La recuperación de la demanda eléctrica se demora en llegar a Bariloche

La pandemia hizo que crecieran los consumos hogareños, en contraposición con todo el resto (desde comercios, hoteles hasta industrias alimenticias) que redujeron su actividad.

La demanda de electricidad en esta ciudad acusó el impacto generado por la pandemia y exhibe un retroceso que se moderó en parte a partir de la reactivación turística, pero está lejos todavía de recuperar los niveles previos a la crisis.

Los efectos del nuevo escenario planteado por la Covid-19 no son parejos ni uniformes. La caída pronunciada de la actividad económica se tradujo en una visible retracción del consumo eléctrico entre los usuarios “no residenciales” incluidos el comercio, la industria y la hotelería en general.

Pero los cuadros aportados por la Cooperativa de Electricidad Bariloche demuestran que el comportamiento es muy distinto en los medidores domiciliarios. Allí los registros muestran un incremento en la demanda, que se puede asociar con la mayor permanencia de las familias en los hogares y el auge del teletrabajo.

Si se toma como punto de partida el comienzo del confinamiento, el 20 de marzo de 2020, el análisis pormenorizado de los números denota que el comportamiento de los consumos en Bariloche varió por etapas, en un rango amplio, con una caída pico del 13%, en el invierno de 2020.

Pero la situación fue muy distinta según el tipo de usuario. La primera regla que revelaron los medidores eléctricos fue una baja acentuada en la categoría “no residencial”, que representa un 18% del universo de usuarios.

En mayo de 2020, con cuarentena estricta y cierres masivos, la demanda en esa franja cayó un 29% en comparación con el mismo mes de 2019. En junio la baja fue de un 28%, en julio un 25% y en agosto otra vez 28%. Luego comenzó a recuperar terreno y en enero/febrero la merma en comercios, industria y hotelería fue de solo el 5% interanual. En marzo, que es el último número disponible, llegó al 2%.

La categoría “grandes demandas” está integrada sólo por siete usuarios, entre los que figuran Invap, Llao Llao, el aeropuerto, ARSA y la propia CEB con su sistema de saneamiento. En este segmento el registro de demanda eléctrica también cayó aunque no tanto como el comercio chico y la hotelería en general. El punto más crítico fue en agosto/septiembre del año pasado con 23%.

Más tiempo en casa equivale a más consumo, lo que, sumado al teletrabajo, disparó la demanda. Foto: Chino Leiva

El grupo de grandes usuarios tiene casos muy distintos. Por ejemplo Invap mantuvo estable su nivel de actividad, lo mismo que el servicio de tratamiento de efluentes. Pero sí hubo una merma notoria en la demanda eléctrica del aeropuerto, que estuvo cerrado por completo durante varios meses.

Cae

13%
menos de electricidad se consumió en Bariloche en el invierno de 2020 en comparación con los mismos meses de 2019.

En contraste, los usuarios residenciales demandaron más energía eléctrica que en 2019. Con la única salvedad de junio pasado (una leve baja del 3%), en todos los meses restantes el número fue positivo. En octubre y diciembre la CEB documentó una suba interanual del 8% para las demandas de esa categoría y en enero se registró el pico, con 11%.

De todos modos su participación en el total no tiene un peso decisivo. Y si se toma a Bariloche como un único bloque, la venta de energía por parte de la CEB desde el inicio de la pandemia cayó un 8% en términos interanuales, con un promedio del 18% para clientes “no residenciales”, un 16% en las grandes demandas y una suba del 5% entre los “residenciales”.

Empiezan a verse otros factores que hay que objetivizar, como el ahorro, que antes no estaba tan presente”.

Federico Lutz, gerente de la CEB.

Casos diferenciados

Si bien el turismo es el motor casi excluyente en la ciudad, resulta difícil hablar de la actividad económica en términos homogéneos.

Lo primero que salta a la vista es que la reducción en el consumo eléctrico global no fue proporcional a la merma de facturación y por ende de recaudación tributaria de la provincia o del municipio.

