Todos percibimos hoy la invasión de una palabra para nada inocente: odio. Odio en demasiadas bocas y desde cualquier lugar está regándose como un pesado aluvión entremezclado en discursos, mensajes que entran a los hogares, a las mesas que reúnen a las familias, a los amigos. No vamos a analizar quién está atrás de la manipulación de las palabras. Es una ardua, sutil e invisible tarea que nos lleva a discusiones sin fin. Sin fin y sin finalidad aprovechable. Vayamos directamente al si