Los indicios en la salud de la Reina Isabel II que alertaron sobre su desenlace
La Reina Isabel murió este jueves en Escocia. Si bien había cumplido con su agenda hasta el martes pasado, se la observaba débil tras afrontar algunos inconvenientes en los últimos meses.
En las horas previas a su fallecimiento, la Reina Isabel II había dado algunas señales de flaqueza, poco comunes en ella, por lo que se esperaba que su desenlace, a los 96 años y después de una vida política intensa, fuera inminente.
Es que la salud de la monarca se fue deteriorando en los últimos años, lo que la obligó a tener una agenda pública cada vez más reducida y a ausentarse de algunos actos en los que estaba confirmada su asistencia.
Por ejemplo, en junio último decidió no participar de algunas de las festividades por su 70° aniversario en el trono, debido a problemas de salud. Allí debió ser sustituida por sus hijos y nietos.
Es que meses antes se había contagiado Covid-19: en febrero lo pasó con síntomas leves pero, aún así, reconoció que había quedado exhausta tras la infección.
De hecho, posteriormente debió ser atendida por esta condición, ya que fue una de las señales de que presentaba Covid prolongado.
En tanto, lo emocional también jugó su carta: en abril último murió su esposo el príncipe Felipe, a los 99 años, quien había sido hospitalizado por una afección cardíaca.
Según Lord Charteris, exsecretario privado de la reina, Felipe «es mi Roca. Ha sido mi fuerza y mi sostén» para la monarca, por lo que su partida fue un importante golpe anímico para ella.
En horas del mediodía de Argentina, la cadena televisiva BBC informó sobre el deceso de la Reina Isabel, tal el protocolo establecido previamente para estos casos.
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