José Campusano: otros modos de hacer cine

El original director ultima detalles de su nueva película. Fue filmada en Bariloche con actores locales.

Cine

“El sacrificio de Nehuén Puyelli” es la última producción de Cinebruto, en coproducción con José Celestino Campusano, el cineasta barilochense Miguel Ángel Rossi e Inimaginaria Producciones Audiovisuales de Posadas, Misiones, con guión y dirección del propio Campusano. Se rodó en Bariloche y en la cárcel de Lomas de Zamora, Unidad 40, provincia de Buenos Aires.

“Río Negro” fue el único medio invitado a la proyección -en el microcine del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales- del montaje crudo, sin nivelación de voces, dosificación de color, tratamiento de transiciones, títulos ni musicalización. La experiencia, previa a todos los estrenos de Campusano, concluyó con el director en sala promoviendo y escuchando comentarios de los presentes, parte de su equipo, jóvenes realizadores y estudiantes de cine, con los que corregirá y dará forma final a su nueva película para enviarla a festivales que ya la han requerido.

Eduardo Rouillet

José Celestino nació en Quilmes en el 64 y vive en El Pato, Berazategui, donde se concretó la entrevista con este medio. Estudió Realización en el Instituto de Cine de Avellaneda, con activa participación en videos y filmes independientes durante los 80 y parte de los 90. Este, su décimo largometraje, lo protagonizan Chino Aravena, Damián Ávila, Emanuel Gallardo, Daniel Quaranta, Aldo Verso y Ana Núñez, junto a numerosos vecinos de Bariloche.

Campusano, hijo y hermano de boxeadores, sobreviviente de muchas peleas, deambula insistentemente por las entrañas de zonas periféricas de diversos países, factor que sumado a su firme anarquismo deriva en que sus obras tengan un sello único.

Escribió “Mitología Marginal Argentina”, libro cuasi autobiográfico de relatos del conurbano bonaerense que ya cuenta con dos ediciones. Está en vías de editar el compacto de “Fango” con tango y trash, música que define como “muy única y no explorada”.

“El proceso de filmación es, en algún punto, fácil de repetir”, define José, para empezar. “Gira alrededor de un núcleo de escenas fuertes, ocho o diez, que dan identidad a la película. Después, vamos llenando los espacios entre ellas. Y si bien se relaciona con la intuición, tiene mucho que ver con el diálogo comunitario. En promedio, estos largos tienen unas cien escenas, pero el pulso de la narrativa lo marca la potencia de esa decena de escenas definitorias. En su gran mayoría, se basan en hechos verídicos recientes. Siempre componemos así. Es muy difícil que alguien no crea en la historia porque sucede, crea uno o no que estas cosas ocurren. Los lineamientos son auténticos cien por cien. ¿Verdad?”

– La etapa actual de tu tarea, cerró todas las alternativas de modificación.

– Los aportes que tan generosamente me brindaron tras la proyección en el INCAA, fueron tenidos en cuenta para armar el corte cercano al final. Cuando queda con sonido y música, se puede retocar, mínimamente, pero es posible. Lo que viste es la película al cuarenta por ciento. Yo tengo una metodología y terminar un filme no me produce crisis alguna; es como que necesito liberarlo para que entre otro proyecto, para el cual ya tenemos dinero, y presentamos otro más que habla sobre curas pedófilos en el conurbano bonaerense sur, en el espacio entre Capital y La Plata. Durante décadas y siglos, la iglesia se ocupó básicamente de trasladarlos, de darles otro destino, y seguieron pervirtiendo niños, a inocentes donde no los conocían.

– ¿Cómo te llegó el tema?

– Por allegados, también, y por anécdotas de vida. Una persona que estuvo a merced de un cura pedófilo, amigo mío ya fallecido, me dio datos muy, muy precisos. Además hablé con un sacerdote que dejó de serlo y había sido acusado de estas cuestiones. O sea, no hay mejor fuente de inspiración que el conocimiento social, esa amalgama de voces, hechos, anhelos, intuiciones, analogías que nos superan. No podemos percibir más que un mínimo porcentaje de él. Es un conocimiento gratuito que siempre muta, nunca se estaciona, y constantemente nos sorprende.

– En la continuidad del trabajo que planteás, hay tiempo para reflexionar sobre la obra terminada?

-Yo estoy muy dispuesto a filmar sobre cosas que antes no he filmado. Por eso “El arrullo de la araña” que estuvo en (el último Festival de Cine de) Mar del Plata, habla del ámbito laboral explotador, de su parte más política, más cruda y psicotizante; sustentada en hechos verídicos y con muy pocas locaciones. Lo interesante es que acá (Gran B.A.) como cuando viajo, busquemos espacios nuevos, vírgenes para la cámara. Rostros que también lo sean y acentos, voces, énfasis que todavía el cine no ha registrado. Por más que haya dinero de por medio, en mi filmografía se nota, no estoy para filmar lo convencional, lo que distrae, lo que ya sabemos cómo viene. No estamos para eso. Al menos en nuestra productora Cinebruto, es así.

