Bahía Blanca socorrida por la solidaridad civil
No solo hay que hablar de la responsabilidad de los políticos, sino de la capacidad y competencia de los asesores y su coraje cívico para apoyar ciertas medidas, aunque no sean populares.
En 2012, Paula Zapperi, investigadora del Conicet y doctora en Geografía, publicó su tesis doctoral en la que anticipaba los riesgos de inundación en Bahía Blanca, a raíz de que la ciudad está situada en la parte inferior de la cuenca del canal de Maldonado y del arroyo Napostá, dos cauces de agua clave en el sistema de drenaje local. Debido a su ubicación en esta cuenca baja, las aguas se acumulan rápidamente en la ciudad ante lluvias intensas.
Este estudio científico analizó la hidrografía urbana de Bahía Blanca y concluyó que la ciudad es particularmente vulnerable a las lluvias intensas debido a varios factores:
- Escurrimiento de aguas desde áreas elevadas: Las zonas altas erosionan las calles sin pavimento, arrastrando sedimentos que bloquean los desagües.
- Expansión urbana desordenada: La construcción sin planificación genera superficies impermeables, lo que impide la absorción natural del agua.
- Ubicación geográfica crítica: Bahía Blanca se encuentra en la cuenca baja del canal Maldonado y el arroyo Napostá, lo que la convierte en una zona propensa a la acumulación de agua durante tormentas.
Pese a estas advertencias, las autoridades públicas no implementaron las medidas necesarias para prevenir un desastre de tal magnitud.
En medio de tanta amargura y tristeza resuenan los gritos de rabia justificada ante demasiada ineficacia política, ausencia del Estado y falta de previsión.
El espectáculo grotesco de excusas y entredichos sobre competencias para avisar con tiempo de la avalancha del diluvio que se venía encima, o en decidir sin consultar y solicitud de avisos; que había que poner todos los recursos del Estado, sin dilación ni retrasos, a la tarea de salvar personas y bienes, explican esta rabia e indignación.
Golpea el asombro de lo inesperado de esa multitud de cosas que vienen todas juntas, violentamente; que ofenden y lastiman con muertes y destrucción generalizada.
Cuando transcurrió más de una década que la experta Zapperi nos anticipó la necesidad de encauzar eventuales desbordamientos -una de las causas principales de la tragedia-; no hubo decisión política ni siquiera para iniciar la construcción en el transcurso de 4 administraciones nacionales (de todos los signos políticos conocidos).
Al llegar aquí no solo hay que hablar de la responsabilidad de los políticos, sino de la capacidad y competencia de los asesores y su coraje cívico para respaldar la necesidad de ciertas medidas, aunque no sean del gusto de los dirigentes políticos.
Hoy en día, en muchos casos, en vez de competencia y decisión, lo que se les exige es fidelidad servil y genuflexión a los jefes. Y aun es peor si los incompetentes, revestidos de esos cargos, solamente por razón de esa fidelidad servil y muda, se deciden a tomar decisiones, desde su ignorancia… ¡y así nos fue, y así nos va!
En medio de tales tinieblas de incompetencia e irresponsabilidad, un relámpago de luz y esperanza lo encontramos en esa movilización espontánea de voluntarios solidarios -en su mayoría, jóvenes-, para acudir desde el primer momento a esos pueblos y gentes, sumergidos por tal avalancha de agua, con una determinación y coraje, admirables.
Si este espíritu de cuidado, cooperación y reciprocidad que se encuentra en el ánimo de tantos de estos voluntarios se inculcase en la educación y formación de nuestros jóvenes, en vez de esa oferta de venir a hacerse rico lo antes posible, y por cualquier medio, a edificar en zonas inundables, con materiales lo más baratos posibles, y a no perder el tiempo en realizar obras públicas que no tienen rentabilidad y beneficio político a corto plazo; tal vez entre todos, ciudadanamente lograríamos una sociedad más justa, más equitativa y sosteniblemente vivible.
Ese sentido del deber y de la responsabilidad consciente que ahora se desprecia a favor del goce y el placer individual, a costa de lo que sea, impondría una comunidad que, del entrecruzamiento de los deberes de todos, en todas nuestras tareas, fluiría, sin esfuerzo, la plena vigencia de los derechos de todos.
Por último, no omitimos que en medio de la catástrofe abundan ladrones, estafadores y delincuentes de toda laya, doblemente miserables en la infamia de delinquir enmascarados por la catástrofe.
La incógnita final es sobre un gobierno central que atónitamente niega el cambio climático y la necesidad del Estado, en este caso para afrontar y asumir facultades y deberes indelegables para cumplir la ley con rigor, al servicio del pueblo soberano para que, en este caso, “Bahía Blanca se ponga de pie”
Ahora bien, una conmovedora solidaridad nacional propia de los argentinos, su fortaleza y el coraje de su decisión, serán un freno que finalmente se impondrá ante desatinos semejantes. - * Experto Coneau en Cooperativismo
En 2012, Paula Zapperi, investigadora del Conicet y doctora en Geografía, publicó su tesis doctoral en la que anticipaba los riesgos de inundación en Bahía Blanca, a raíz de que la ciudad está situada en la parte inferior de la cuenca del canal de Maldonado y del arroyo Napostá, dos cauces de agua clave en el sistema de drenaje local. Debido a su ubicación en esta cuenca baja, las aguas se acumulan rápidamente en la ciudad ante lluvias intensas.
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