La larga tradición de celebrar el aniversario de Bariloche en las calles

Desde que, en la década del 60, se estableció el 3 de mayo como fecha de fundación de la ciudad la comunidad lo celebra en la calle. Pero cada año tiene una particularidad que lo hace único.

Cuando llega cada 3 de mayo muchos barilochenses recrean el hábito es hacer planes con el feriado, que suele combinarse con el Día de los Trabajadores para conformar una semana corta. Pero hay otra buena cantidad que averigua dónde y a qué hora será el desfile del aniversario.

Entre participantes y espectadores suman miles los que aportan a la ceremonia callejera, que durante muchos años se realizó en la céntrica calle Mitre y que la actual gestión de gobierno empezó a llevar a otros puntos de la ciudad.

En 2016 el desfile se mudó a la calle Onelli y el de mañana se va a realizar en la avenida Costanera, con epicentro en el puerto San Carlos. Está previsto que participen más de cien organizaciones y la duración -según lo informado por Protocolo del municipio- se extenderá unas cuatro horas.

Las crónicas año tras año, incluso cuando hay mal tiempo, suelen señalar que no menos de 10 mil personas toman parte en los desfiles de cumpleaños de la ciudad, entre los que marchan y los que reservan lugar en el borde de la vereda para no perderse detalle.

Escuelas públicas y privadas, centros de adultos mayores, clubes, colectividades, grupos de danzas, escuelas deportivas, centros infantiles, policía, bomberos, excombatientes, enfermeras, antiguos esquiadores, organizaciones solidarias, defensores de los animales, agrupaciones gauchas, son parte infaltable de la tradición.

Hubo años en los que llegó a desfilar la Asociación de Recicladores, el personal de Aduana con perros busca droga y hasta el club de seguidores de Tolkien, disfrazados como personales de “El señor de los anillos”.

El mosaico de grupos que marchan frente al palco es enorme y refleja a la sociedad toda, con su variedad y sus contradicciones.

Un caso singular ilustra sobre esos contrastes. El 3 de mayo de 2008 desfiló un grupo de ciclistas que pidieron bicisendas y portaban un cartel que decía “+bicis -humo”. La formación fue muy aplaudida y a pocos metros los siguió un grupo de motoqueros (aplaudidos también) que hicieron rugir sus motores y llenaron el ambiente de vahos de combustible.

Esos rasgos convirtieron al desfile en una referencia irrenunciable para la comunidad. En algún momento pareció un recurso gastado y hubo intentos de reemplazarlo o reconvertirlo, pero las reacciones obligaron a dejar todo como está.

Polémica latente


Las quejas se sucedieron y el año pasado hubo una veda de vehículos motorizados. El municipio alegó “razones de seguridad” y los fanáticos del “tunning” y los autos clásicos hicieron oír su descontento.

Este año el Ejecutivo se anticipó a las controversias y levantó la prohibición porque “en la Costanera es distinto y las condiciones son más seguras”. Los clubes de autos fueron de los primeros en anotarse.

El desfile del aniversario comenzó a realizarse a fines de los 60, cuando quedó establecido el 3 de mayo como cumpleaños oficial de la ciudad.

Corrido el tiempo se convirtió con los años en un gran ritual, acompañado por muchos micro rituales que nunca faltan, como la presencia de decenas de puestos de comida montados por estudiantes para juntar dinero y la participación activa del Ejército, cuyos músicos -vestidos de blanco- ponen la banda de sonido, mientras otro grupo instala una cocina de campaña para servir chocolate caliente a modo de cierre.

La banda de la Escuela Militar de Montaña toca casi sin parar durante las horas que dure el desfile. Originalmente arrancaba con el “Cumpleaños feliz” y después no se apartaba demasiado de las marchas militares. Pero en los últimos años incluye algún tango, zambas y chacareras cuando desfilan grupos de danzas u otra música alusiva para acompañar a las colectividades. También guarda silencio cuando pasan los bomberos, que con sus sirenas que desalientan cualquier competencia.

Otra costumbre fue tomar el desfile como escenario de las protestas y reclamos más diversos. En varias ediciones los funcionarios han debido escuchar quejas de organizaciones de desocupados, manifestaciones de docentes en paro, trabajadores de Parques que reclamaron contra la precarización, estudiantes por el boleto de transporte. También hubo manifestaciones por el acceso libre a las costas, otros por la situación del basural, por conflictos mapuches y hasta el repudio de la APDH (en 2005) a un empresario que acababa de ser absuelto en un caso de pedofilia.

Que la vida entera de la ciudad pasa por el desfile también se notó el año pasado cuando -en contra de lo habitual- a Prefectura, Gendarmería y Policía Federal faltaron a la cita, ante el riesgo de sufrir un rechazo generalizado por el reciente homicidio de Rafael Nahuel.

Guiso de montaña


Al repasar la historia del desfile también aparecen actividades asociadas que quedaron en el archivo como el gran guiso montañés, que cerró la parada durante algunos años, alguna vez en el Centro Cívico y otras en el velódromo. Lo había iniciado la exintendenta María Eugenia Martini y su sucesor Gustavo Gennuso lo repitió en su dos primeros años, para eliminarlo luego por razones de presupuesto.

Nadie repara demasiado en las ausencias, pero basta contar las escuelas públicas y privadas que desfilan cada 3 de mayo para concluir que son muchas más las que deciden no estar. También en el mismo desfile es común ver el palco superpoblado de funcionarios al comienzo. Pero cuando pasan las horas el interés comienza a declinar, son varios los que se van y queda lugar de sobra para que se suba cualquier vecino, interesado en ver mejor.

Durante largo tiempo no hubo discursos en los desfiles, pero el actual gobernador Alberto Weretilneck rompió esa constante y desde su primer año de gestión lo usó de tribuna más de una vez para saludar a los barilochenses y prometer alguna obra.

Si algo le faltaba, desde entonces el desfile también es caja de resonancia de los anuncios políticos.

El año en el que el desfile se suspendió y la gente salió igual

En 2007 el entonces secretario de Gobierno e intendente interino Adolfo Fourés (bajo la gestión de Alberto Icare) decidió suspender el desfile el 2 de mayo a la noche, por los pronósticos de lluvia.

El agua caída fue poca y el enojo popular fue inmediato. Arreciaron en las radios las críticas de quienes recordaron que en otoño “siempre hace frío, llueve o nieva en Bariloche” y el festejo nunca se había suspendido.

Casi 2.000 personas se concentraron igual en la calle Mitre, para realizar un desfile espontáneo, pasaron frente al palco vacío y convergieron hacia el Centro Cívico, encabezados por la entonces Reina de la Nieve, Nancy Huinchaqueo.

Las autoridades del municipio se limitaron a decir que no podían “garantizar la seguridad” y a interpretar que en la movilización improvisada había “intencionalidad política”.


Cuando llega cada 3 de mayo muchos barilochenses recrean el hábito es hacer planes con el feriado, que suele combinarse con el Día de los Trabajadores para conformar una semana corta. Pero hay otra buena cantidad que averigua dónde y a qué hora será el desfile del aniversario.

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