Según lo informado por la CEB, la mayor baja de despachos eléctricos se produjo en agosto y septiembre pasado, cuando marcó el 13%. Pero por ejemplo los ingresos del municipio por tasa TISH en octubre último (mes testigo de la actividad invernal) fue de apenas 36,9 millones de pesos, un 22,3% menos que el año anterior en términos absolutos, lo cual representa una caída estrepitosa si además se corrige por inflación.

El gerente de la CEB, Federico Lutz, explicó que dentro del rubro comercial también es aconsejable afinar la evaluación. Dijo por ejemplo que los supermercados mantuvieron su estándar de consumo sin cambios o con leves alzas, aun cuando funcionaron con horario reducido. Eso se debe a que tienen una “potencia base” para las heladeras y cámaras que no se modifica.

En la hotelería sí se sintió mucho más, lo mismo que en las industrias y actividades asociadas, como las chocolateras y las fábricas de cerveza”, agregó Lutz.

Los grandes hoteles también mantuvieron un consumo básico aun vacíos, pero bajaron la demanda eléctrica al no poner en uso las piletas y otros servicios.

En cambio, Lutz señaló que la demanda residencial de electricidad sí creció en forma visible y se explica porque “la gente está más en su casa. Y no solo eso, hay actividades profesionales que se trasladaron del trabajo al hogar”. Lo definió como una reconversión en la demanda del insumo eléctrico y una “externalidad positiva” para ese segmento.

El referente de la CEB señaló no obstante que hay también otras variables en juego. Señaló que no solo influye el mayor número de “teletrabajadores” sino que empezó a notarse en los últimos meses (no tanto al comienzo de la pandemia) un impacto de la crisis económica y la caída general de ingresos.

“Empiezan a verse otros factores que hay que objetivizar, como el ahorro, que antes no estaba tan presente”, refirió. Esas conductas que ponen más cuidado en evitar el derroche también frenan la demanda global en domicilios particulares. Lutz dijo que faltan datos fehacientes sobre ese punto porque “hoy no está medido en la Encuesta Permanente de Hogares”, pero es una tendencia visible, que se traduce en una mayor incorporación de lámparas de bajo consumo y electrodomésticos “clase A o clase B”, que son elegidos según su eficiencia energética.

Este medio le consultó si pudo influir también la prohibición de cortar la luz a quienes no pagan sus facturas, impuesta desde el año pasado como paliativo durante la pandemia. Lutz dijo que la mora en el pago de facturas creció, pero no han visto que ese elemento haya provocado cambios de comportamiento ni un auge del “consumo irresponsable”.

Obras e inversiones

El nuevo cuadro de situación, según subrayaron desde la CEB, no altera la “insuficiencia servicial” del sistema de provisión eléctrica que enfrenta Bariloche desde hace más de una década. Lutz dijo que las obras para construir una segunda línea de alta tensión desde Alicurá son tan necesarias como siempre y que la provincia “no dejó de trabajar en el tema”, a pesar de la crisis.

Dijo que a pesar de la caída temporal de demanda la ciudad igual necesitó auxilio del parque de generación térmico instalado en La Paloma durante los picos de consumo o cuando es necesario realizar reparaciones y mantenimiento en la única línea de abastecimiento existente, como ocurrió hace pocas semanas.

Las nuevas conexiones ya no son tantas

El ritmo esperable de nuevas conexiones eléctricas también se vio alterado por los cambios profundos en la economía, las modalidades de consumo, la crisis habitacional y hasta la migración interna, generados por las medidas sanitarias.

Según indicó Lutz, la instalación de nuevos medidores cayó casi un 50%. A la hora de evaluar los motivos no fue concluyente, pero estimó que influyeron “la nueva ley de alquileres, la creación de unidades funcionales que no se ocupan” y la discontinuidad de algunos planes de vivienda de Procrear y e IPPV.

Dijo que la CEB tenía una regularidad de 150 conexiones nuevas por mes y se redujeron a alrededor de la mitad. Para sacar conclusiones más precisas habría que contar con datos demográficos a fin de cruzar la tasa de crecimiento esperable en el número de conexiones y “detraer el crecimiento vegetativo”.


La demanda de electricidad en esta ciudad acusó el impacto generado por la pandemia y exhibe un retroceso que se moderó en parte a partir de la reactivación turística, pero está lejos todavía de recuperar los niveles previos a la crisis.

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