«Sería una pena que se marchitaran las plantas»: una pareja en busca del duelo tan temido
A instancias de su separación, una pareja ensaya modos de poder dar cierre a la relación. Esta obra de Ivor Martinic dirigida por Guillermo Cacace puede verse cada domingo en Deriva Teatro.
Sería una pena que se marchitaran las plantas.
¿De qué estamos hablando? De ver marchitar esas plantas en un sentido literal. ¿Acaso quienes las regaban ya no lo harán? ¿Por qué? ¿Acaso quedarán abandonadas porque quienes las regaban ya no estarán allí para hacerlo? ¿Por qué?
Pero también podemos estar hablando en un sentido metafórico y aquello que se marchita, y que nos da pena que así suceda. Sentimientos que ya no nos atraviesan para con personas que ya tendremos a nuestro lado.
Ambos se miran de un modo que fue cotidiano y ya no lo será más. Y pensarán. Y dirán, como al pasar: “Sería una pena que se marchitaran las plantas”. Sería una pena, sí. Pero adiós.
¿De qué estamos hablando cuando hablamos decimos, dicen, que sería una pena que se marchitaran las plantas? De una obra de teatro atravesada por el duelo que dos personas saben que deben afrontar. Las plantas se marchitarán y sí, será una pena profunda.
Escrita por el dramaturgo croata Ivor Martinic, “Sería una pena que se marchitaran las plantas” es la pieza elegida por la actriz Ana Muzzin y el actor Nicolás Caminiti, ambos radicados en Roca y fundadores de Escena Urgente, para esta temporada. Bajo la dirección de Guillermo Cacace, uno de los talentos jóvenes de la escena porteña actual, la obra, estrenada el domingo de la semana pasada en Deriva Teatro, puede verse en dicha sala neuquina cada domingo de marzo a las 19 (ver aparte).

Una sinopsis: a instancias de su separación una pareja ensaya distintos modos de poder dar cierre a la relación. Los tomarán los recuerdos, la ternura, la agresión, los celos, los reclamos de la piel, el abismo que se impone como futuro: ¿Y ahora qué? ¿De cuántas cosas nos separamos al separarnos de un otre? Les espiaremos, seremos los cómplices, los testigos de un movimiento necesario.
Ahora, la palabra de Ana: “A mí me movilizó que es muy fácil de identificar tanto para los actores como para el público porque lo que atraviesa la obra es una separación, algo por los que la mayoría de las personas pasamos. Y no solo se trata de una separación amorosa en términos de pareja, Puede ser una amistad, la familia, algo uno ama hacer. El duelo de separarse de alguien, de poder decir hasta acá. Y todo lo que eso conlleva”.

En un diálogo telefónico con Río Negro, la actriz que fue recientemente mencionada por su Labor Actoral en el Selectivo Itinerante de Teatro Rionegrino por su protagónico unipersonal en “La corredora”, destacó de la obra que actualmente protagoniza que es muy democrática la manera en que está escrita: “Te da muchas posibilidades de apertura haca donde la quieras llevar, cuando le pedimos la obra a su autor nos dijo ‘hagan lo que quieran porque determinada por el lugar donde viven, por cómo sienten, por cómo hablan’. Esas libertades son muy amables para la actuación”.
Cuando se decidieron por esta obra de Martinic, llamaron a Guillermo Cacace para que la dirigiese. Cacace, además de ser maestro y referente de ambos, estaba dirigiendo, justamente, una obra de Martinic. “Para nosotros fue muy importante que Guillermo nos dijera que sí”, reconoce Ana. “Fuimos a trabajar todo enero a Buenos Aires en el montaje de la obra. Trabajamos todos los días por las mañanas y a veces por la noche. A la tarde veíamos vestuarios, luces, cuestiones escenográficas, hablamos con iluminadores, diseñadores gráficos. Pensamos que íbamos a estar de vacaciones y al final estuvimos metidos dentro de una puesta en escena hermosa, muy sensible. Todo empezó ahí”.

“La dirección fue muy cuidada”, sostiene Muzzin. “Fuimos muy de a poco porque fue muy doloroso hacerlo: para separarte en una obra tenés que imaginar la posibilidad cierta de separarte”. Ya hay que decir algo: Nicolás y Ana son pareja en la vida real. “Somos una pareja muy sólida, nos elegimos todos los días y por eso es que creo que pudimos hacer esta obra”, apunta la actriz. “Nos allanó el camino por tener más confianza con el cuerpo del otro, con las emociones del otro, ser más intuitivos en relación a todo esto. Pero también se trató de habitar la posibilidad de la separación”.
“La obra, afirma Ana, “es muy movilizante en el sentido de poder soltar a la otra persona y decir: ‘puta che… ya está’. Por más que reniegues y pelees, ya está. Porque como todo dolor hay que transitarlo”.
Pero en “Sería una pena que se marchiten las plantas” también pasan otras cosas: “Tiene cosas muy humorísticas, elementos visuales muy bonitos, hay música y voces en off. No es una comedia, pero tiene lugares muy graciosos, lugares muy ridículos. Va pasando por muchas emociones y la idea es invitar al público a que también pase por son lugares muy comunes de las personas”.
Ficha técnica
Obra: “Sería una pena que se marchitaran las plantas”.
Dirección: Guillermo Cacace.
Dramaturgia: Ivor Martinic.
Traducción: Nikolina Zidek.
Actúan: Ana Muzzin y Nicolas Caminiti.
Funciones: domingos de marzo a las 19 en Deriva Teatro (Sarmiento 841, Neuquen).
Entradas: $1000.
Reservas: por WhatsApp al 2915038387 .
Capacidad de la sala: 30 personas.
Sería una pena que se marchitaran las plantas.
¿De qué estamos hablando? De ver marchitar esas plantas en un sentido literal. ¿Acaso quienes las regaban ya no lo harán? ¿Por qué? ¿Acaso quedarán abandonadas porque quienes las regaban ya no estarán allí para hacerlo? ¿Por qué?
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