Juicio por Catalina Gutiérrez: «Soy homicida, no femicida», declaró Néstor Soto este martes
El joven de Bariloche, acusado de matar a Catalina Gutiérrez en Córdoba, confesó el crimen y pidió perdón. Insistió en no ser un femicida. El viernes se conocerá la sentencia.
La sala de la Cámara Undécima del Crimen en Córdoba estaba en absoluto silencio. Néstor Soto, el joven de 22 años -oriundo de Bariloche– acusado de asesinar a su amiga y compañera de la Facultad de Arquitectura, Catalina Gutiérrez, se paró frente al jurado y, con la voz quebrada, hizo su declaración más impactante: «Soy un homicida, pero no un femicida». La frase resonó en la sala mientras los padres de la víctima escuchaban.
El juicio, que se acerca a su final, dejó expuesta la estrategia de la defensa del acusado. Mientras la fiscalía sostiene que se trató de un crimen con agravantes, Soto insiste en despegarse de la figura de femicidio. Sin embargo, su confesión no deja lugar a dudas: asesinó a Catalina.
Un crimen que estremeció a Córdoba y al país
El 17 de julio de 2024, Catalina Gutiérrez fue vista con vida por última vez. Las cámaras de seguridad la registraron ingresando al edificio de Soto, en la capital cordobesa. Horas después, su cuerpo calcinado fue hallado en un Renault Clio abandonado en un descampado de barrio Ampliación Kennedy.
Las pruebas expuestas durante el juicio confirmaron la cronología del crimen. Catalina y Soto habían pactado una salida con amigos esa noche. Pero lo que parecía un encuentro casual terminó en tragedia.
Néstor Soto acusado del femicidio de Catalina Gutiérrez: «No hay día que no me arrepienta», dijo el barilochense
Este martes, al declarar ante el tribunal, Soto no negó el crimen. Entre lágrimas, pidió perdón: «Quiero pedirles disculpas de todo corazón a Catalina y a su familia. No hay día que no me arrepienta de lo que hice».
También habló sobre su vida antes del asesinato: «Mi vida era perfecta y ahora estoy en una cárcel. Extraño mi vida normal, estudiar, estar con mis amigos».
Sin embargo, el relato del acusado estuvo marcado por su insistencia en no ser considerado un femicida: «Cuando yo admití a los policías que había sido el autor del crimen, le pedí a un policía que busque a Marcelo (padre de la víctima) para que me mate«.
En un intento por evitar la condena bajo la figura de femicidio, la defensa de Soto se aferró a su historia personal. Destacó el vínculo afectivo que tenía con su madre y su abuela, asegurando que «siempre lo trataron con amor».
«No sé qué les hice. El nieto y el hijo del que estaban orgullosas, que estaba en 4to año de la facultad, hablando de amor, de golpe es un homicida», lamentó.
El fiscal Marcelo Sicardi decidió modificar la carátula del caso en los últimos días. Inicialmente, Soto estaba acusado de homicidio agravado por alevosía y violencia de género. Pero Sicardi eliminó la alevosía y agregó la figura de «criminis causa», sosteniendo que el acusado mató a Catalina para ocultar una agresión previa.
A pesar del cambio, la pena máxima sigue siendo la misma: reclusión perpetua.
La coartada fallida y los mensajes que lo delataron
Uno de los momentos más reveladores del juicio se dio con la presentación de los mensajes entre Soto y Catalina en las horas previas al crimen.
La joven le había avisado que llegaría a las 21.30 para recogerlo en su auto. Pero los registros de Gmail del acusado muestran que, minutos antes, tomó un Uber y regresó a su departamento. A las 21.27, intentó llamarla sin éxito. Finalmente, hablaron por última vez a las 21.32.
Las cámaras de seguridad registraron el momento en que Catalina llegó y entró corriendo al edificio. Fue la última vez que se la vio con vida.
Lo más impactante fue lo que sucedió después: tras cometer el crimen, Soto intentó fabricar una coartada. Le escribió a Catalina a las 21.58: «¿Qué onda gila?», simulando que la esperaba en el punto de encuentro. Luego, a las 22.06, envió otro mensaje diciendo que se volvía a su casa porque ella nunca apareció.
Paralelamente, se comunicó con amigos en común asegurando que Catalina había cancelado la salida.
Las pruebas que lo incriminan
El detective Rodolfo Palazzi presentó una serie de imágenes de cámaras de seguridad que reconstruyen los movimientos de Soto después del crimen.
A las 22.25, se encendieron las luces de su departamento. Minutos después, el acusado arrastró el cuerpo de Catalina hasta su Renault Clio y condujo hasta el descampado en barrio Ampliación Kennedy. Allí, abandonó el auto con el cadáver dentro y le prendió fuego.
Durante la exhibición de las pruebas, Soto mantuvo la mirada fija en las imágenes sin mostrar señales de nerviosismo. En cambio, los padres de Catalina rompieron en llanto al ver el momento en que su hija fue sacada del edificio sin vida.
El viernes, el veredicto final
El juicio continuará hasta este miércoles con la exposición de pruebas. Para el jueves se esperan los alegatos de la fiscalía y la defensa, y el viernes el tribunal dará a conocer el veredicto.
La posibilidad de que Soto reciba la pena de prisión perpetua es alta. Su confesión y la contundencia de las pruebas no dejan dudas sobre su responsabilidad en el crimen de Catalina Gutiérrez.

La sala de la Cámara Undécima del Crimen en Córdoba estaba en absoluto silencio. Néstor Soto, el joven de 22 años -oriundo de Bariloche- acusado de asesinar a su amiga y compañera de la Facultad de Arquitectura, Catalina Gutiérrez, se paró frente al jurado y, con la voz quebrada, hizo su declaración más impactante: "Soy un homicida, pero no un femicida". La frase resonó en la sala mientras los padres de la víctima escuchaban.
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