La huella hídrica de la IA: ¿cuánta agua consume Sophia?
Este nuevo campo de la informática vino a erigirse como una nueva revolución centrada en la creación de sistemas y programas capaces de realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana.
Hoy nos sumergimos en el campo del medio ambiente. Se advierte que se ha depositado en la IA un cúmulo enorme de expectativas, que beneficie a nuestro expoliado planeta a través de un abanico de posibilidades que excederían el espacio de este comentario.
Así, mediante algunas aplicaciones de la IA se pueden analizar grandes cantidades de datos recopilados de sensores y dispositivos tales como imágenes satelitales, datos meteorológicos, mediciones sobre calidad de agua y aire que, al ser procesados y analizados, pueden identificar patrones y tendencias, todo lo cual importa una gran utilidad para la toma de decisiones en la gestión del medio ambiente.
Varias aplicaciones
El análisis de los datos históricos y en tiempo real la IA puede ayudar a predecir desastres naturales como terremotos, tsunamis, inundaciones y sequías lo que debería traducirse en acciones concretas para lograr una mejora en la planificación y respuesta ante estos eventuales fenómenos y minimizar los impactos en las comunidades afectadas o susceptibles de serlo y en el medio ambiente.
Otras aplicaciones de la IA nos dejan atónitos.
La ONG Rainforest Connection por caso se vale de sensores acústicos en los árboles con el objetivo de escuchar los ruidos del bosque, lo que permite recibir alertas de ruidos extraños o reconocer sonidos específicos como las motosierras o los camiones madereros en entornos madereros protegidos.
Esta tecnología ya fue implementada en 35 países.
Una empresa africana, “Rouxcel Technology”, combate la caza furtiva con algoritmos mediante la colocación de una pulsera a animales en peligro de extinción tales como los rinocerontes para localizarlos fácilmente, conocer su comportamiento y detectar movimientos anormales con motivo de la cercanía de cazadores furtivos.
De pronto aparecen señales de alarma que le ponen un freno a nuestra fascinación: los impactos ambientales de la IA que no pueden ser soslayados. Los sistemas de IA requieren gran cantidad de energía eléctrica para funcionar lo que deriva en un aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero.
La IA también implica la generación de una cantidad significativa de residuos electrónicos respecto de los cuales, aún hoy, no hay regulaciones ni prácticas adecuadas de reciclaje.
Aquí aparece otro dato no menor: la IA implica un consumo significativo de agua debido a que los centros de datos deben utilizar grandes cantidades para enfriar los servidores que entrenan y despliegan modelos de IA.
Consumo indirecto
Además del consumo directo de agua en los centros de datos, también se requiere una gran cantidad de agua indirecta para la generación de electricidad utilizada en ellos, lo que contribuye significativamente a la huella hídrica.
Los resultados emergentes de la medición de la huella hídrica son abrumadores.
Es allí donde se torna imperiosa la necesidad de profundizar la eficiencia energética, desarrollar hardware y algoritmos más eficientes desde el punto de vista energético, lo que reducirá la necesidad de refrigeración y por ende el consumo de agua y el aprovechamiento de energías renovables entre otras, de modo tal que se pueda reducir no sólo la huella de carbono sino también la huella hídrica, en gran parte ignorada.
La relación entre IA y medio ambiente origina reacciones que oscilan entre saludar con beneplácito la aparición de aquella en pos de la preservación del ambiente, o tratarla con cautela, u oponerse enfáticamente aunque aparezca como un tsunami imbatible.
Sea cual fuere la reacción que se adopte, el abordaje de las consecuencias ambientales inherentes a la expansión de la IA debería como mínimo incomodarnos, preocuparnos o cuestionarnos: ¿Cuánto medio ambiente hemos de resignar con tal de usufructuar las bondades que la IA nos ha traído a nuestra vida cotidiana?
Abogada, miembro del Instituto de Derecho e Inteligencia Artificial del CAYPN dirigido por Vanesa Ruiz.
Este nuevo campo de la informática vino a erigirse como una nueva revolución centrada en la creación de sistemas y programas capaces de realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana.
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