Los estudiantes que la cuarentena atrapó lejos de sus hogares

En La Plata, Córdoba, Bahía, Buenos Aires o en universidades del Alto Valle, todos igualmente recluidos, ponen en juego sus recursos intelectuales y emocionales para mantener el ánimo.

No son niños ni adolescentes. Pero sí adultos muy jóvenes que aún dependen de sus mayores en varios sentidos. Se alejaron hace poco de sus ciudades de origen para estudiar y la cuarentena los atrapó fuera del seno familiar; o peor, en tránsito hacia un lugar de destino que no pudieron alcanzar.


Chicas y chicos de Cipolletti, Roca, Bariloche cuyas edades oscilan entre 20 y 25 años, a diario enfrentados a la soledad del aislamiento, la ruptura de sus rutinas, la suspensión o directamente el no comienzo de clases, los cuidados y medidas de higiene para no contagiarse del coronavirus y la avidez por mantener sus vínculos afectivos y sociales con esta forma mediatizada que ofrecen las redes sociales, internet y el teléfono celular.


Algunos la están pasando mal, especialmente en lo anímico, y sus padres desesperan por ir a buscarlos con la debida autorización. Otros han hecho de tripas corazón y convertido en herramientas sus gustos e inclinaciones. Ninguno se atreve –porque es pura incertidumbre– a pensar mucho más allá de fin de mes ni cómo será la salida de esta situación de excepción que por otra parte, es mundial.

• Martín (20) es de Cipolletti y desde febrero está en La Plata para cursar el segundo año de Ingeniería Aeroespacial en la UNLP. “Me encuentro haciendo la cuarentena con mi hermano quien también estudia en la misma universidad. En un principio cuando todavía funcionaban los transportes de larga distancia, optamos por permanecer en la ciudad para evitar estar expuestos a grandes cantidades de gente e infectarnos con el virus. Sin embargo nos enteramos de que el gobierno de Río Negro estaba brindando ayuda para que las personas que se encuentran en esta situación puedan volver a sus hogares, por lo que comenzamos a considerar la opción de regresar al ver que la situación actual parece indicar que la cuarentena se va prolongar mucho más”.


• Diferente es el caso de esta jovencita de Roca que iniciaba su primer año de facultad el 1 de abril. “Empezaba con Arquitectura en la UBA, el primer año se cursa el CBC, pero suspendieron las clases hasta el 1 de junio. El día anterior a que digan que iba a ser cuarentena obligatoria llegué a venir a lo de mi hermano (también en la Capital). Pero pensábamos que podía volver a mi departamento y no me traje muchas pertenencias, solo lo que llevás cuando vas a dormir un día, por ejemplo. Como consecuencia no pude terminar de instalarme bien y comprar todas las cosas necesarias y por eso me gustaría volver a mi casa en Río Negro. Pero por suerte no quede sola y puedo estar acompañada”.


• Con 20 años Nara es estudiante de Interpretación Musical con orientación en violín y piano en el IUPA. Llegó a Roca de Bariloche porque en el momento de viajar no tenía por seguro qué medidas tomarían los directivos de la institución, “así que viajé dos días antes de comenzar las supuestas clases. Convivo con mi compañero de universidad en un departamento sin patio, y con paredes delgadas con respecto al sonido por lo que a veces se complican los horarios para estudiar porque se necesita silencio. La rutina la tuve que marcar como “obligatoria” porque al principio de la cuarentena tuve bastante insomnio lo que me llevaba a estar con más actividades a la noche. Anímicamente se puede decir que es como una montaña rusa. Al principio se me hizo bastante fácil quedarme en casa porque tenía que ordenar y limpiar. El tema fue cuando toda la casa quedó reluciente”.


