Femicidio de Agustina Fernández: los indicios que acorralan a Parra y las similitudes con el encapuchado

El criminólogo Eduardo Prueger desplegó una extensa declaración que abonó la teoría de los acusadores. También se escuchó el testimonio del padre de Parra con un pasado oscuro en la justicia.

El cúmulo de indicios que elaboró un perito sobre la culpabilidad de Pablo Parra por el femicidio de Agustina Fernández pone en jaque el beneficio de la duda razonable que intenta capitalizar la defensa del imputado. Eduardo Prueger ingresó al caso como un actor de reparto, pero sus descubrimientos le otorgaron un rol protagónico en la investigación. Tanto es así que fue una pieza clave para el giro en las pesquisas que se enfocaron en Pablo Parra como el principal sospechoso del crimen en Cipolletti, ocurrido en julio de 2022.


Fue contratado días después de la muerte de la joven para analizar la mecánica del ataque y su conclusión fue contundente: Parra es el femicida de Agustina. Se los dijo a los investigadores en su momento y lo ratificó hoy ante el jurado popular. No solo se encargó de encontrar las piezas más difusas en el complejo rompecabezas que fue la investigación, también derribó la teoría de la defensa que sigue aferrada a la falta de una prueba científica que incrimine a su cliente.


Prueger aseguró que en la mayoría de los femicidios no hay rastros de ADN del victimario y dio ejemplos. Pero además relativizó esa prueba genética que tanta importancia tiene en la teoría defensista: “Lo importante del ADN es saber dónde está, es un indicio”, aseguró. Otro dato que arrojó en la sala de audiencia fue que en el 70% de los femicidios el agresor realiza algún tipo de ocultamiento. En este caso “simular” un robo.


Todas las pistas que explayó el perito en su testimonio conducen a Parra como autor del crimen, pero además obstruyó cualquier vestigio en otra dirección. No hay ningún elemento hasta el momento en el juicio que abrigue la posibilidad que haya sido otra persona.


Incluso con los tres o cuatro meses que dedicó la fiscalía a investigar el crimen en ocasión de robo no apareció otra hipótesis. Se ordenaron cientos de escuchas telefónicas, se confeccionó un identikit con recompensa, se dictaron varios allanamientos, y hubo hasta una detención. También se cotejaron varias pruebas de ADN con los rastros genéticos obtenidos en la mano de Agustina y todos fueron negativos. Fueron más de 50, una cifra récord para Río Negro, nunca antes había pasado.


El perito criminológico, que ostenta un sinfín de pergaminos académicos, actualmente cursando un doctorado en femicidios, desplegó un testimonio apto para todo público a pesar de la complejidad de su actividad y relató una línea de tiempo entre la salida de Parra del complejo habitacional y su regreso.
Mostró unas diapositivas sobre el trabajo que desplegó con las cámaras de seguridad de la zona en el tiempo que Parra estuvo fuera del departamento y el lapso temporal en el que atacaron a Agustina: entre las 19.16 y 19.49.


Concluyó que Parra no se dirigió primero a la casa de sus padres
-como declaró al comienzo- sino que fue a la zona sur por calle Venezuela, en dirección contraria y luego, unos 30 minutos después apareció en la misma zona. Ahí si pasó por lo de su padre, luego por una heladería, una despensa y volvió al complejo con las luces apagadas. Lo determinó a partir de imágenes que analizó con un sofisticado software.


En ese ínterin mostró dos imágenes de un hombre encapuchado que fue tomado por una cámara residencial, antes y después del ataque, cerca del complejo en horarios que encajan con la descripción de las tomas de su vehículo.


Concluyó también que esa persona era Parra, antes y después de atacar a Agustina. Sus conjeturas fueron dos: la altura y la tonalidad de las zapatillas. Tomó como referencia un poste que tiene medidas estándar y sus cálculos coincidieron con la estatura del imputado, con un margen de error de un centímetro. Corroboró que el calzado tenía la misma medida que las Nike de Parra y la tonalidad del color.


