La aventura de descubrir el arte de fotografiar

Un resumen de experiencias producto de tres años de crecimiento, evidenciado en cantidad de alumnos y calidad de manifestaciones en el taller de Albertina Palacio.

Orientado a incentivar la creatividad, en marzo retomará actividad el taller de fotografía dictado por Albertina Palacio. Cuarta experiencia encarada por quien decidió radicarse en esta ciudad en 2012 y destaca el interés por la actividad, evidenciado el creciente número de alumnos. “De los cinco que asistieron al primer taller, pasamos a diez y ahora llegamos a veintiocho, con mucho más variedad y arte”, describe.

En diciembre, pocas horas bastaron para que transmitieran intereses y vivencias a través de imágenes reunidas en la exposición “Ecléctica” a la que cada uno aportó trabajos realizados bajo la consigna “Descubrí tu arte”, denominación del taller que “quedó muy literal. Los alumnos, de entre 14 y 40 años, expresan a través de collages, retratos y enfoques, tanto en blanco y negro como color, con dosis de surrealismo y volando con la imaginación en algunos casos. Se animan, soltándose, y eso es importante”, considera la docente.

“Como profesión es una herramienta importante. Dos de las chicas, de 16 años, crearon una microempresa de servicio fotográfico para eventos”, ejemplifica, además de mencionar los libros de Rocío Vautier, “de poesías, ilustradas con fotos, un trabajo analógico en la estepa que quedó alucinante”, y de Sergio Troncoso –una selección de imágenes captadas durante un viaje a África hace dos años–. Ambos, impresos para la muestra y con posibilidades de participar en ferias de libro de autor. “Los dos son muy vendibles”, aprecia.

Cada exposición, al concluir los talleres, representa el arribo a una meta que va renovándose, producto de actividades desarrolladas en medios urbano, natural y nocturno durante cinco meses. Al principio fueron anuales, mutaron el año pasado a cinco meses, lapso suficiente para “tomar y entender conceptos básicos, mucho contenido”.

Algunos participantes deciden continuar al nivel avanzado durante tres meses más con vistas a “realizar un proyecto personal. Todos lograron un muy buen resultado, poniéndole mucha pila, porque empiezan de cero. Creo que hoy son fotógrafos. Más allá de aprender a usar la cámara, ejercitan la mirada para encontrar lo que les gusta con hincapié en el mensaje”, describe.

Aunque los avances tecnológicos faciliten la actividad, “la idea es que aprendan lo que es técnica, composición e iluminación, valores y velocidad, para que puedan volcar esos elementos en sus trabajos”, señala.

“Tienen que tener una cámara que pueda utilizarse manualmente para entender. En fotografía hay muchas reglas, que pueden romperse, pero sólo cuando las conozcan. A partir de ahí surgen cosas geniales. Aprendo más de ellos que ellos de mí, soy de la vieja escuela y tengo la cabeza más estructurada”, agrega.

Destaca que “cuando arrancan no hay estilos definidos aunque haya preferencias en cuanto a temas. A medida que avanzan van tomando su camino, poniéndole energía. El estudio es permanente, eterno. Cada uno me enseña un lenguaje constantemente resignificado, ellos son mi inspiración total, oxígeno”.


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