Lecturas: “Los culpables”, de Juan Villoro
En esta colección de siete cuentos, el autor mexicano nos pasea por diversas historias de culpabilidad y redención, mostrándonos las miserias y los deseos de varios personajes tan disímiles como parecidos.
Hablar de libros de cuentos implica habitualmente un distanciamiento con las novelas porque, entre tantas diferencias, queda la sensación de que nunca terminan de explorarse del todo esos pequeños universos planteados por las autores. La sensación de “me faltó algo más” (que en la extensión de la novela es bien cubierta) se hace así parte de la experiencia, sin significar necesariamente algo malo.

Sin embargo, cada tanto aparece algún libro de cuentos que compone y describe estos universos de forma tal que, como lectores, accedemos a todo lo que necesitamos para sentirnos “llenos” sin quedar sobrepasados. Y es allí cuando podemos decir, sin temor a equivocarnos, que estamos ante un libro que vale la pena tener en consideración.
Con “Los Culpables” (2008, Anagrama) de Juan Villoro, ocurre exactamente eso. Cada historia nos presenta un mundo perfectamente abarcable. No nos brinda más de lo que debería, pero tampoco nos deja esperando algo que nunca llegará. Cada uno de los personajes tiene su historia, su descargo, su voz. Cada uno enarbola la culpa como bandera en un desahogo que nos pasea por un universo intrigante pero que a la vez nos deja satisfechos.
Villoro toma siete historias, pero no son siete historias cualquiera. Están atravesadas por un hilo conductor. Primero, uno de locación: las historias ocurren en México. Segundo, uno de formato: todos hablan en primera persona, haciéndose cargo de sus problemas. Y tercero, y quizás más importante, uno de historia: derrotas, engaños y sobre todo culpa. El título no es azaroso: todos, de alguna forma, son más o menos culpables. Las historias varían, los protagonistas cambian, la forma de lidiar con ello es personal; pero ninguno deja de ser culpable.
El libro comienza con la historia de Gallito, un mariachi mexicano adorado por las multitudes y rodeado siempre por un ambiente machista, que tiene al menos dos grandes complejos: el de su éxito musical, del que hace gala de estar cansado (por momentos se queja de que su peor trabajo llegó a ser uno de los discos más vendidos); y el tamaño de su pene. Y es con este segundo ítem donde podemos observar sus mayores vulnerabilidades, acrecentadas tras la filmación de una película porno que lo puso en un lugar irreal.
La agonía del tango en tiempos de pandemia
Otra historia nos presenta a un futbolista al borde del retiro, que ve como los reflectores van apagándose a medida que su carrera va en descenso. Lo conocemos como un hombre prejuicioso, sobre todo contra los argentinos, pero a lo largo de su historia vemos una historia de redención que lo lleva a tener un último gesto heróico (rescatándose de su anterior “yo”) en el día de su retiro.
De todas las historias, la más representativa quizás sea la que da nombre al libro, “Los culpables”. Aquí podemos encontrar a dos hermanos que atraviesan las vicisitudes de una familia amplia y en la que algunos integrantes tuvieron excesos peligrosos. Sin embargo, no es este el nudo de la historia. Jorge, que se considera guionista, propone a su hermano escribir una historia en base a un relato suyo. Sin embargo, siente que les falta “mala suerte” y “culpa” como para darle realismo al guión. Bajo esa premisa persiguen la desgracia (“sin culpa no hay historia”, repetía Jorge) sin percatarse que el problema principal era Lucía, la ex novia de Jorge que también había sido el amor de su hermano.
Las historias restantes quizás están más alejadas del nivel de los primeros relatos, pero no por ello dejan de ser atractivas. Conocemos dos historias de viajeros, uno que elije vivir en la comidad del engaño y se ve reflejado en una historia de la revista de su avión; y otro que limpia las culpas de un “pecado” sexual a través de un sacrificio -y su posterior confesión- en Chichen Itzá. También veremos a un limpiador de ventanas que, desde los andamios, reflexiona sobre el destino que fue tomando su vida; y finalmente una mini novela de un escritor que trabaja en conjunto con un periodista de investigación y, con la intención de afinar esa relación y de extender el pago por su colaboración, decide inventar diversas historias sobre las que se le consulta.
En todos los casos, la pluma de Villoro nos lleva a conocer hasta las últimas miserias de cada personaje, pero también sus deseos de redención. Y, especialmente, el momento exacto en el que dejan de ser culpables o, como mínimo, se reconocen y aceptan como tales.
Datos sobre el autor: Juan Villoro
Juan Villoro nació en México, en el Distrito Federal, el 24 de septiembre de 1956. Estudió Sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana.
Fue profesor en la Universidad Autónoma de Madrid, en Yale, Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y Princeton.
Es autor de 7 novelas, 5 colecciones de cuentos, 5 ensayos, 1 obra de teatro y numerosos. Además tiene varios ensayos literarios y crónicas elogiados.
El libro “Los Culpables” recibió, en 2008, el premio Antonin Artaud en México.
Hablar de libros de cuentos implica habitualmente un distanciamiento con las novelas porque, entre tantas diferencias, queda la sensación de que nunca terminan de explorarse del todo esos pequeños universos planteados por las autores. La sensación de “me faltó algo más” (que en la extensión de la novela es bien cubierta) se hace así parte de la experiencia, sin significar necesariamente algo malo.
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