Huellas bajo tierra para asomarse al pasado de Bariloche
La remodelación de Mitre permitió a un equipo interdisciplinario analizar la composición del suelo y reliquias halladas en un antiguo pozo de basura.
“Escribiendo historias en Nahuel Huapi. Arqueología de rescate en Bariloche”, fue el título de la charla ofrecida por integrantes del equipo interdisciplinario que tomó a su cargo el seguimiento paleo-antropológico e histórico de las obras de remodelación de calle Mitre.
“Todo el material hallado es analizado, separado, inventariado y catalogado por procedencia. Con rótulos y fotografías, es resguardado según métodos de conservación preventiva establecido por ley. Están pendientes los análisis específicos. Tenemos mucho material y por suerte de una riqueza enorme”, evaluaron.
Expusieron los especialistas Solange Fernández Do Rio (subsecretaría municipal de Medio Ambiente), Florencia Bechis, Mauro Passalia, Marcia Bianchi Villelli y Graciela Montero. Anticiparon una próxima exhibición del resultado de la investigación en el Museo de la Patagonia Francisco Pascasio Moreno.
El trabajo conjunto realizado tras el incendio de la Parroquia de la Inmaculada Concepción fue el antecedente de los estudios encarados tras “leer en el diario que comenzaba la obra en calle Mitre”, uno de cuyos sectores había sido escenario de un hallazgo de importancia por parte del arqueólogo Adán Hajduk en 1999. Desde la secretaría municipal de Medio Ambiente y el Museo de la Patagonia fue solicitada una ampliación del estudio de impacto ambiental con seguimiento de obra que actualmente la normativa municipal no incluye. En este sentido, durante el encuentro fue anunciada la elaboración de un “mapa de sensibilidad arqueológica que indique zonas donde posiblemente existan sitios arqueológicos” para su resguardo.
Realizado un protocolo de intervención, “desde el ámbito municipal no recibimos la respuesta que esperábamos. En Cultura no la hubo, fuimos a Ambiente y de ahí enviaron una carta pidiendo ayuda al Museo de la Patagonia” desde donde los trámites fueron agilizados. “Los honorarios fueron donados, nadie cobró un centavo”, expresó Fernández Do Rio.
La geóloga Romina Daga señaló que, mediante observaciones realizadas en las dos excavaciones paralelas a la calle (con una profundidad máxima de un metro y medio) realizadas por operarios, fue posible aproximarse a características morfológicas. “A la altura del 400, definimos básicamente dos capas de grava y canto rodado, depósitos glaciarios y cenizas volcánicas transformadas en suelo. Al 600, el suelo es más espeso y oscuro, con un nivel inferior negro”. A través del análisis, detectaron la presencia de “pequeños fósiles de algas unicelulares presentes en ambientes lacustres, estructuras silíceas y fitolitos (generados por biomineralización de vegetales)” correspondientes con gramíneas. Concluyeron que la zona fue “ambiente de pastos, mallinosa y probablemente inundable”.
El equipo determinó que las improntas de tres troncos halladas en Mitre y Frey correspondían a “palenques que fueron incorporados como parte del relleno”. Otro hallazgo fue “un conducto de barriles encastrado con troncos de lado a lado de la calle a la altura de la barranca de O´Connor”.
En el trayecto “no hubo nada tan llamativo como el descubrimiento, a fines de agosto, del pozo de basura, estrella del proyecto. Como habíamos advertido a los responsables de la obra sobre la alta sensibilidad, respetaron nuestra forma de trabajo”.
Seis metros cúbicos de material compuesto por huesos, metal, vidrio, cerámica, loza, clavos, tornillos, alambres, material de construcción, lamparitas eléctricas, vajilla doméstica, cacerolas, baldes, implementos de todo tipo, según reseñara la historiadora Graciela Montero, encargada de datar y rastrear procedencia de los elementos. “Comencé a analizar los materiales a través de catálogos donde se establece una tipología, en este caso, las botellas” datándolas según características particulares.
Joyas sepultadas
Entre lo que destacó la historiadora Graciela Montero, restos de platos y una fuente oval con fondo blanco y decoración en verde o rojo con paisajes o escenas de la ciudad de Buenos Aires a principios siglo XX (la Plaza de Mayo, el Cabildo, la Catedral, el Puerto). La fábrica de Bélgica Broch Freres dató las piezas en 1920.
El equipo: Solange Fernández Do Rio (arqueóloga), Graciela Montero (historiadora), Eduardo Pérez Navarro (museólogo), Marcia Bianchi Villelli (arqueóloga), Florencia Bechis (geóloga), Maxi Lezcano (historiador), Emmanuel Vargas (arqueólogo), Ariana Carbajal (paleontóloga), Ari Iglesias (paleontólogo), Mauro Passalia (paleontólogo), Romina Daga (geóloga) y Adán Hajduk (arqueólogo).
Calle Mitre en Bariloche: huellas bajo tierra para asomarse al pasado
Huellas bajo tierra para asomarse al pasado
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