La mirada de los niños: un viaje emocionante con las fotos del psicólogo roquense varado en Bali

Empezó a viajar a los 18 años y hoy, a los 29, lleva 45 países visitados. Durante su larga aventura, Gastón Fournier tomó estas impactantes imágenes. Aquí comparte la historia detrás de los retratos desde Indonesia, donde se quedó varado hace 150 días.

Viajar, a veces es ir de ciudad en ciudad, de país en país, y otras tantas, solo es escuchar la historia de un campesino, o tener una larga conversación sin hablar el mismo idioma con una abuelita de una tribu lejana o intercambiar miradas, de esas que quedan grabadas.

Dewi, la más chica de la familia donde vivo en Bali, como una hermanita. Fotos de Gastón Fournier.

Mi viaje, es fotografiar a las personas que el camino me ofrece. Fotografiar una persona no es hacer click e irse, es conectar, es pedirle prestado un pedacito de su historia, es captar algo de su esencia más íntima, es guardar para siempre ese momento preciso y ese vínculo entre ella y yo.

Brunito de Uganda, saluda en su casita a orillas del rio Nilo, durante los festejos de
navidad. Jinga, Uganda, 2018.

Creo que los niños transmiten mucho el espíritu del país que, al ver a un extranjero en sus tierras, se sorprenden, pero no pierden su espontaneidad. Cada rostro me transmite algo de su historia, de su cultura, y me fascina ver cómo cambian las expresiones y las miradas de país a país.

Familia en el pequeño pueblito de Rajim, India. 2020.

Algunas son profundas como en la India, severas y amables al mismo tiempo; otras veces vienen si o si con una sonrisa como en África; algunas con un poco de timidez como en Indonesia o formalidad como en Dinamarca.

Niña en Copenhague, Dinamarca

Los niños y las niñas del mundo son genuinos, no están atiborrados de prejuicios, temores y desconfianza como estamos los adultos, miran a la cámara como te miran a los ojos, no fingen, no posan. Jugando a ser niño Debemos jugar con ellos, no solo al momento de fotografiarlos, sino simplemente para comunicarnos.

A orillas del océano Índico esta niña sonríe durante los festejos de año nuevo. Mombasa, Kenia, 2019. Fotos de Gastón Fournier.

El juego es su lenguaje, es el medio que tienen para procesar la realidad. Tengo que hacerme de su estatura, mostrarles mi cámara que es mi juguete, y recién ahí puede ser que surja una foto más auténtica. Luego se ven en la pantallita sorprendidos y se les ilumina la cara con una sonrisa. Estamos jugando, estamos compartiendo.

El mejor de los juegos, una simple rama para hacer rodar una cubierta. Gisenyi, Rwanda. 2018.

Otras veces busco la espontaneidad, el momento justo, esa expresión particular que transmita emoción. También les muestro las fotos, siempre lo hago, porque yo solo encuadro y disparo, pero son ellos que le dan vida a la fotografía.

¡Happy Holy! resuena en el festival de los colores, que celebra el triunfo del bien sobre el mal.
Vrindavan, India. 2020

He visto juegos que se repiten en todo el mundo. Las bolitas y los barriletes parecieran ser universales. En ocasiones los juguetes son más elaborados que otros, pero la mayoría de las veces, veo que una simple rama que haga rodar una cubierta de bici, puede convertirse en el mejor de los juegos.

Niño jugando mientras acompaña a su madre y hermanito que piden una ayuda en la calle.
Macedonia del Norte (ex Yugoslavia). 2019

La imaginación, es un elemento clave de la infancia en todos los puntos cardinales. La alegría también, suele estar siempre presente.

Sonriendo para una cámara extranjera. Rajasthan, India. 2020

En la India pueden ser más confianzudos e interesados con el extranjero, y a los segundos podés estar rodeado de 30 niños y niñas que quieren que les tomes una foto o tomarse una foto con vos.

Jóvenes monjes hindúes rezando al amanecer frente al sagrado rio Ganges,
considerado como la Diosa Ganga. Varanasi, India. 2020. Fotos de Gastón Fournier.

Diferente en Bali, que se muestran más tímidos, escondidos detrás de su madre, pero solo hasta que toman confianza; similar a Dinamarca o Noruega que parece que los niños tuvieran la cordialidad y amabilidad de un adulto. África, ya conocida por sus niños de sonrisa de oreja a oreja, tienen una desenvoltura y un carisma que nunca vi en otro lugar.

Mirada cómplice con su madre. Jaisalmer India, 2020.