• Giovanni (22 recién cumplidos), está en La Plata pero es roquense. Empezó Psicología en 2016 pero “la carrera la fui dejando y estudié gastronomía el año pasado y ahora estoy haciendo otro curso en Buenos Aires. Me dedico a eso. Me podría haber vuelto, pero mi jefe me decía que sí que no, que íbamos a seguir trabajando… hasta que en un momento declararon que no se podía salir. Sin pasaje, sin nada, me terminé quedando en La Plata. Los primeros días fueron difíciles, encima siendo estudiante acá, solo, con la familia lejos, te manejás con los amigos y no poder verlos es complicado, la verdad. Es un poco triste. Después me fui acostumbrando, tampoco podemos hacer mucho”, concluye con resignación. Pero añade que la situación de su hermano Facundo es mucho peor. “El estudia cine y justo vino a hacer un curso en Buenos Aires; estaba en la casa de un amigo, en capital, y se tuvo que quedar varado ahí cuando tenía que haber sido un curso solo por marzo”.

Recursos emocionales de chicas y chicos

Martín, de Cipolletti, está preocupado por su familia pero también convencido de que “mientras todos cumplan con las medidas de prevención vamos a estar cuidándonos los unos a los otros”.
“Dibujo, escucho música, miro series y hablo mucho por celular con mi papá y familia en Roca. Por suerte no quedé sola y puedo estar acompañada”, dice la joven (20) que está con su hermano en Buenos Aires.
Nara (20), la estudiante barilochense del IUPA. “Me levanto temprano y realizo actividades del aula virtual. Luego de almorzar vienen los horarios de práctica, en la tarde, para no molestar a los demás vecinos. Miro 2 o 3 capítulos de una serie o hago alguna actividad deportiva y me acuesto a dormir”.
Giovanni (22), que está en La Plata. “Hace unos meses empecé con un entrenamiento –’hand balance’, se llama–. Está bueno porque todos los ejercicios son con el cuerpo, los podés hacer en tu casa tranquilamente. El profesor mandó rutinas y más o menos son tres horas, entre que elongás y todo. Me entretengo con eso y con las series”.

La angustia y preocupación de los padres y las mamás

Ver el rostro de los hijos y escuchar su voz es una vía para enterarse cómo están de ánimo.

“El caso puntual es que nuestra hija comenzó a sentirse mal, con ataques de pánico, y hoy tememos por su salud ya que se espera aún lo peor de esta pandemia”.
Juan es el papá de una estudiante de Roca de 20 años que cursa Nutrición en Córdoba pero fue a Buenos Aires a visitar una prima y allí tuvo que quedarse luego que cancelaran vuelos y transportes. Quiere que la nota “sirva para visualizar la situación de muchas personas que están varadas en distintos lugares”.
Buscando una solución y a raíz de un artículo publicado en Río Negro, la joven se unió al grupo de varados en el país y se encontró con muchas personas en las mismas condiciones. Mandó mails a distintos lugares sin respuestas concretas. “Nosotros como padres estamos gestionando ir a buscarla, fui a Policía de Río Negro y Policía Federal, comunicándonos que desconocen qué puede pasar al ingresar a Buenos Aires. Estamos a la espera de la validación del certificado de circulación para viajar”, añadía Juan, sin ocultar su preocupación.
Carolina es la mamá de dos chicos que están en Bahía Blanca. Lucas, de 25, estudia Ingeniería Mecánica en la UTN. “Es el mayor y está en un departamento con la novia”. Pero Tomás, el menor, de 23, que estudia Diseño y Arte Dramático “apenas se flexibilice la cuarentena quiere volver porque a las clases no se puede ir y les dan tareas y prácticos por internet. Quiere volverse apenas pueda”.
El joven vive solo en un departamento y solo se ve con una amiga en el edificio, con la que comparte algunos momentos. ”Los primeros días tenía complicado el establecimiento de una rutina, quería dormir todo el tiempo”, cuenta la madre. “Cuando está muy aburrido sube a la terraza, también pinta… y como le gusta cocinar intercambiamos recetas y luego vemos cómo nos salió”.
Como madre, Carolina manifiesta la lógica preocupación por el estado emocional y físico de su hijo, en el marco de una situación de incertidumbre.


No son niños ni adolescentes. Pero sí adultos muy jóvenes que aún dependen de sus mayores en varios sentidos. Se alejaron hace poco de sus ciudades de origen para estudiar y la cuarentena los atrapó fuera del seno familiar; o peor, en tránsito hacia un lugar de destino que no pudieron alcanzar.

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