Lorenzo Aguirre, enfermero de prolífica labor

Migrante chileno, radicado en la localidad rionegrina de Allen. Su historia fue recopilada por su hija Natalia, que continúa la tarea de su padre en enfermería. Lorenzo nació el 17 de septiembre de 1947 en un pueblo llamado Futrono, en el país vecino de Chile, hijo de Samuel Enrique Aguirre y Damiana Úrsula Vargas. El 10 de noviembre de 1951, cuando tenía 4 años, migró hacia la Argentina junto a sus padres y su hermana menor María Úrsula de tres años. Cruzaron por el paso internacional Hua Hum en lancha: desde allí, un vehículo los llevó hasta Paso Córdova, donde se quedaron viviendo en una chacra.

Sus padres trabajaban ahí mientras Lorenzo y su hermana criaban pollos que le vendían a un chofer de colectivos que llegaba a esa zona. Ellos fueron unos de los primeros alumnos de la escuela N°107, ubicada a 1 kilómetro de su casa, distancia que recorrían caminando. En 1954 la familia se mudó a Allen. Se asentaron en el barrio Tiro Federal: una vez ubicados en el pueblo, Samuel comenzó a trabajar de albañil, y su esposa en un galpón de empaque. En Allen, Lorenzo y María Úrsula asistieron a la escuela primaria N° 64. Muy creativo y cordial, sus maestras lo invitaban a participar de cada acto escolar, como cuando actuó de mago con galera y conejo.

María Úrsula estudió auxiliar de enfermería en General Roca en 1967, se recibió e ingresó a trabajar hasta su jubilación al hospital Ernesto Accame de Allen. Lorenzo trabajó como sodero unos años, luego estudió enfermería en la escuela de General Roca, se recibió de auxiliar de enfermería y se fue a trabajar durante un año a una salita en Cerro Policía. Luego le dieron el traslado a Allen y comenzó a trabajar en el mismo hospital que su hermana, en el Servicio de Vacunación en Atención Primaria. También se encargaba de entregar la leche.

Siempre atendiendo a madres y niños; los chicos le decían el doctor de las vacunas; cuentan alguna anécdota graciosa, como por ejemplo que salieron corriendo del hospital cuando lo veían a Lorenzo con la jeringa en la mano. En la foto lo vemos con sus padres y hermana.Aguirre formó su familia con Esther Narváez: tuvieron 3 hijas.

Por la mañana trabajaba en el hospital, donde hacían campañas de vacunación y recorrían todas las escuelas de Allen, y por la tarde se dedicaba arreglar motores de Citroën; era mecánico, le apasionaba la mecánica de esta marca; además, era otro ingreso económico que ayudaba a la crianza de sus hijas. Pasaba tardes enteras arreglando vehículos de diferentes vecinos, que lo llevaban por algún motivo a su taller mecánico que tenía en el patio de casa. Sus compañeros cuentan que siempre fue una persona de hacer bromas y chistes, siempre de buen humor.

También le apasionaba la pesca, cuando podía alguna tarde de domingo se iba hasta el rio hacer algún tirito. Conocía a todos y todos los conocían a él. La gente grande y no tan grande (los cuarentones) y profesionales ya jubilados, aun lo recuerdan y cuentan alguna anécdota graciosa. Su hija Natalia, autora del relato, estudió en la escuela primaria Santa Catalina, secundario en el Bod 24 y en la Universidad Nacional del Comahue; se recibió de Técnica en Enfermería, y en la Universidad de Maimónides obtuvo el título de Licenciada: trabajó en Cipolletti durante 13 años en una clínica privada y en el año 2016 ingresó al hospital de la cuidad de Allen.

Actualmente se encuentra en el servicio de vacunación, y nos dijo “por suerte puedo leer registros de puño y letra que dejó mi padre, a diario leo carnet de vacunas que él mismo hizo, descifrando las fechas de nacimiento, que ponía en números romanos. A veces me preguntan si lo conocí, pero se responden solos, diciendo que soy muy joven para recordarlo, yo no digo nada, solo me río, pero por dentro se me explota el corazón de alegría y orgullo por mi padre, porque a pesar de que ya pasaron más de 20 años de su fallecimiento la gente aún lo sigue recordando con mucho cariño”. Lorenzo se desempeñó atendiendo a bebés, niños, jóvenes y adultos hasta que falleció en 25 de marzo de 2002. Historias de vida que enorgullecen a la familia, a la comunidad allense y a quienes lo recuerdan con alegría y amor, porque personas así son un ejemplo para todos.


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