El sol está entre nubes y ya emprende su retirada en lo alto del
cielo neuquino, en la periferia, en el punto exacto en que la
ciudad se funde con la meseta.
Encerrado en un perímetro de muro premoldeado de monótona forma y
color, protegido por un corralito metálico, hay un equipo de
extracción de petróleo. Su tarea: sacarle a la entraña de la
tierra de Neuquén su riqueza, mediante movimientos constantes,
calibrados y calculados.
Dentro del perímetro, una extensión de arbustos achaparrados, de
tierra, de maras, acompaña la tarea del equipo de la principal
actividad económica de la provincia. La riqueza de la tierra es
extraída y llevada a otros destinos.
Fuera del perímetro, un cordel de ropa multicolor aprovecha el
sol que ya se escapa de lo alto del cielo neuquino. Ropa de
todos los tamaños que han sido lavadas con agua de pozo, porque
hasta los confines de la ciudad no llega ni el agua, ni el gas.
Al costado, ramas secas que las familias recolectan para cocinar
o calefaccionarse. Para quienes están afuera del muro -real e
imaginario- que divide la activad petrolera de la vida de muchas
de las familias neuquinas, la mejor manera de enfrentar lo
cotidiano es en colectivo, todos los miembros de la familia
participan para afrontar el día a día.
Y ahí está, la imagen capturada.
Y ahí están las familias que sobreviven.
Y ahí está el contraste que se hace cotidiano.
Y ahí está, finalmente, esta realidad que insiste en ser
naturalizada.
Autora: Cecilia Maletti
Cámara: Nikon D 7000
Óptica: 17-55 mm
Velocidad obturación: 1/ 125
Diafragma: 3.2
ISO: 400