Sujeta a cambios de rumbo permanentes, a la imposición y coerción desde afuera, fluctúa entre mensajes del ayer y los que surgen de improvisaciones o necesidades del momento. Mal anda el hombre. También las instituciones, aun las más elevadas, las que debieran sostener la moral de la república. Todas parecen sucumbir ante los engaños que les tiende el canto de sirena del consumo, del marketing, del confort o de la posesión del dinero por el dinero mismo. Es ésta un época en que,