Particularmente me fue un poco más difícil conectar y retratar a los niños de Ucrania, Rumania, Serbia o Kosovo, por ejemplo, en donde las diferencias culturales tal vez nos distanciaban al principio. Con nuestro prisma de espíritu latino, podrían parecernos fríos y distantes, pero al conocerlos se descubre una notable calidez humana.

Jugando y refrescándose en la acequia. Bali, Indonesia. 2020.

Y claro, en mi querida Latinoamérica, también tenemos barriletes y bolitas, alegría, timidez y carisma. Y lo mejor de todo, es que hablamos el mismo idioma, de norte a sur; obvio exceptuando a Brasil, pero portugués se aprende rápido. No hay niño que no te cruces e intercambies un par de palabras, y cuando te instalas en una comunidad, es fundamental para conocerse más personalmente.

Aun así, me encantaba que los niños me enseñen palabras en sus lenguas originarias como el quechua o aymara, o tantas otras de Bolivia, Perú, Honduras, Guatemala o México. Muchas veces viajando, los niños son el nexo con una familia, cuando ven que su hijito te sonríe y juega con vos, ya se abrió una puerta, ya hay un vínculo.

Miguelito y Julio Cesar del hogar de chicos en situación de calle, tocando una canción andina. La Paz, Bolivia. 2011.

Sin embargo, en mi país y en todos los países que conocí, fue duro ver contextos extremadamente difíciles para un niño, que debe abandonar sus juguetes por trabajo, sus sueños por realidad y convertirse antes de tiempo, en un adulto. No obstante, siempre me da esperanza ver familias e instituciones, que dan una pelea cotidiana y colectiva por la defensa y promoción de los derechos de los niños.

Despedida del hogar, Miguelito quería irse a viajar conmigo. La Paz, Bolivia. 2011.

Hoy, todo el mundo saca fotos o les han tomado una, con celulares o cámaras, pero existen lugares donde personas nunca se vieron a sí mismas en una foto. Creo que es muy especial cuando alguien los toma en cuenta y quiere retratarlos, y tener un recuerdo suyo para siempre.

Puspa, hermana de Dewi, sonrisas entre campos de arroz. Bali, Indonesia 2020. Fotos de Gastón Fournier.

A veces sólo con un “¡Hola! ¿puedo tomarte una foto?” dicho en inglés, o cuando ni siquiera el idioma es posible, con unas reverencias, saludos y señas a la cámara, nos entendemos. Ahí tengo el puntapié inicial para romper el hielo y conocer en profundidad a la persona y su cultura.

Polo sobre camellos. Primas mirando un partido durante un festival. Jaisalmer India 2020

Me ha pasado muchas veces, que después de la foto me inviten a sus casas a tomar el té y me presenten a toda su familia. Y todo este maravilloso intercambio, a veces solo con señas, hace ese encuentro aún más especial. La cámara es el medio, el fin, estrechar lazos. Cada persona, cada foto, cada retrato, es un viaje en sí mismo.

En las costas de Bombay un grupo de niños con reggaetón en español a fondo en el celular. Todos querían una foto. Bombay, India. 2020

Es el día de la niñez, momento de festejos y regalos que alegran la tarde. Pero también nos hace parar la marcha un segundo y tomar conciencia de la importancia y fragilidad que tienen los niños del mundo. De hecho, el origen de este día fue justamente para la promoción de sus derechos.

Más fotos de Gastón: https://www.instagram.com/gaston_fournier_/?hl=en

En todos sus viajes, Gastón Fournier procuró conectarte con instituciones, ONG y grupos que hacen algo por el otro. Así fue también en la India, donde estuvo hasta que la pandemia cambió todos los planes y debió partir hacia Indonesia, donde permanece hace 150 días. Llegó justo antes del cierre de la frontera.

Ya amigo de la familia del hostel donde es el único huésped en Bali, despliega en el cuarto las imágenes para seleccionar las que serán parte finalmente de su proyecto de fotolibro: “India: Los rostros de las instituciones”.

«Las registré durante los primeros meses del 2020, en organizaciones sociales, escuelas y clínicas de ciudades y zonas rurales de la India para el fotolibro, donde recalco la importancia de la comunidad», explica Gastón.


Viajar, a veces es ir de ciudad en ciudad, de país en país, y otras tantas, solo es escuchar la historia de un campesino, o tener una larga conversación sin hablar el mismo idioma con una abuelita de una tribu lejana o intercambiar miradas, de esas que quedan grabadas.

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