La campaña del ensayo y error
Campaña atípica la que empieza a desplegarse para las elecciones legislativas nacionales. La pandemia sacó de pista todos los manuales. No habrá experiencia que valga, porque nunca antes una etapa proselitista se cruzó con la imposibilidad de realizar actos, recorridas y visitas casa por casa.
La capacidad de percepción se pagará doble en este 2021. El que sepa anticipar el humor social, el que descubra los canales más directos para llegar al electorado con el mensaje o la imagen de los candidatos, el que reconozca dónde no pisar dentro de un campo minado, seguramente tendrá ventaja.
En Roca se advierte ese camino a tientas. Los primeros ensayos ya dejaron conclusiones. La principal: hay bajos niveles de tolerancia ante el discurso proselitista.
“Está áspero. Hay más ganas de descargarse que de escuchar”, sintetiza un referente del oficialismo provincial que acompañó hace diez días al primer candidato a diputado, Agustín Domingo.
Después de esas primeras experiencias, Juntos reorientó su estrategia hacia las reuniones “cuidadas”, diálogo institucional y mucha presencia en medios y redes sociales.
Ese perfil arroja un dato: la revalorización del rol del referente barrial. Opacado desde hace algunos años -y en Roca más, por la demonización que logró el sorismo del término “puntero”, asociado a la era radical- para estas elecciones serán necesarios esos nexos entre la dirigencia y los vecinos.
Los pasos también son medidos en el Frente de Todos.
Los candidatos a diputados -entre los que está el roquense José Luis Berros- se subieron al tren de inauguraciones de Nación, pero en la ciudad no se advierte esa misma tentación que afecta a los oficialismos cuando entran en modo electoral.
En primer lugar, porque sería fácil marcar la contradicción entre un sector político que construyó mucho de lo que tiene con un discurso basado en denostar a quienes se aprovecharon de los recursos públicos para lograr beneficios personales o sectoriales.
Y segundo, porque el sorismo no es banca en este proceso. El segundo lugar en la lista refleja la pérdida de peso específico interno en el PJ, pero también alivia la carga de las responsabilidades a la hora de traccionar. El mayor peso está del lado kirchnerista/camporista, que se juega algo más que una banca en el Congreso para Ana Marks. Ganar el 2021 puede ser un pasaporte al 2023 para el senador Martín Doñate. Perder podría significar -como dijo el presidente Fernández- quedar con “el boleto picado”.
La ventaja para los dos oficialismos es que tienen garantizada la llegada a los comicios generales, por lo tanto pueden usar este tiempo inicial para ensayo y error.
El margen se acota cuando se mira a Juntos por el Cambio, con tres listas compitiendo para pasar a noviembre. Y mayor es el desafío en Roca, porque ninguno de los primeros candidatos es de la ciudad.
La estrategia se despega entonces de lo local, presentando a los candidatos del PRO, la UCR y la CC-ARI en una lucha por mostrar quién es más distinto a las figuras del gobierno nacional. Y para suerte de ellos, desde la Quinta de Olivos surgió la semana pasada una preciada fuente de argumentos para profundizar la grieta.
Campaña atípica la que empieza a desplegarse para las elecciones legislativas nacionales. La pandemia sacó de pista todos los manuales. No habrá experiencia que valga, porque nunca antes una etapa proselitista se cruzó con la imposibilidad de realizar actos, recorridas y visitas casa por casa.
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