La formación jurídica de Manuel Belgrano
Con una importante carga de conocimientos regresó al suelo patrio a mediados de 1794, para hacerse cargo del Secretariado Perpetuo del flamante Consulado de Buenos Aires.
En esta oportunidad, en este mes de junio tan destacado en la vida del prócer, invito al lector a repasar, tal lo adelantado en el titulado, los estudios cursados por aquél en el Reino de España. Allá vamos.
Terminada su formación de enseñanza media en el Real Colegio San Carlos, en su Buenos Aires natal, con 16 años de edad recién cumplidos, fue enviado por sus padres, junto a un hermano, a iniciar su instrucción superior en Leyes en España.
Arribó a la península ibérica en octubre de 1786, decidiendo emprender sus estudios jurídicos en la Universidad de Salamanca, por ese entonces, la más prestigiosa en el campo de la ciencia del Derecho del mundo castellano, lo que recién pudo hacer, por razones burocráticas, en el segundo semestre de 1787, iniciando formalmente el cursado y alojándose en uno de los Colegios Mayores de esa institución.
Comenzó, así, sus estudios superiores en Leyes, obteniendo el título de Bachiller en Leyes el 28 de enero de 1789 al exponer de manera exitosa la tesis que se le asignara, siendo de destacar que durante su cursado participó como miembro activo de la Academia de Práctica Forense y Economía Política de esa alta casa de estudios, la que llegó a presidir.
Su formación no se detuvo; así, efectuó pasantías en estudios jurídicos y en los tribunales, ahondó el estudio de idiomas -inglés, francés e italiano-, privilegió las lecturas de clásicos de la época, no solo de la materia de su incumbencia, con el objeto avanzar en sus conocimientos y saberes..
El 31 de enero de 1793 se presentó ante la Cancillería de la Universidad de Valladolid rindiendo y aprobando el examen que lo habría de convertir, por fin, en abogado.
Su respetado nombre no pasaba desapercibido en los ámbitos académicos de la península, donde destacaba por su dedicación al estudio, avanzando cotidianamente y a paso firme en su formación intelectual integral.
Participó de la actividad docente e integró equipos de trabajo e investigación en su ciencia, donde destacó, lo que llevó a que, a su pedido al respecto, S.S. Pío VI le otorgara una autorización para leer todo tipo de literatura prohibida por la Iglesia de entonces “…en la forma más amplia para que pudiese leer todo género de libros condenados aunque fueren heréticos…”, según reza el documento.
Con esa importante carga de conocimientos regresó al suelo patrio a mediados de 1794, para hacerse cargo del Secretariado Perpetuo del flamante Consulado de Buenos Aires, organismo en el que volcó toda su sólida formación, como lo hizo a lo largo de toda su vida, siempre en favor de los intereses patrios.
En este mes en que se lo rememora que ello enmarque nuestro respetuoso recuerdo.
* Miembro del Instituto Nacional Belgraniano. M iembro de número de la Junta de Estudios Históricos de Neuquén.
En esta oportunidad, en este mes de junio tan destacado en la vida del prócer, invito al lector a repasar, tal lo adelantado en el titulado, los estudios cursados por aquél en el Reino de España. Allá vamos.
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