Lluvias: lo “histórico” es la falta de obras

Está claro que lo “histórico” no pasa por lo extraordinario, sino por otra acepción de esa palabra, más vinculada a la recurrencia de un problema.

La lluvia generó complicaciones en el sector norte de la ciudad. Foto Juan Thomes.

“Histórico” e “inédito” fueron términos que le calzaron justo a las autoridades roquenses, para licuar responsabilidades por las consecuencias de los temporales de la semana pasada.

Los registros del INTA y de la AIC contrastaron esa calificación rápida del municipio, demostrando no sólo que no se trató de la primera vez que cae una importante cantidad de agua en pocas horas, sino que además esos eventos se están repitiendo de manera preocupante.

No hay que ir muy lejos en el archivo. En abril pasado, la zona de J.J. Gómez recibió 114 mm de agua de lluvia en menos de 48 horas. En tanto, el 18 y 19 de julio del 2018, el INTA detectó en Guerrico un acumulado de 98,6 mm. Y en el 2016, las jornadas del 23 y 24 de octubre terminaron con 76,8 mm.

Está claro entonces que lo “histórico” no pasa por lo extraordinario, sino por otra acepción de esa palabra, más vinculada a la recurrencia de un problema. El tiempo que pasa sin que lleguen obras para enfrentar este tipo de situaciones es lo que está transformando en “históricas” las inundaciones.

Hay dos obstáculos principales para allanar el camino hacia las soluciones. Uno es real y el otro de percepción y oportunismo.

El real es que la construcción de un nuevo sistema de desagües es costosa y supera las posibilidades del presupuesto municipal.

Además, diseñar nuevos canales para que escurran esos líquidos no garantiza una efectividad plena. La semana pasada el caos para muchas familias llegó porque se desbordaron las cloacas de sus viviendas, otro de los dilemas eternos de Roca.

De manera que una ciudad mejor preparada para afrontar los efectos del cambio climático no surgirá del coraje, del orgullo ni de la decisión de no parar de hacer obras en Roca. Esos eslóganes deberían ceder ante la necesidad de planificar, coordinar y sumar esfuerzos entre los gobiernos local, provincial y nacional, porque sin alguna de esas patas, la mesa nunca será firme.

Pero está el otro obstáculo: quién decide poner en marcha (y sobre todo poner la cara) para una obra “antipática” desde el punto de vista de la ejecución, por las incomodidades que generan las obligatorias alteraciones en el tránsito mientras se construyen las redes, pero que además termina siendo prácticamente “invisible”.

Pablo Verani se quejó hasta sus últimos años sobre cierta injusticia en la valoración de los roquenses, advirtiendo que se deslumbraron en la primera década del 2000 por las luces y el verde que desplegaba Carlos Soria, sin recordar que su gobierno municipal de principios de los 80 fue el que hizo todo lo necesario para que llegara el asfalto, el césped y las obras de embellecimiento. Claro, todos esos caños estaban enterrados.

Hay razones para creer que Soria puso fin a los gobiernos radicales por causas más profundas que esa vara diferente sobre las obras, pero eso no quita sentido a la mirada del exgobernador sobre el escaso rédito electoral que aportan estas obras millonarias.

Y en tiempos en los que el marketing político puede más que las ideas a mediano y largo plazo, no estaría de más pensar en volver a la Roca de las compuertas en los portones para cada día de tormenta, antes que seguir esperando una solución integral de fondo.


Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios

Exit mobile version