¿Es suficiente para afirmar categóricamente que es Parra? Le preguntó el defensor Juan Manual Coto, “no” fue la respuesta del perito. Pero ese indicador se enmarca en una serie de otros que acentúan la idea. Es una pieza más que encaja en su teoría.

Los fiscales y acusadores a la izquierda, de fondo Parra y los defensores.


Detalló muchas pistas más: por ejemplo, que la persona que trepó los 3 metros del paredón sabía que del otro lado había una escalera que luego utilizó para escapar. Era de noche y la escalera estaba tirada en un costado del patio de esa vivienda. Además, en el alambrado se halló un resto de tela con ADN de Parra que también se identificó en las prendas de vestir de Agustina.


Los móviles de cualquier delito siguen siendo insuficientes como prueba para un juicio, pero Prueger explicó, a partir de sus estudios doctorales, que es esencial para entender los ataques fenecidas las conductas subjetivas del agresor. “hay que fijarse en el agresor para tener una respuesta”, aseguró.


En lo que va del juicio quedó acreditado la obsesión que tenía Parra con Agustina, desde comprarle un anillo de oro – o símil oro- hasta reservar un hospedaje en la cordillera antes de avisarle. Y el desencadenante del ataque para el perito -y para los acusadores- es que la víctima había mantenido relaciones sexuales por varias horas ese día, 2 de julio de 2022, y Parra lo sabía: “No hay posibilidad que no haya escuchado”, dijo el fiscal del caso Martín Pezzetta en el alegato de apertura.


Finalmente, para terminar de derribar a la teoría de Coto, Prueger dijo que Agustina y Natanael mantuvieron relaciones sexuales por varias horas y sin embargo no se encontraron rastros de ADN del joven en la víctima. “No es tan sencillo transferir ADN”, concluyó.


El ataque duró segundos, no tuvo prácticamente resistencia de Agustina y por las explicaciones del médico forense Gustavo Breglia apenas usó sus manos para protegerse, una de ellas completamente fracturada. El relato de Prueger fue uno de los más importantes para abonar la teoría de los acusadores y comprometió mucho más al imputado. Mañana están previstos los alegatos y la deliberación del jurado popular.

El oscuro antecedente del padre de Parra

Parra a la izquierda junto a su abogado Juan Manuel Coto.

Daniel Parra, el padre de Pablo, fue uno de los últimos testigos en declarar ante el jurado popular. Su relato transcurrió sin sobresaltos. Se presentó como un hombre honesto y juró decir la verdad, a pesar de que el juez le advirtió que no estaba obligado a declarar. “Nunca ampararíamos un ataque así”, sostuvo. Pero en el contraexamen la querella develó que fue empleado del Poder Judicial de Neuquén, presentó un oficio falso para eludir el pago de la cuota alimentaria de una hija extramatrimonial y hasta le formularon cargos con tareas comunitarias.


Daniel Parra se presentó como un hombre de familia, las preguntas de la defensa estuvieron apuntadas a la composición de su circulo íntimo e incluso a su pequeña nieta. Dijo que Pablo se había independizado a los 34 años y que ese día fue a devolver una parrilla porque la abuela, que es una persona mayor, estaba insistente con que Pablo dejara el adminiculo de donde lo había tomado.


Daniel Parra juró y perjuró que se acordaba del horario en que su hijo dejó la parrilla porque antes una persona conocida le había pedido auxilio por una moto averiada. Entonces conectaba esos horarios. “Mi hijo es inocente, siempre estuvimos a disposición, dimos todo, estaba en casa al momento del ataque, no solidarizamos con los padres, nunca esperaríamos una situación así”, declaró.


Pero los abogados de la querella tuvieron su momento de contraexamen. ¿Usted dijo que es un hombre de palabra, honesto?, le preguntó Contreras. El juez Guillermo Baquero Lazcano, al inicio, le advirtió a Parra Daniel que no estaba obligado a declarar, porque así lo prevé la ley cuando hay que declarar en contra de un hijo. Sin embargo, le advirtió que sí declaraba debía prometer decir verdad.

