Los Pinta y Vergauven: una herencia firmada en el agua
Damián es el hijo del inoxidable Néstor Pinta. Sebastián sigue los pasos del triple ganador Mauricio Vergauven. Dos historias únicas que marcan a fuego la Regata del Río Negro.
El traspaso del mando es una consecuencia inevitable entre aquellos que ya hicieron historia y los que quieren escribir la propia. Una generación va colgando los remos y la nueva los recogerán, pero no por imposición. Por el contrario, es una herencia natural que sucede sin esfuerzos, de manera natural.
Es que Damián Pinta y Sebastián Vergauven nacieron prácticamente arriba del bote de sus papás. No hay chances de que la dinastía se diluya como agua entre los dedos, porque es el agua justamente quien la forja. Antes incluso de tener uso de razón, los herederos de la pasión por el canotaje ya honraron el nombre del padre.
“No me acuerdo cuando sucedió. Desde que recuerdo, siempre estuve arriba de un kayac”, afirma Damián, hijo de Néstor Pinta, el hombre que escribió la historia más afamada de la Regata del río Negro. Para el pibe es su primera travesía y va ganando la K-2 junior junto a Federico García Opazo. “Le está yendo mucho mejor que a mí”, afirma Piri a su lado. “A mí me llevó tres regatas en juveniles para poder ganar”.
El staff completo de la Escuela Municipal de Patagones acaba de almorzar y se prepara a descansar, en el único día libre de esta edición. El aire que se respira en el Municipal de Luis Beltrán es sofocante y afuera el termómetro marca 38 grados. “Mostacholes con estofado…”, dice el cocinero. “Para reponer fuerzas”. La Regata pasó ya por tres etapas durísimas y la de hoy será similar.
Buscamos algo de aire fuera del gimnasio y lo primero que se le viene a la mente al Piri es la Regata del 2002, la segunda de las trece que ganó junto a Martín Mozzicafreddo. “Uno de los recuerdos más lindos que tengo es una foto cuando me estoy bajando del bote en el festejo. Está Damián bebé con un pañuelo rojo puesto en la cabeza”. Pinta habla de su distintivo clásico desde que está en el canotaje. “En los años que llevo compitiendo, he usado tres. Se van gastando… me queda sólo, el que llevo ahora. Uno se lo entregué a mi abuelo, que falleció…”, agrega el Piri, a quien se le quiebra la voz en el recuerdo.
Interviene Damián en la charla, oportuno. Es su primera Regata a los 16 años y habla de lo que es compartir la travesía con papá. “Sin dudas es muy diferente a años anteriores donde yo disfrutaba la Regata desde la orilla. Ahora que venimos compitiendo y compartiendo equipo, la sensación es otra”.
¿Se pone pesado papá? “De vez en cuando viene algún que otro reto. Hay que hacer las cosas bien”, afirma Damián con su voz de pibe pero con la templanza de alguien que ya sabe lo que quiere.
“¿Por qué Batata? Porque así le dicen a mi viejo, pero si me decís Sebastián para mí está mejor”. El hijo de Mauricio Vergauven larga la carcajada y festeja su humorada. El líder de la general en K-1 senior, en su debut absoluto en la travesía, heredó todo de su padre.
El parecido físico es notable y en el agua asoma para ser tan bueno como el triple ganador de la Regata: ‘90 y ‘91 con Juan de la Cruz Labrín y ‘92 con Atilio Vázquez.
Sebastián (21 años) no había nacido cuando su padre ya era un consagrado, pero el menor de la dinastía comenzó a abrir su propio camino: en el último Mundial de Sudáfrica, junto a Agustín Rodríguez (19), terminaron entre los nueve mejores en la elite K-2 senior. El futuro llegó, hace rato.
Quienes lo conocen saben que papá Mauricio es de pocas palabras. Pero por su hijo tiene algo que decir. Lo hace antes de lanzarse al agua con el bote N° 47 que comparte junto a Verónica Dinoia, madre de Sebastián. Todo queda en familia. “La Regata en el mundo dice mucho y él la viene viviendo desde que nació prácticamente. Este año se dio para que la viva desde adentro. Con Verónica lo venimos acompañando en todo lo que podemos”.
“Antes sufría por él desde la orilla, ahora sufro por mí”, dice Sebastián, aunque rápidamente aclara que está disfrutando mucho de la prueba. No recuerda un hecho puntual que lo ligara al canotaje de chico. Simplemente se dio. “Desde que nací estoy arriba de un bote, las cosas se fueron dando así. Siempre hice mucho deporte y al momento que tuve que elegir me incliné por seguir remando. Él no me marca muchas cosas, sólo las que les parece que no están bien. No es de estar encima. Deja que yo haga mi camino”.
Si uno nace en Viedma, hay grandes chances de que el canotaje se meta en la piel. “Tenemos una relación muy fuerte con esto de remar y la Regata ha sido responsable”, afirma Mauricio.
El río Negro ha sabido gestar su descendencia. La Regata ha sido el vínculo a perpetuar lo que la vida ha dado. Padres e hijos y el mismo lazo. Fresco, fraterno y vital.
Los nenes
dan que hablar
Datos
- 4”
- le lleva Sebastián Vergauven a Mario Rosas en la general del K1 senior. Ganó dos etapas, contra una del neuquino.
- 8°
- el lugar en la general que ocupa el bote K2 junior de Damián Pinta y F. García Opazo.
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