregados 6 preparados específicos que ayudan a reforzar el equilibrio entre la tierra y el cosmos. El aporte que hace la biodinámica, integrando la hora de cultivar y vivir, es entender a la tierra como parte de una relación con todo lo que pasa. Es aprender a armonizar esa relación y optimizarla.

Las gallinas, circulando libres por la chacra. Están criadas en espacios abiertos.


Los 6 componentes vegetales aportan cualidades específicas para potenciar aún más la vitalidad y salud de la tierra al ser esparcidos, y ayudan a la regulación de la estructuración. Esto se debe a su combinación de nitrógeno y carbono, que se logra haciendo capas de hojas secas y frescas, y residuos orgánicos de animales debidamente cubierto, sostenido con humedad por varios meses. Así se puede ofrecer una renovación de las fuerzas vitales de la tierra, que van a nutrir la vida de las plantas. “Esos 6 preparados se elaboran anticipadamente a base de plantas como la miel en rama, manzanilla, ortiga, corteza de roble, diente de león y valeriana”, dice Bongioanni.

Hay también preparados como el “500” o “cuerno de vaca”, que se utiliza en otoño-invierno. Aquí, un tiempo después de su uso, se pueden observar los cambios de color tanto en la tierra como en las plantas y su desarrollo.

Por su parte, el preparado “501” reúne las fuerzas estivales del sol y la luz. Su efecto mejora el sabor, color, duración y vitalidad del fruto, y se usa tanto en la fruticultura como en la producción hortícola. Por ejemplo, en los cereales se observa la conservación y el sabor.


La búsqueda de una vida más saludable y conciente, y la apertura al universo. Así se resume el proyecto “PaSaMar”, a cargo de la familia Bongioanni-Navarro, que desde Choele Choel y después de años de búsqueda interior lograron cumplir un hermoso sueño colectivo. Y es en ese sueño que buscan honrar la tierra en todos sus sentidos, con todo lo que ella nos brinda, valorando y respetando la relación con la naturaleza y sus ciclos. Esto se logra empleando una agricultura biodinámica, pero también complementada con otros conocimientos como la permacultura, un sistema de diseño agrícola, económico, político y social basado en los patrones y las características del ecosistema natural para compartir equitativamente.

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