Cayó Bashar Al Assad en Siria: Netanyahu festeja en Israel y refugiados sueñan con una «nueva era»

Rusia anunció que Al Assad “dimitió” y salió del país. Benjamin Netanyahu festejó en Israel.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, calificó el domingo el derrocamiento de Bashar al Assad en Siria como un «día histórico en (…) Oriente Medio» y la caída de un «eslabón central del eje del mal» dirigido por Irán. 

«Es el resultado directo de los golpes que hemos infligido a Irán y Hezbolá, principales apoyos de Al Aasad. Ha desencadenado una reacción en cadena en todo Oriente Medio, empoderando a quienes buscan liberarse de este régimen opresor«, añadió en una visita a los Altos del Golán, ocupados por Israel.


Rusia anuncia que Al Assad «dimitió» y salió de Siria, pero no precisa hacia dónde


Rusia afirmó este domingo que el presidente sirio Bashar al Assad renunció al cargo y se fue del país, sin precisar su destino.

«Como resultado de las conversaciones entre [Bashar al] Assad y participantes del conflicto en el territorio de la República Árabe de Siria, él tomó la decisión de dimitir del cargo de presidente y dejar el país, dando instrucciones para que se proceda a la transferencia pacífica del poder«, indicó el Ministerio ruso de Relaciones Exteriores, que precisó que «Rusia no participó en esas conversaciones».


Sirios dentro y fuera del país celebran la caída de Al Assad con la «sensación de renacer»


Cientos de personas salieron este domingo a las calles de Damasco y de Estambul, en Turquía, donde vive una diáspora de medio millón de sirios, para celebrar la «huida» del presidente Bashar al Assad de la capital siria, ahora en manos de los rebeldes.

En Damasco resonaron disparos de júbilo y plegarias religiosas por los altavoces de las mezquitas, y en Estambul centenares de sirios se congregaron frente a la gran mezquita del barrio de Fatih pese a la fuerte lluvia. 

«Es increíble, tenemos la sensación de renacer», comentó en Estambul Sawan Al Ahmad, que llevaba a su hijo de la mano.

Esta mujer vivió en 2011 los primeros meses del despiadado asedio de Homs por las fuerzas del régimen de Al Asad, antes de huir a Turquía, que acoge a tres millones de refugiados sirios.

Ahora, le ilusiona la idea de llevar a su hijo «a su tierra».

En Damasco, decenas de personas se congregaron en la plaza de los Omeyas, para celebrar la caída del clan Asad tras más de medio siglo en el poder, en un país dividido por una mortífera guerra civil. 

En otra céntrica plaza de la capital siria, entre gritos de «Allahu Akbar» («Dios es el más grande»), decenas de habitantes derribaron una estatua de Hafez al Assad, padre de Bashar, y la pisotearon, según imágenes de AFPTV. 

«Siria es nuestra, no es de la familia Assad», vocearon hombres armados, miembros de grupos rebeldes, que circulaban por algunas calles de la ciudad dando tiros al aire.

Los soldados del régimen se deshicieron a toda prisa del uniforme militar del ejército sirio al abandonar la sede del Estado Mayor, en la plaza de los Omeyas, contaron a AFP varios habitantes. 

También los locales de la televisión y de la radio públicas fueron abandonados por los funcionarios, contó un exempleado.

A unos kilómetros de allí, en el pintoresco viejo Damasco, donde viven muchas familias cristianas, unos jóvenes coreaban «¡El pueblo sirio está unido!», un mensaje destinado a tranquilizar a las minorías de un país multiconfesional y devastado por 13 años de guerra civil.

En otro barrio, Shaghur, había mujeres en los balcones, lanzando gritos de júbilo y tirando arroz al paso de combatientes armados.

«No puedo creer que a partir de hoy ya no tendré más miedo», dijo a AFP Ilham Basatina, una mujer de unos 50 años, apostada en su balcón. 

«Nuestra alegría es inmensa pero no será completa hasta que el criminal sea juzgado», señaló, aludiendo a Bashar al Assad. Los rebeldes que entraron en la ciudad afirmaron que el «tirano» había huido.

Pero a Mohamed Cuma, un estudiante de Alepo residente en Estambul, «le da igual» lo que le ocurra a Al Assad.

«Se fue y eso es lo esencial. Que se vaya a Rusia, Bielorrusia o Venezuela, dejen que se vaya. ¡De todas formas acabará en el infierno!», declaró este estudiante de ingeniería civil, que afirma que «muy probablemente» regresará a su país, donde «podría ser útil en la reconstrucción».


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