Los padres y la tía de Agustina, una muestra de entereza durante todo el juicio.
Los padres y la tía de Agustina, una muestra de entereza durante todo el juicio.


Daniel Parra insistió en su honestidad. Pero querella le espetó que había sido empleado de maestranza de la Cámara Civil de Neuquén y que lo cesantearon por presentar un oficio falso para levantar un embargo del Juzgado de Familia 7 de Cipolletti y así eludir el pago de la cuota alimentaria de una hija extramatrimonial. Parra quedó acorralado por la información, intentó explicar pero nada alcanzó.

El abogado cerró con la información de que le habían formulado cargos por ese hecho, hizo trabajo comunitario y lo sobreseyeron. Hizo un juicio laboral a Neuquén pero lo perdió. “Quiero explicar algo”,pidió antes de irse, pero nadie lo dejó volver a hablar.

«¿Volvimos hablar de eso?»

Daniel Parra no es el único familiar que el acusado Pablo Parra tiene en la Justicia. Su prima hermana, la defensora pública Silvana Ayenao, también declaró en el juicio. Ayenao fue relevada del secreto profesional e incluso aceptó la reproducción de una escucha telefónica entre Parra y ella, captada el 5 de julio.

Ayenao admitió que había conocido a Agustina Fernández en una reunión de primos, pero que Parra la presentó como su vecina. En la escucha surge lo que la defensora pública había adelantado: “le di un consejo legal, le dije que se pusiera a disposición del fiscal, que contará todo lo que recuerda, que entregara todo, que dijera todo”.

Lo que no dijo Ayenao pero surgió de la escucha es la develación que le hizo el fiscal jefe Santiago Márquez Gauna al inicio de la investigación. “Vos estás descartado, me lo dijo el jefe de los fiscales”, insistió una y otra vez Ayenao poniendo énfasis en el cargo que ostenta el acusador actual del juicio.

Ayenao le mencionó que el fiscal del caso era Martín Pezzetta e hizo referencias sobre su fisonomía y la fiscal adjunta Julieta De la Cha, que visitó la escena de los hechos tres días después. “Pero yo tengo la información del fiscal jefe, el jefe de todos los fiscales”, reiteró. Le dijo a su primo que le iba a dar el número oficial de Pezzetta para que se pusiera a disposición y que no insistiera con la familia.

Esa escucha causó malestar en la comisión policial investigadora, sobre todo cuando las pesquisas estaban orientadas a un robo y Parra salía de las sospechas. Hubo suspicacias por parte de los uniformados ya que el jefe de los Ministerios Públicos de Cipolletti lo sacaba a Parra de la investigación y se lo decía nada más y nada menos que a su prima hermana, funcionaria judicial.


Márquez Gauna quedó en una posición incómoda por la información que dio al principio de la investigación a la prima del actual imputado. El funcionario le preguntó a Ayenao: ¿Volvimos a hablar de este caso?, no, contestó ella.

Otros que quedaron mal parados fueron los del Ministerio de Seguridad que, en su página web, siguen ofreciendo la recompensa por datos de la persona del identikit. Al inicio de la audiencia quedó claro que el ofrecimiento no se encuentra vigente porque el caso, al menos para la fiscalía, está resuelto con la detención de Parra.


El cúmulo de indicios que elaboró un perito sobre la culpabilidad de Pablo Parra por el femicidio de Agustina Fernández pone en jaque el beneficio de la duda razonable que intenta capitalizar la defensa del imputado. Eduardo Prueger ingresó al caso como un actor de reparto, pero sus descubrimientos le otorgaron un rol protagónico en la investigación. Tanto es así que fue una pieza clave para el giro en las pesquisas que se enfocaron en Pablo Parra como el principal sospechoso del crimen en Cipolletti, ocurrido en julio de 2022.

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