TODOS RUBIOS

Sobre cómo es su cine, de ese y más habla José Campusano en esta extensa respuesta devenida en riquísimo monólogo: “El sacrificio de Nehuén Puyelli” es una película altamente satisfactoria porque la mitad la filmamos en Bariloche, el cincuenta por ciento del equipo técnico es de allí, y sacando a Damián Ávila (coprotagonista, Mario Arce en la ficción) que viajó, todos lo demás personajes son de esa ciudad.

”Fue tan hermoso filmar ahí y con su gente, que la próxima película la rodaremos íntegramente en ese lugar. Seres tan cariñosos, tan cálidos, tan comprometidos… Ningún problema hubo, tampoco con la parte institucional que nos dio apoyo, ni con el Consejo Mapuche local que estuvo presente. Hubo gente de él en el elenco y quedamos en muy buena relación para futuras intervenciones.

La pasamos muy bien, cuando en Puerto Madero (rodando ‘Placer y martirio’ 2015) la pasamos pésimo. Es más, la misma gente de los vecindarios de Bariloche, donde nos metimos tanto de noche como a la mañana temprano, siempre tuvo excelente disposición.

“La mirada de director es perjudicada por la traición. Podés elegir el camino más largo, pero que mantiene vivos los motores que te llevaron a filmar; respetando a los que participan, a quienes te ayudaron y a los que están por venir. Si se mantiene esa tónica hay un universo enorme por explorar, en el país y afuera.

”Ahora, te traicionás por creer que el camino más breve es el mejor, te lo digo por amigos, colegas con los que estuve filmado en un tiempo. Los años pasan muy rápido y te devoraste diez en los que no te identificás con lo hecho. Es más, hay un muy amigo mío que hizo publicidad y siempre dice que todo lo que tiene detrás suyo es basura. No hay un solo fotograma con el cual esté orgulloso, pero la decisión de filmar eso fue suya… En nuestro caso, hemos tenido la gran fortuna de no haber filmado algo no querido. Ni un institucional, un aviso publicitario, una telenovela, nada que no haya sido con convencimiento. Felizmente…

“Se trata de romper cánones. Hay uno que se relaciona con la nefasta influencia del cine comercial que hoy es racismo puro. Tiene que ver con una mirada no nuestra. Es un cine fascista, todo lo que no brilla, no es fértil, lo no consumista, no figura, no existe…

“Prepondera cierto color de ojos que genera en el espectador un sentido aspiracional. Si no habitás esos ámbitos de consumo y de raza, no sos humano, no pertenecés. Lamentablemente, esa cinematografía comercial fue invadiendo la televisión sin que le costara mucho, y el cine de autor que hoy día tiene cosas nefastas. Visitando a Perú, no hace mucho, en charla con el público, me dijeron que era la primera vez que veían gente morena protagonizando películas argentinas; nosotros creíamos que ustedes eran todos rubios…”.

NO PUDE FALLAR

– Pensaba en el personaje de la mamá de Nehuen, una señora muy mayor como indican las arrugas en su rostro y manos, que tiene miradas, respuestas, trato, reflexiones tan bellas como profundas…

– Hay que respetar al humano y su diversidad en las réplicas, en las creencias. ¿Por qué homogeneizar tanto? Para que lo falso pase a ser verdadero y éste tenga carácter de falso. Sí, la verdadera vida es repudiada, las caras genuinas de cada país no aparecen en pantalla. Todas mis películas toman ese riesgo narrativo porque es mi forma de asumirlas; es posicionar a los colectivos sociales con el respeto y el amor que se merecen. Estamos para eso. No necesitamos que una mirada capitalina se instale en un sector periférico, otra aberración para mí.

“Mi mirada brota del diálogo”, vuelve a definirse Campusano. Y sigue diciendo: “Yo activo la herramienta fabulosa del ida y vuelta, que nunca falla. La confianza que ponemos en el otro, es la que él pone en nosotros. Una mirada de subestimación, que bien puede ser la europea, yanqui, que deploro en todo sentido, una mirada peyorativa o paternalista, descalificante si se quiere, no me sirve. La mía es de igual a igual y por eso, creo, nuestras películas generan empatía. No puede fallar, por eso nuestro cine es profundamente comunitario”.

FICHA TÉCNICA

Título: “El Sacrificio de Nehuén Puyelli”

Producción ejecutiva: Leonardo Padín y Mónica Amarilla.

Coproducción: José Celestino Campusano, Miguel Ángel Rossi e Inimaginaria

Elenco: Chino Aravena, Damián Ávila, Emanuel Gallardo, Daniel Quaranta, Aldo Verso, Ana Nuñez.

Jefe de producción: Manuel Lorenzo.

Asistente de dirección: Marcos Izaguirre.

Dirección de fotografía: Eric Elizondo.

Jefe de locaciones: Cristian Gómez Aguilar.

Arte: Paula Trocchia y Verónica Manzanares.

Sonido en rodaje: Luciana Kaseta, Leandro Sinich.

Vestuario: Gabriela González, Jazmín Fernández.

Maquillaje: Manuela Segovia, Virginia Álvarez.

Montaje: Horacio Florentín.

Postproducción de sonido: Daniel Ibarrart.

Música: Claudio Miño.

Guión y dirección: José Campusano.


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